París, 6 jul. La lana de vicuña protagonizó hoy un desfile en la embajada de Perú en París que, paralelamente a la Semana de la Moda, celebra la tradición textil del país andino y su papel en la supervivencia del animal.
La marca Incalpaca, primer productor legal de telas de vicuña tejidas en Perú, fue la protagonista del evento, que presentó una colección variada de prendas para hombre y mujer con un diseño que busca ser atemporal, basado principalmente en tonos marrones y colores pastel.
"Si bien es cierto que Perú no es conocido por su alta costura, es conocido por la calidad de su materia prima y por la calidad de sus materiales, y creo que la vicuña ha sido la excusa perfecta para poner un pie en Europa y en París, que es la cuna de la moda", celebró el director comercial de la marca, Juan Pablo Rivera.
Bajo el nombre de "Vicuña Revolution", la diseñadora de la marca, Micaela Ameri, traía chaquetas, trajes, vestidos, sombreros y pañuelos a base de algodón y lana de vicuña, de tejido plano o estampado, que trae nuevos colores al tejido más allá del "camel" propio de esta fibra.
Todo ello con el deseo de crear "una colección etérea y atemporal", explica la diseñadora, en un intento de traer al frente la tradición de los ponchos de vicuña, que se pasan de generación a generación.
"Vicuña Revolution" contó con la colaboración del peruano José Clemente, que trabajaba por primera vez con este material, y realizó dos trajes tejidos con fibra de vicuña a modo de hilo, de colores marrones y negros.
Para Ameri, presentar la colección en París fue "una fiesta para el Perú".
"Es un 'show' que tiene una historia detrás muy importante, que empieza en los Andes del Perú", cuenta a EFE una emocionada Ameri, que recuerda que hace no mucho la vicuña estaba en peligro de extinción.
Hermana de la alpaca, la vicuña era antiguamente venerada como un animal proveniente del dios Sol y no llegó a ser domesticada. Con el tiempo, su población comenzó a decrecer y ello llevó a la creación de áreas protegidas y la prohibición de vender su fibra a mediados de los setenta.
Una vez se recuperó suficientemente la población de vicuñas, volvió a permitirse el uso de su fibra, que se consigue a través de la técnica del "chaccú", una tradición milenaria de las comunidades andinas que todavía ocurre a día de hoy por la que una gran cadena humana acorrala al animal y lo esquila sin causarle ningún daño.
"Gracias a la colaboración entre empresa y Gobierno se logró hacer toda una campaña y (las vicuñas) se convirtieron de 4.000 a 400.000. Es una historia de que sí es posible lograr que los animales en peligro de extinción puedan sobrevivir", defiende la diseñadora.