El Leopold de Viena saca a la expresionista Gabriele Münter de la sombra de Kandinsky

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Viena, 20 oct (EFE).- "A los ojos de mucha gente, yo no era más que un complemento innecesario de Kandinsky". Así lamentaba en 1926 la pintora Gabriele Münter la sombra que su pareja durante muchos años lanzó sobre su propia obra, y que el Museo Leopold de Viena reinvindica ahora como una parte esencial del expresionismo alemán.

"A menudo se olvida que una mujer puede tener un talento original y genuino, y ser una persona creativa", continuaba esa cita que la artista escribió en su diario, y con la que recibe al visitante esta retrospectiva de 135 obras que puede visitarse desde hoy y hasta el próximo febrero.

Gabriele Münter (1877-1962) fue durante más de una década la pareja sentimental de Vasili Kandinski (1866-1944), uno de los fundadores del movimiento expresionista alemán "Der Blaue Reiter".

El artista ruso fue el descubridor de la obra de Münter pero, al mismo tiempo, su condición de ser uno de los principales artistas del siglo XX eclipsó la obra de la pintora, vista durante mucho tiempo simplemente como "la compañera de Kandinsky".

"Lo que hemos hecho es que no tenemos ninguna obra de Kandinsky en la exposición, lo que es ya un paso importante en su emancipación", dice a EFE el director del Museo Leopold, Hans-Peter Wipplinger, quien reconoce que, no obstante, no se puede hablar de Münter sin mencionar al artista ruso.

Wipplinger asegura que en la muestra puede verse la "temprana emancipación artística" de Münter, pese a que reconoce que tras su separación de Kandinsky en 1916, la artista tardó años en distanciarte mental- y emocionalmente antes de reactivar su actividad creadora.

El director indica que la intención no es presentar a Münter bajo una perspectiva feminista sino "centrarse en una obra pictórica muy interesante".

De fotógrafa a pintora

En 1899, Münter viajó a Estados Unidos, donde sus padres se habían conocido, y realizó allí más de 400 fotografías en las que se perciben ya los temas y estilos que, según el comisario de la muestra, Ivan Ristic, permiten intuir ya a la pintora que será en el futuro.

Cuadros como "Paseo marítimo", pintado entre 1904 y 1906, está claramente inspirado, por ejemplo, en las tomas que Münter hizo con su cámara a orillas del río Misisipi.

La negativa de las academias de arte de la época a aceptar a mujeres hizo que Münter se formara en centro privados de Múnich, donde conoció a Kandinsky.

De esa época son óleos de una estructura pastosa lograda con el uso de la espátula, y no del pincel, que tiene mucho de impresionistas.

A partir de 1908 se produce una ruptura a partir de la que sus obras estarán marcadas por la claridad y la reducción, como "Retrato de joven con sombrero".

Münter participó, junto a Kandinsky, en la fundación de la Nueva Asociación de Artistas de Múnich, una precursora del movimiento Der Blaue Reiter, cuya primera exposición, entre 1911 y 1912, ella documentó fotográficamente.

La muestra sigue a Münter en su exilio a Suecia durante la I Guerra Mundial, durante el que se separa de Kandisnky, y su regreso a Alemania en 1920, cuando pasa por una crisis creativa hasta que, a mediados de la década, comienza su etapa de "nueva objetividad" a la que pertenecen piezas como "Oyentes".

Durante el régimen nazi (1933-1945) la pintora mantuvo lo que la exposición califica de equilibrio "entre la adaptación y la resistencia".

La ausencia de obras suyas en museos de la época la libró de caer en la categoría de "arte degenerado" que los nazis dieron a muchos pintores vanguardistas.

Münter ingresó en la Cámara de Bellas Artes y sus obras de esa época pueden considerarse como "conformistas", marcadas por colores puros y sin mezcla y temas muy ingenuos.

Pero, al mismo tiempo, ella y su pareja escondieron en el sótano de su casa numerosas obras de Kandinsky y de otros expresionistas, evitando que fueran confiscadas y destruidas por los nazis.

Tras la guerra, Münter fue celebrada como benefactora del arte, pero no vio reconocido el valor de su obra antes de morir, en 1962.

"Una mujer sola, incluso de mi categoría, nunca puede hacerse valer sin ayuda. Otras 'autoridades' tienen que intervenir en su nombre", había presagiado en 1926, en su diario.

Antonio Sánchez Solís

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