Fallece Sandra Day O'Connor, la primera mujer jueza del Tribunal Supremo de EE.UU.

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Washington, 1 dic (EFE).- La exjueza de la Corte Suprema de Estados Unidos Sandra Day O'Connor, la primera mujer en ocupar el cargo de magistrada en el Tribunal Supremo, falleció este viernes a los 93 años, informó el órgano en un comunicado.

O'Connor murió en Phoenix, Arizona (EE.UU.), el viernes "por complicaciones relacionadas con demencia avanzada, probablemente alzheimer, y una enfermedad respiratoria", apuntó el Supremo.

La jueza fue nombrada miembro de la Corte por el presidente republicano Ronald Reagan (1981-1989) y sirvió desde 1981 hasta 2006, cuando se retiró para cuidar de su marido, que padecía alzheimer. El entonces presidente, George W. Bush (2001-2009), nominó al juez Samuel Alito -quien permanece en el cargo- para ocupar su asiento.

Ante un tribunal dividido ideológicamente, su independencia (aunque desde una postura conservadora moderada) hizo que su voto fuera fundamental en importantes litigios y que fuera considerada como una de las mujeres más poderosas de su época.

Fue un icono en la conquista de los derechos de la mujer y la pionera en un Tribunal Supremo compuesto por nueve jueces, que en total ha visto a solo seis féminas en toda la historia de Estados Unidos.

Tras su retiro del Supremo el 31 de enero de 2006, la jueza O'Connor siguió activa como defensora de la independencia judicial y el Estado de Derecho en todo el mundo.

Durante esos años, centró su trabajo en la organización que ella mismo creó, iCivics, para promover el conocimiento y el compromiso cívico, especialmente para que todos los ciudadanos estadounidenses comprendan la Constitución.

Todo ello hasta octubre de 2018 cuando anunció que tenía demencia y decidió abandonar la vida pública.

En reconocimiento a los logros de su vida, el presidente Barack Obama (2009-2017) otorgó a la jueza O'Connor el honor civil más alto del país, la Medalla Presidencial de la Libertad, el 12 de agosto de 2009.

Graduada en Derecho por la Universidad de Stanford, algunas de sus decisiones más sonadas fueron su voto en el caso 'Planned Parenthood v. Casey', una opinión de 1992 que reafirmó el derecho de la mujer al aborto.

O una sentencia del tribunal en 2004 contra la política de detenidos de la administración de George W. Bush tras el 11 de septiembre, en la que opinó que "un estado de guerra no es un cheque en blanco".

Washington, 1 dic (EFE).- Sandra Day O'Connor, la primera mujer en convertirse en magistrada del Tribunal Supremo de Estados Unidos, deja un legado de pragmatismo y de perseverancia tras su muerte este viernes a los 93 años.

O'Connor fue nominada en 1981 por el expresidente republicano Ronald Reagan y, a pesar de que el cargo es vitalicio, dejó la institución en 2006 por motivos familiares. Durante su paso por el alto tribunal abordó asuntos trascendentales como el aborto y la discriminación positiva en las universidades.

Aunque había militado en el Partido Republicano y era cercana a Reagan, el voto de O'Connor fue una "bisagra" durante los 24 años que estuvo en el Supremo, inclinándose hacia posturas más progresistas o conservadoras en diferentes casos.

En una entrevista en 2013 con NPR, O'Connor defendió la neutralidad inherente al cargo de magistrada en el Supremo: "No creo que ningún juez deba oscilar entre una postura u otra, sino tomar decisiones basadas en los principios legales".

Y es que, durante su carrera profesional, la jueza tuvo que defender hasta el cansancio su validez como jurista, en una época en la que las mujeres estaban apenas abriéndose campo en el mercado laboral.

Nacida en El Paso (Texas) y criada en un entorno rural, O'Connor destacó desde joven en los estudios, lo que la llevó a ser admitida en la prestigiosa facultad de Derecho de la Universidad de Standford, siendo una de solo cinco mujeres en su promoción.

Tras graduarse en 1942, O'Connor se enfrentó a la realidad de un mundo profesional hostil: según contó a NPR, se presentó en unos 40 bufetes de abogados, que la rechazaron porque "no contrataban mujeres".

Tras pasar un tiempo como secretaria, la exmagistrada decidió escribir personalmente a la oficina del fiscal general del condado de San Mateo, en California, para pedirle trabajo, aunque fuera sin sueldo, según narra la página web del Supremo.

Finalmente, el fiscal le ofreció un puesto y allí comenzó su carrera legal que, tras una pausa de varios años para dedicarse a sus tres hijos, la llevó por diferentes cargos tanto en el poder judicial como en el legislativo.

A finales de la década de 1960, fue legisladora en el Senado estatal de Arizona, por el Partido Republicano y en 1972 se convirtió en la primera mujer en la historia del país en presidir la Cámara Alta de un estado. En este cargo, promovió leyes para garantizar la igualdad de derechos laborales y de propiedad de las mujeres.

De ahí pasó a ser jueza de la Corte de Apelaciones de Arizona y en 1981 fue nominada por Reagan al Supremo, quien había prometido en campaña colocar a la primera mujer en el máximo tribunal de EE.UU.

O'Connor permaneció en el cargo hasta 2006, tras haber participado en importantes casos y redactado decenas de opiniones, entre ellos el fallo que dio la presidencia al republicano George Bush en el 2000 al desestimar el recuento de votos que pedía el candidato demócrata Al Gore.

Su paso por el Tribunal también trajo cambios físicos al edificio: como el primer baño para mujeres o el cambio de nombre para el comedor usado por las parejas de los jueces, que antes era el "comedor para damas".

Decidió retirarse del puesto en 2006, para cuidar de su esposo que padeció Alzheimer, y fue reemplazada por el actual magistrado Samuel Alito.

 Sin embargo se mantuvo activa en política, principalmente a través de su fundación iCivics, para promover el conocimiento para que todos los ciudadanos estadounidenses comprendan la Constitución.

En 2018 anunció que había sido diagnosticada con demencia y se retiró de la vida pública.

En reconocimiento a los logros de su vida, el presidente demócrata Barack Obama otorgó en 2009 a la jueza O'Connor el honor civil más alto del país, la Medalla Presidencial de la Libertad.

O'Connor falleció este viernes en Phoenix (Arizona) "por complicaciones relacionadas con demencia avanzada, probablemente Alzheimer, y una enfermedad respiratoria".

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