Bogotá, 2 nov (EFE).- El cese al fuego bilateral que este viernes cumple tres meses en Colombia "está en crisis", alerta en una entrevista con EFE el negociador del ELN Aureliano Carbonell, que lo atribuye a un ataque militar contra un campamento guerrillero pero también a la ofensiva paramilitar en los territorios donde opera.
"El cese en estos momentos está en crisis porque (...) tenemos una situación muy grave", denuncia Víctor Cubides, conocido en el Ejército de Liberación Nacional (ELN) como comandante Aureliano.
El ELN habla de una "confluencia" del Ejército y paramilitares que está permitiendo "que en el cese facilite que esos grupos paramilitares copen territorios en los cuales nosotros tenemos una presencia importante".
El 19 de octubre el Ejército atacó un campamento del ELN en una zona rural de Santa Rosa, un pueblo minero del sur de Bolívar (norte). "Al asaltar el campamento nuestro (...) obliga a que nosotros nos repleguemos y los paramilitares van posicionándose en el territorio", denuncia Carbonell.
El Mecanismo de Monitoreo y Verificación del Cese al Fuego envió un equipo para comprobar este incidente y el ELN espera que se pueda reflejar en el primer informe trimestral de esa instancia.
Este mecanismo "puede ayudar a que esta situación de crisis no se agrave y el cese ya no sea una realidad", asegura el negociador, que espera tratar esta situación en la próxima ronda de diálogos en México.
No es el único incidente de este tipo, según la guerrilla, pues la alianza entre militares y paramilitares "es un problema que viene desde hace unos 30 o 40 años" y sigue en pie "a pesar de que esté en el Gobierno (Gustavo) Petro".
El presidente ha reformado la cúpula militar, pero esa alianza "es tan fuerte que un Gobierno tendría que tener mucha fortaleza, mucho respaldo para lograr cambiar esa situación". "Nosotros no decimos que sea responsabilidad del Gobierno pero hay fuerzas grandes en el país que tienen presencia también en el Ejército, que permiten que este plan contrainsurgente siga", denuncia.
Las palabras de Carbonell, un intelectual que lleva más de 40 años en la guerrilla, desvelan una amenaza de que el cese al fuego no vaya a llegar a los 180 días pactados y que tampoco se vaya a firmar un acuerdo de paz.
"Cuando esto se va convirtiendo en algo permanente llega un momento en que se entra en crisis, en que se llena el vaso", afirma.
Aunque "la organización tiene una voluntad de trabajar por una solución política", Carbonell es reticente a hablar de la firma de la paz. Petro le puso fecha, mayo de 2025, y el jefe negociador del Gobierno, Otty Patiño, incluso cree que pueda ser antes, pero el ELN, aunque sabe que es ahora o nunca, no lo ve tan cerca y le preocupa más el proceso.
"El problema no es firmar o no firmar un acuerdo de paz (...) Estamos es para que Colombia marche por otros rumbos", dice y opina que algunas cosas sí han cambiado desde que en 2016 las FARC dejaron de existir como organización alzada en armas, pero su preocupación central es el paramilitarismo: "Mire usted tanto revuelo con un acuerdo de paz y mire la expansión paramilitar tan bárbara que está pasando".
Para que esa firma llegue "tenemos que cambiar todos"; el país e incluso ellos, dice Carbonell. El ELN tiene que "conectarse mucho más con la población" y quieren "influir más en las decisiones básicas del país".
Eso, asegura, no tiene por qué ser desde las instituciones: "realmente nosotros no estamos aquí por si se logra un acuerdo de paz, que nuestra aspiración sea llegar a unas alcaldías o a unas curules en el Congreso; es una aspiración mucho mayor, va más allá de nosotros". No van a darle importancia, como sí le dio las FARC, a garantizarse unos asientos en el Congreso.
Carbonell está por primera vez en 25 o 30 años en Bogotá, una ciudad muy diferente a la que conoció cuando estudiaba en la Universidad Nacional; acaba de volver de un encuentro con las filas guerrilleras para contarles lo que se está tratando en la negociación.
Para mayo de 2025 lo que sí esperan es, según lo acordado, tener lista las propuestas de la sociedad en el acuerdo de paz. Será ésta quien proponga "la agenda de cambios" que surjan del acuerdo entre el Gobierno y la última gran guerrilla de Latinoamérica.
¿Y si la sociedad les pide dejar las armas? Carbonell esquiva la pregunta: "El propósito de ese proceso es que la gente diga qué debe cambiar en el país". Pero en cuanto a la dejación de armas, menciona que está en el punto cinco de la negociación y apenas van por los tres primeros.
"El problema de las armas en Colombia es muy complejo. Mire cuántas armas más hay por fuera del ELN, por fuera de las que deben tener las Fuerzas Armadas. O sea, es un problema global, no es el problema de las armas del ELN", asegura.
Firmen o no, dejen o no las armas, en esta mesa de negociaciones acuerdo firmado es acuerdo implantado. Y esperan que sobre todo los alivios humanitarios y transformaciones en "zonas críticas" ya negociadas sirvan para mejorar la situación donde más se siente el conflicto.