Ginebra, 20 oct (EFE).- Suiza, país neutral en el que conviven la vocación pacifista y el servicio militar obligatorio, celebrará este domingo elecciones parlamentarias, cuyo resultado determinará si se mantiene el actual equilibro del Gobierno federal y sus prioridades, tanto en favor de la paz como del reforzamiento de la defensa del país.
A pesar del conocido pacifismo de Suiza, esta no ha sido siempre la realidad de un país que, debido a su estratégica ubicación en los Alpes y lugar de paso obligado entre el norte y el sur de Europa, se ha visto envuelto en varias batallas de la historia europea.
Ante esa situación, el país alpino solicitó ser reconocido como neutral en el Congreso de Viena de 1815 y que su territorio dejara de ser un escenario de guerras a cambio de no participar en más conflictos ni aportar mercenarios para combatir en ellos, petición que fue ratificada por las potencias europeas allí reunidas.
Su credibilidad como país no beligerante se reforzó con la creación del movimiento de la Cruz Roja en 1828 por el filántropo ginebrino Henry Dunant con el fin de socorrer a los soldados heridos en los sangrientos campos de batalla de Napoleón Bonaparte.
Desde entonces, Suiza se ha convertido en un mediador eficaz en conflictos internacionales con el objetivo de “asegurar la convivencia pacífica de los pueblos”, según recoge el artículo 54 de la Constitución de la Confederación Helvética.
Al mismo tiempo, el texto constitucional suizo obliga a los hombres de entre 18 y 34 años a realizar el servicio militar, deber de carácter facultativo para las mujeres y que siempre ha estado en eterna contradicción con el principio de la neutralidad.
El gasto de defensa de Suiza fue de 5.900 millones de euros en 2022, lo que representó el 2,23 % del total de su gasto público.
El mantenimiento del servicio militar obligatorio -que permite que el país cuente con más de 151.000 reclutas- y la resistencia a la desmilitarización son justificados por el Estado suizo alegando que sólo serán utilizados en caso de ser atacados.
Pese a la defensa del poder militar por parte del Estado, esta paradoja ha sacudido en varias ocasiones la conciencia de los suizos, que han hecho uso de su derecho a la iniciativa popular -una de las principales herramientas de su democracia semidirecta- para someter a sufragio varios asuntos concernientes a sus Fuerzas Armadas.
Los suizos han votado hasta en tres ocasiones sobre la continuidad del servicio militar obligatorio, la última vez en 2013, siempre con un resultado favorable a mantener esta tradición.
En 2011, la iniciativa popular "Para la protección contra la violencia de las armas" también llevó a los ciudadanos a las urnas para votar sobre el sistema que permite a todos aquellos que han efectuado el servicio militar conservar su rifle tras concluirlo.
La propuesta planteaba terminar con esta práctica, pero fue rechazada por un 56,3 % del electorado.
Los resultados de estas votaciones fueron una prueba del arraigo generalizado que tiene la tradición militar en la sociedad suiza, a pesar de su aparente incompatibilidad con una neutralidad que le permite seguir siendo imparcial ante los conflictos que surgen alrededor del mundo. EFE
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