Timba (Colombia), 25 sep (EFE).- Las campanas de la iglesia Nuestra Señora del Carmen en Timba, en el norte del departamento colombiano del Cauca (suroeste), sonaron esta tarde, en un horario inusual, con el objetivo de convocar a la ciudadanía a marchar por la paz.
Los recientes carros bombas detonados por el Estado Mayor Central (EMC), principal disidencia de las FARC, mantienen a esta región en zozobra y luto. El último estalló el pasado miércoles, precisamente en Timba, dejando a una profesora y un obrero muertos.
Estela Mosquera, una de las pobladoras de esta zona rural, sueña con “el silencio de los fusiles” para que sus nietos puedan crecer en un territorio lejos de la muerte.
“Aquí hay mucho miedo, la gente no dice nada, pero el temor es constante. Queremos que los niños puedan salir a jugar a las calles, que estén tranquilos, porque no nos podemos acostumbrar a la guerra”, precisó a EFE Estela.
En la eucaristía, presidida por el arzobispo de Popayán, monseñor Omar Alberto Sánchez, se elevaron plegarias enfocadas en el perdón y la reconciliación junto a cerca de 500 personas.
“Aquí debió estar todo el pueblo, pero entendemos que hay temor. Las mujeres y los niños hoy son mayoría, ellos nos dan ejemplo de valentía, de humildad y amor al prójimo enviando un mensaje de paz”, indicó a EFE Sánchez.
Este lunes Timba se tiñó de blanco. Los habitantes recorrieron las principales calles ondeando banderas y exigiendo a los grupos armados detenerse. Varios llevaban pancartas que decían “que pare la guerra, que siga la vida”.
Sin embargo, no hubo acompañamiento de la fuerza pública, pues luego de la explosión del carro bomba la Policía retiró a sus uniformados y el pueblo quedó sin autoridad oficial ni presencia del Estado.
Por el contrario, el EMC instaló una pancarta con la cara del "Mono Jojoy" -uno de los emblemáticos líderes de las ahora disueltas FARC- en la que se habla de “la lucha campesina”, población que, paradójicamente, solo pide que no haya más violencia en sus campos.
“Aquí nadie dice nada, pero todos saben que en medio de todos está la guerrilla. Ellos se pasean por aquí como civiles e imponen su orden, pero es mejor quedarse callados para evitar la muerte”, contó a EFE un habitante de Timba.
La marcha continuó hasta el lugar donde murieron la profesora Estela Balanta y el obrero Ardani Álvarez, impactados por la onda expansiva del carro bomba la semana pasada.
Allí, entre las ruinas de los locales comerciales que quedaron destruidos, hubo un minuto de silencio en una escena donde aún se podían ver esquirlas de metralla incrustadas en las paredes y los troncos de los árboles.
“Estamos a unos pasos de instalar una mesa de diálogos entre el Gobierno y el EMC el próximo 8 de octubre, hoy hemos orado para que ese diálogo sea real y que vaya a una velocidad que salve vidas”, insistió el arzobispo.
Está previsto que el próximo 8 de octubre se instale la mesa de diálogos en Tibú, Norte de Santander, en la que el EMC, comandado por "Iván Mordisco", y el Gobierno logren una salida al conflicto.
Ese mismo día arrancará un ansiado cese el fuego bilateral entre guerrilla y Gobierno.
Mario Baos