Quito, 28 nov (EFE).- Ecuador llegará a la cumbre mundial sobre el cambio climático de Dubai (COP28) con el reto de implementar en los próximos meses dos de los mayores hitos ambientales de su historia: el cierre de uno de sus mayores yacimientos petroleros por mandato popular y el mayor canje de deuda por naturaleza para conservar las Islas Galápagos.
En agosto pasado, la sociedad ecuatoriana sentó un precedente inédito a nivel mundial al votar de forma mayoritaria en un plebiscito a favor del cese del Bloque 43-ITT, un importante yacimiento petrolero del país del que sale el 11 % aproximadamente de la producción nacional de petróleo, uno de lo grandes pilares de la economía de Ecuador.
El resultado de la votación, donde el 'Sí' ganó con el 58,95 %, fue celebrado por reconocidos activistas ambientales con incidencia mundial, como el actor estadounidense Leonardo DiCaprio, al marcar esta consulta popular un camino para acelerar la transición energética a través de la democracia.
Y es que ahora Ecuador está en la encrucijada de dejar bajo tierra en el transcurso de 2024 una reserva de petróleo para veinte años con un valor estimado de 13.800 millones de dólares y gastar alrededor de 500 millones de dólares en desmantelar unas instalaciones cuya construcción costó unos 2.000 millones de dólares.
Ese es el precio que, según los cálculos oficiales, deberá pagar Ecuador para cumplir con uno de los pasos más audaces en términos ambientales, a cambio de no poner en eventual riesgo una parte del Parque Nacional Yasuní, considerado el corazón de la Amazonía ecuatoriana.
Un yacimiento emblemático
En ese espacio de exuberante selva amazónica se explota hasta ahora el Bloque 43-ITT desde 2016, sin que hasta el momento se hayan notificado accidentes ambientales y con una filosofía de deforestar únicamente lo indispensable, de modo que sus instalaciones apenas ocupan 80 hectáreas, un 0,01 % de la extensión del Parque Nacional.
En él fijaron la mirada los colectivos ambientales para promover el histórico plebiscito que no involucró otros tres yacimientos que también se encuentran en el Yasuní.
“Más de la mitad (52 %) de la Amazonía ecuatoriana está tomado por los bloques petroleros. Es por este motivo, que el triunfo democrático de la consulta popular sobre el Yasuní, constituye un acontecimiento histórico donde se decidió priorizar la vida, frente al extractivismo", señala en un comunicado Paola Maldonado, asesora de la organización estaounidense Amazon Watch.
La activista afirma que "de su implementación inmediata depende la vida de los pueblos en aislamiento voluntario", como tagaeri, taromenane y dugakaeri, tres familias de la nacionalidad indígena waorani que habitan dentro de una zona intangible del Yasuní que limita con los pozos más al sur del Bloque 43-ITT.
Para Javier Dávalos, coordinador del Programa de Clima de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente, Ecuador puede marcar con la implementación del plebiscito sobre el Bloque 43-ITT "un precedente exitoso para dar el primer paso concreto en impulsar la necesaria transición energética a nivel mundial".
Por su parte, el presidente del Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES), Julio Prieto, incide en el importante rol "para garantizar que el cierre del Bloque 43 se realice de forma inmediata y se utilice la mejor tecnología disponible ".
Freno a la minería y protección de las Galápagos
Al mismo tiempo que se celebraba la consulta popular por el Yasuní, en la capital Quito se dio otro con similar resultado que prohibió cualquier tipo de minería en el Chocó Andino, un espacio de bosques andinos que parte de él se encuentra dentro de la misma área metropolitana de la capital ecuatoriana, catalogada como reserva de la biosfera por la Unesco.
Desde el Gobierno, Ecuador también se ha vuelto un referente global en conservación con el reciente canje de deuda diseñado con organizaciones ambientalistas de Estados Unidos para destinar una cantidad de 450 millones de dólares durante dieciocho años y medio para la conservación de las Galápagos.
Con estos fondos se buscará, entre otras metas, acelerar la transición energética de las islas, dentro del objetivo nacional de que este archipiélago único en el mundo se vuelva uno de los territorios libres de energías fósiles y su economía basada netamente en el turismo se vuelva sostenible de manera completa.
En esta COP28 de Dubai volverá a tener un pabellón propio, algo de lo que no disponía desde 2015, un espacio para que el sector público y privado del país posicionen la transición ecológica ante el mundo.