Santiago de Chile, 7 may. Creado en 2019, como una escisión de la Unidad Democrática Independiente (UDI), creado en 1980 y fiel defensor de la dictadura, el Partido Republicano de Chile -ganador hoy de las elecciones constituyentes en Chile- representa algo más que la nostalgia por el sangriento régimen de Augusto Pinochet y su Junta Militar.
Comparte, sobre todo, los principios que rigen en la ultraderecha en Europa y que definen al "Trumpismo" en Estados Unidos o al "Bolsonarismo" en Brasil, además de apelar a una suerte de autoritarismo similar al que caracteriza a regímenes como el de Vladimir Putin, en Rusia.
Nada más ganar este domingo las elecciones al Consejo Constituyente que deberá escribir una Carta Magna que sustituya a la inspirada en 1980 por el fundador de la UDI, Jaime Guzmán, uno de sus consejeros electos, Luis Silva, ya dejó claro su objetivo. En su opinión, Chile "no necesita una nueva Constitución".
El partido fue creado por el abogado José Antonio Kast, hijo de un militante del partido Nazi alemán emigrado a Chile en la década de los cincuenta, en junio de 2019, escasos meses antes de que cientos de miles de chilenos salieran a las calles para protestar por la desigualdad y para exigir justicia social en un movimiento conocido como "estallido social".
Las protestas, que incluyeron la quema de estaciones de metro y otros actos vandálicos pero también una dura ola represiva policial en la que murieron una treintena de personas y miles más resultaron heridas, catapultaron la candidatura presidencial de Kast, que en 2017 ya había dejado la UDI -tras 16 años de militancias y cargos- y había fracasado en su intento de asaltar La Moneda frente al conservador Sebastián Piñera.
Entonces logró el 7,93% de los sufragios válidamente emitidos, el cuarto más votado de los siete candidatos.
Cuatro años después, al frente de Republicanos, Kast ganó la primera vuelta de las elecciones de 2021 por un estrecho margen de dos puntos al diputado Gabriel Boric, quien también había emergido como opción presidenciable tras el estallido, pero por primera vez en la historia de Chile, perdió en la segunda vuelta.
NOSTALGIA DE LA DICTADURA
Al proyecto de Kast se unieron paulatinamente los miembros más radicales de la UDI -entre ellos, Javier Leturia, expresidente en 1973 de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC), uno de los principales apoyos de la Junta Militar- y antiguos funcionariosdel primer gobierno de Sebastián Piñera.
Una de sus primeras acciones políticas de relevancia tuvo lugar el 15 de noviembre de 2019, fecha en la que rechazó firmar del "Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución", que contribuyó a aplacar el estallido social y puso en marcha el proceso de elaboración de una nueva Carta Fundamental.
Meses después, acusaron al gobierno Piñera de "haberse rendido frente a las ideas de izquierda que tanto daño le hacen al país", se auto proclamaron la verdadera oposición y declararon que trabajarían para que fracasara la Asamblea Constituyente.
Aún así, aceptó la propuesta de Piñera de sumarse a la colación conservadora "Chile Vamos" para la elección de miembros de la primera Convención Constituyente.
Un acuerdo que no continuó para las presidenciales, a las que Kast decidió presentarse por separado agarrado a las políticas y el discurso tradicional de la ultraderecha, con eslóganes xenófobos, antifeministas, homófobos, ultracatólicos, ultraliberal en economía y negacionistas con el cambio climático con el objetivo, como dijo, de "derrotar al comunismo".
Antes, se unió al Partido Conservador Cristiano y creó el Frente Social Cristiano (FSC), coalición con la que logró 15 representantes en el Congreso y un senador en las parlamentarias de 2021.
DISCURSO RETRÓGRADO
El partido Republicano es contrario al aborto y a la eutanasia, defiende la familia tradicional "fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer" y promueve "una economía social de mercado" con escasa intervención del estado
Para frenar la migración irregular propuso en 2021 cavar una zanja en la frontera norte, la expulsión inmediata y la prisión preventiva para quienes se les acuse de un delito, además de militarizar la zona y crear campos de refugiados donde recluir a los que llegan a Chile huyendo de la guerra o la pobreza.
Además, algunos de sus representantes han sugerido la posibilidad de declarar el estado de excepción tanto en La Araucania, región de fuerte movimiento indigenista, como en el resto del país por los problemas de inseguridad.
Sobre la Constitución de Pinochet, cree que "es el instrumento que ha permitido convertir a Chile en el país más exitoso de Latinoamérica" y que una nueva constitución «redactada al alero de los abusos de la violencia callejera, por los mismos políticos que no han sabido defender a los chilenos en los últimos 20 años, no será más que una falsa promesa". EFE
jm/gcf