La Paz, 13 ago (EFE).- La lectura del libro en físico con modalidades narrativas diferentes son una forma de contrarrestar el uso "acrítico" de la tecnología que puede encerrar a los más jóvenes en un "personalismo muy potente", explicó en una entrevista con EFE la escritora italiana Arianna Squilloni.
"Reivindico particularmente el valor del libro físico, del libro impreso en papel, porque la lectura es un acto que haces con todo tu cuerpo", afirmó la autora y editora de literatura infantil y juvenil, quien es una de las principales invitadas en la Feria Internacional del Libro en La Paz.
Squilloni, quien trabaja en España hace unos 21 años, ha participado estos días en Bolivia en un par de encuentros con menores de escuelas públicas y privadas además con creadores y escritores de contenidos para niños y adolescentes.
Justamente, fue a partir de su vida en España que descubrió la "maravilla de América Latina" puesto que antes, dijo, "no tenía conciencia del mundo variado y todas las culturas" de ese lugar.
EL LIBRO ANTE LA TECNOLOGÍA
La autora de obras como "El libro de los saludos" y "La mejor mascota del mundo" sostuvo que la tecnología y las redes sociales tomadas "acríticamente" pueden empujar a los más jóvenes a quedar reducidos en un "pequeño ámbito cerrado" en el que todo funciona a su medida.
"Las redes (sociales) toman las palabras y las imágenes, las descontextualizan, y las ciñen al 'yo' de la personalidad (...) y esto puede ser peligroso", indicó.
Squilloni consideró que es necesario "proponer otro tipo de lectura", que viene de la literatura y la experiencia con el libro físico en donde quien lee descubre que hay "otras historias" por conocer.
A esto se suma que a partir de la literatura los jóvenes pueden "leer juntos" y generar "diálogos" entre ellos.
"En el caso de los niños más pequeños, la manipulación (del libro), la manualidad a la hora de leer es fundamental" así como "subrayar y tachar" aquellos fragmentos o partes más significativas, destacó la escritora.
Puso como ejemplo aquellos libros-álbum, que combinan el texto con las imágenes en formatos de acordeón, solapas, transparencias troqueles o agujeros porque estimulan la curiosidad y la investigación en los más pequeños.
Squilloni mencionó que, aunque con los adolescentes "las cosas cambian un poco", es posible encontrar "modalidades narrativas capaces de atraparlos" con formatos como el manga japonés y técnicas de lectura en voz alta y en reuniones con compañeros, puesto que con esto desarrollan sus capacidades de "pensar" y "asociación".
La autora consideró que lo mejor es que las personas "empiecen a leer desde pequeñitos" a fin de incorporar ese hábito "como un compañero" en la vida cotidiana, aunque también valoró que ese interés puede florecer en una edad mayor gracias a algunas "experiencias vitales".
Mencionó que merece la pena escribir para niños y adolescentes, aunque en este ámbito se aplique un "mecanismo" que condiciona que los libros para este segmento de lectores deban "hablar de valores", casi exclusivamente.
Squilloni cuestionó que se "disfrace una lección moral de historia" cuando son también estas últimas las que "hablan de valores" y propician "lo que las redes sociales no hacen": la reflexión.
A través de su experiencia en Bolivia, la escritora señaló que en América Latina se hacen "libros sensacionales y atrevidos" y que esto puede deberse a la influencia de las culturas indígenas que contribuyen a que muchas formas de contar sean "revolucionarias".