Antonio Broto
Ginebra, 17 nov (EFE).- El activista ambiental colombiano de 14 años Francisco Vera, galardonado esta semana por la ONU por la lucha que inició al fundar con 9 años el movimiento Guardianes por la Vida, reivindica en una entrevista para EFE la importancia de que los más pequeños sean escuchados en la lucha contra el cambio climático.
"Las leyes las hacen los adultos, pero afectan a generaciones futuras, por lo que de una u otra manera deberían tenernos en cuenta en las negociaciones climáticas", subrayó Vera en la sede europea de la ONU en Ginebra, poco antes de recibir el premio.
El joven colombiano fue galardonado en la Cumbre de Jóvenes Activistas, organizada por la ONU, junto a otros cuatro luchadores por derechos humanos y ambientales: el birmano Maung Sawyedollah (22 años), la india Roshni Perween (25), la sudanesa Nisreeen Elsaim (29) y Maïmouna Ba, de 27 años y original de Burkina Faso.
Vera, el más joven de los cinco, participó en la sesión plenaria de la cumbre, que este año tuvo por lema "paz y reconciliación", un mensaje que según él no sólo serviría para mejorar las relaciones entre humanos sino también para las que tenemos con la naturaleza, "después de que le hayamos declarado la guerra a la vida".
"Para ello no debemos hablar con palabras sino con acciones, de la manera más contundente posible, mostrando voluntad de actuar tanto por el cambio climático como por la paz", destacó a EFE Vera, quien debido a las amenazas en su país, aún sacudido por conflictos armados, ha tenido que irse a vivir a España y reside en Barcelona.
"A España le estoy bastante agradecido: me ha acogido, me ha dado la bienvenida, y he podido adaptarme bien a la vida de Barcelona", comenta el joven colombiano, quien ya se defiende en catalán.
Volviendo al activismo de los más jóvenes en el cambio climático, Vera subraya que los adultos no son los que tienen que dar voz a los niños, "porque ya la tenemos, una voz genuina", movida por la pasión que desde la primera infancia tienen por conocer cosas, algo que también puede servir para cambiarlas.
"Sócrates decía que los niños son los mejores filósofos, haciéndonos miles de preguntas y forjando una mente abierta", subraya Vera, quien recuerda por otro lado que los más pequeños son las principales víctimas del calentamiento global, por lo que su preocupación por él es la más legítima.
"El 88 % de las enfermedades causadas por el cambio climático las sufren niños menores de cinco años, somos los más expuestos a las consecuencias de éste", subraya el joven, recordando también que ya hace cien años la Sociedad de Naciones, antecedente de la ONU, reconoció el derecho de los niños a manifestarse sobre los asuntos que les incumben.
Desafiado con la idea de que los niños deben estudiar y jugar antes que hacer activismo, Vera tiene claro que la infancia no sólo debe consagrarse a esas actividades: "Ser niño es mucho más que eso, es hacer lo que te apasiona, y ya desde pequeños muchos aportan cosas desde mundos como el deporte, el arte, la música...".
"Hacer las cosas con pasión no es dejar de ser niño, y somos sujetos con voz", insiste Vera, quien el año pasado fue nombrado defensor del medio ambiente y la acción climática para América Latina y el Caribe por el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF).
Su movimiento Guardianes por la Vida, iniciado por él y siete compañeros de clase hace cinco años, aglutina actualmente a más de 700 niños principalmente latinoamericanos con el propósito de concienciar sobre la lucha ecologista tanto en redes sociales como con actividades de campo como la plantación de árboles.
Estos pequeños activistas han participado en acciones como la declaración de la emergencia climática en Bogotá, la prohibición de pruebas cosméticas en animales o el acuerdo de Escazú, la iniciativa latinoamericana para garantizar el derecho a la participación política y la información en cuestiones medioambientales.
Vera dedicó a todos sus compañeros en el movimiento y a los que les rodean en la lucha el galardón de Naciones Unidas: "Es un premio para todos aquellos que me acompañan, y también a mi familia, mis profesores y compañeros en clase, especialmente a aquellos siete con los que empecé", destaca.