Cracovia (Polonia), 27 oct (EFE) - Un exhaustivo informe publicado este viernes y elaborado por varias organizaciones ecologistas independientes de Polonia determinó que la catástrofe ecológica del año pasado en el río Óder tuvo aún mayores dimensiones de lo que se pensaba.
El documento corrige al alza las cifras de muertes de peces y moluscos que se recogían en el informe oficial que hicieron las agencias estatales polacas y subraya que en el verano del año pasado se perdió cerca del 60 % de la biomasa del río.
Tras el trabajo de decenas de científicos, que siguieron una metodología diferente a la de estudios anteriores y se valieron de un programa informático para contrastar los resultados con instituciones internacionales, se cree que al menos 150 millones de moluscos y unos tres millones y medio de peces murieron en la parte polaca del Óder.
Las consecuencias del desastre ecológico fueron más acusadas en el curso bajo del río, donde los científicos, que trabajaron coordinados por la doctora Agnieszka Szlauer-Łukaszewska, de la universidad de Szczecin, encontraron lugares en los que el 95 % de los animales murieron.
Por otra parte, el estudio advierte de que las aguas del río siguen "muy contaminadas" y "con un alto contenido en sal", factores que, según el informe hecho por el Estado polaco, propició la proliferación de "algas doradas" y la reducción del oxígeno con el consiguiente efecto negativo en todo el ecosistema.
En opinión de la doctora Szlauer-Łukaszewska, otro de los peligros que se ciernen sobre el río Óder es la disminución de fauna invertebrada, que "desempeña un papel clave en el ciclo de descomposición de los nutrientes y sirve como fuente de alimento para niveles tróficos más altos", como los peces.
Además, el hecho de que las especies que ejercían un papel de control contra las plagas en el Óder estén muy diezmadas, podría propiciar la llegada de especies invasoras que desequilibrarían aún más el ya precario estado del río.
El informe concluye con un llamamiento a las autoridades para que "protejan el río y controlen la actividad de las industrias asentadas en su ribera, así como la construcción de embarcaderos, espolones y áreas de recreo y pesca deportiva, además de favorecer la regeneración de pastos y bosques en algunas partes donde el aprovechamiento industrial del río es más intenso.