Roma, 6 jul. Una antigua cabeza de mármol, "integra" y en buen estado, ha aparecido durante las obras de remodelación de una céntrica plaza de Roma, según anunció este jueves el alcalde de la ciudad, Roberto Gualtieri, en sus redes sociales.
"Roma sigue devolviendo preciosos testimonios de su pasado: una espléndida cabeza de mármol íntegramente conservada fue hallada durante las obras de la Plaza Augusto Imperatore. Arqueólogos y restauradores se afanan en limpiar y estudiar el hallazgo", detalló.
Pese al paso del tiempo, la cabeza, que parece representar un rostro femenino, conserva con claridad su estructura y detalles como las ondas del pelo, los labios, la nariz y los ojos.
El hallazgo se ha producido en las obras de la Plaza Augusto Imperatore, que el ayuntamiento de la capital está rehabilitando después de décadas de abandono.
La plaza es un interesante espacio arqueológico: a orillas del río Tíber y en el área del Campo de Marte, está delimitada por el Museo del Ara Pacis, que alberga el altar que Augusto, primer emperador de Roma, hizo construir en el año 9 a.C para celebrar la pacificación.
Mientras que en su centro se levanta el mausoleo de Augusto, la grandiosa tumba de planta circular que el emperador mandó erigir para su dinastía hace dos milenios.
El edificio había caído durante años en el abandono y estaba hasta hace poco prácticamente escondido entre la maleza en la plaza y rodeado de vallas, pero desde 2020 se permiten las visitas a su interior y el ayuntamiento trabaja ahora para arreglar toda la plaza.
El mausoleo de Augusto es el ejemplo del uso polivalente que los restos de la capital italiana han tenido a lo largo de los siglos. El último emperador sepultado en su interior fue Nerva, a finales del primer siglo de nuestra era, y después el lugar cayó en desuso.
Y no solo eso, sino que sus ricos materiales, mármoles, metales y esculturas fueron depredados y usados para la reconstrucción de la ciudad en el siglo XVI.
La familia de los Colonna compró la sepultura para convertirlo en fortín medieval y en el siglo XVIII acabó en manos de los Correia portugueses que, curiosidades del destino, terminó alquilándola al empresario español Bernardo Matas para organizar corridas de toros.
A finales del siglo XIX el Estado italiano adquirió su propiedad y lo convirtió en un auditorio con una cúpula de cristal y acero en el que se daban conciertos. Pero esto cambiaría con la llegada de Benito Mussolini en los años 20 del siglo pasado.
El dictador fascista mandó derribar todo añadido moderno y ordenó excavar para buscar los restos de la tumba de Augusto, si bien la II Guerra Mundial detuvo sus planes arqueológicos y dejó gran parte de sus restos a cielo abierto.