La Paz, 2 nov (EFE).- En Bolivia familiares y amigos despidieron este jueves a las almas de sus seres queridos entre ofrendas, plegarias y música luego de haberlas acogido por 24 horas, según señala la costumbre del Día de Todos los Santos y los Difuntos en el país.
La tradición señala que las almas de los seres queridos visitan la tierra al mediodía del 1 de noviembre, el Día de Todos los Santos y que se marchan la jornada siguiente, el Día de los Difuntos, en medio de ceremonias que combinan las costumbres andinas y creencias familiares con las ceremonias católicas.
En la víspera, la bienvenida a los espíritus se hizo en las casas y oficinas privadas y públicas, en las que es regla habilitar una mesa o altar para colocar las fotografías, retratos o nombres de quienes ya no están rodeados de figuras de pan, comida, bebidas, caramelos, hojas de coca y pasankallas, que son trozos de maíz inflado bañado en azúcar.
En La Paz, decenas de familias asistieron al cementerio "La Llamita", que antiguamente fue un camposanto clandestino, pero que desde hace algún tiempo está bajo la administración de la Alcaldía.
El cementerio está al pie de una empinada colina, en el este de la ciudad, mientras que las tumbas ocupan todos los espacios posibles como forzadas a encajar y dejan pequeños senderos por los que los visitantes se abren paso.
"Estamos recordando a varios familiares, tíos, tías, amigos, almas olvidadas (..) pero no hemos podido traer todo (las fotos de los difuntos)", dijo a EFE Natalio Murga, un visitante en el cementerio.
Los integrantes de la familia Murga hicieron desde el lunes las figuras de pan para hornearlas al días siguiente, mientras que el miércoles hicieron el altar en casa y finalmente hoy se trasladaron hasta el cementerio para despedir a los familiares fallecidos.
Es normal que muchas personas que visitan los cementerios almuercen o compartan algún alimento alrededor de la tumba de su familiar, ya que eso rememora el momento en que estuvo vivo, dijo Murga.
En el camposanto pululan las personas (reziris) que entonan algunas plegarias en lengua aimara a cambio de unos trozos de pan que les ofrecen las familias.
También es normal que algunos conjuntos musicales que mantienen viva las tradiciones del Día de Todos los Santos y de los Difuntos lleguen hasta los cementerios para entonar las canciones o melodías que agradaban a los fallecidos.
"Vinimos a acompañar a las familias que están recibiendo la energía de sus ancestros", dijo a EFE Marco Antonio Acasi, quien es integrante de un conjunto de música autóctona andina.
La despedida de los difuntos se entremezcló con los rituales católicos, puesto que un sacerdote de una parroquia cercana se presentó en el cementerio para bendecir a las familias y echar agua bendita en cada lápida.
En el exterior del camposanto, mucha gente habilitó altares más grandes con figuras de pan, trozos de caña de azúcar, decorados con aguayos o telas multicolores de origen indígena, además instalaron parlantes portátiles que entonaron la música favorita de los difuntos.
En el resto de las ciudades de Bolivia muchas familias dedicaron un espacio en lo íntimo de sus casa para despedir a las almas de sus seres ausentes, mientras que otras optaron por dar ese adiós en los cementerios.
Gabriel Romano