Estrasburgo valida el derecho al olvido para el autor de un accidente de tráfico mortal

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París, 4 jul. El Tribunal de Estrasburgo ha validado la decisión de la Justicia belga, que dio la razón a un hombre que exigió que no apareciera su nombre en una información de los archivos del diario Le Soir puestos en línea en la que se contaba su responsabilidad en un accidente de tráfico mortal en 1994.

Los jueces europeos, en una sentencia de su Gran Sala publicada hoy, rechazan la demanda de Le Soir, que consideraba que se estaba coartando la libertad de expresión al obligar a una fórmula anónima en esa información para referirse al responsable de ese accidente, en el que murieron dos personas y otras tres resultaron heridas.

El hombre, que es médico, acabó de purgar su pena en 2000 y se benefició de una rehabilitación en 2006, no quiere que en una búsqueda por internet se le pueda relacionar con ese siniestro en nombre de su derecho al olvido, y por eso dos años después de que el periódico pusiera en línea sus archivos históricos, reclamó la desaparición de su nombre.

La Justicia belga le dio la razón y por eso el editor de Le Soir, Patrick Urbain, recurrió al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que pone el acento en el "perjuicio grave" para el conductor porque el artículo crea una especie de "antecedentes judiciales virtuales".

Para los jueces de Estrasburgo, tras poner en la balanza los derechos de una y otra parte, obligar a un tratamiento anónimo del conductor no supone "una carga desorbitada y excesiva" para el periódico, mientras que para el primero es "la medida más eficaz para la protección de su vida privada".

Sobre todo, insisten en que su decisión no abre una jurisprudencia que permitiría amputar ciertas informaciones en los archivos, sino que responde un análisis del contexto particular.

En este caso en concreto, hacen notar que los hechos relatados en el artículo no tuvieron eco mediático, que el médico no era una persona pública, que la difusión de su nombre no aportaba ningún valor añadido al interés general ni contribuía a un debate público sobre la seguridad vial, ni tenía una dimensión histórica.

El conductor no ejercía ninguna función pública que justificara su exposición -su profesión de médico no cambia las cosas- y su comportamiento tanto en el momento del accidente como cuando reclamó que se retirara su nombre 16 años después, mostraba que quería mantenerse a distancia de cualquier publicidad.

Sin embargo, si su identidad se mantuviera en ese artículo de los archivos, cualquiera que hiciera una búsqueda en Le Soir o en un buscador como Google -como sus pacientes, sus colegas o cualquier conocido-, encontraría la información de 1994 y eso podría estigmatizarlo, afectar gravemente a su reputación y "privarlo de la posibilidad de resocializarse normalmente".

El TEDH hace hincapié en que eso no supone un derecho para reescribir o falsificar la historia y que en último término siguen estando los archivos en papel de Le Soir, donde aparece el nombre íntegro. EFE

ac/fpa

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