La sequía de los humedales amenaza las explotaciones agrarias y la fauna de Doñana

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Un potro tumbado en el
Un potro tumbado en el suelo en el Parque Nacional de Doñana, donde la sequía ha reducido los niveles de agua, en la aldea de El Rocío, España, 25 de abril de 2023. REUTERS/Marcelo del Pozo

Por Elena Rodriguez y Guillermo Martinez

EL ROCÍO, España (Reuters) - Los humedales del parque español de Doñana han sido una rica zona agrícola durante décadas y un paraíso para la fauna durante siglos, pero el cambio climático los está secando, poniendo a las autoridades regionales y a las estatales en una encrucijada sobre la cuestión de cómo proteger su futuro.

Por su parte, diversos científicos afirman que las necesidades de agua de los agricultores que cultivan miles de toneladas de fresas al año están agravando el problema.

El Parque Nacional de Doñana está situado sobre una reserva de aguas subterráneas de 2.700 kilómetros cuadrados, una de las mayores de Europa en su género, con una superficie casi dos veces mayor que la de Londres.

Sus hermosas laguna, que se están agotando por una larga sequía y un clima más caluroso, están rodeadas por un mar de invernaderos y un complejo sistema de tuberías que toma el agua de pozos, en algunos casos perforados de forma ilegal.

La Junta de Andalucía, actualmente liderada por el conservador Partido Popular, planea una medida que legalizaría nuevos regadíos en los alrededores de Doñana, lo que ha provocado la protesta de los ecologistas y, antes de las elecciones autonómicas y locales de este mes, el compromiso del Gobierno estatal, liderado por el Partido Socialista, de proteger el parque.

La región, y más concretamente la provincia de Huelva, donde se encuentra el parque, produce el 97% de los frutos rojos de España y es el mayor exportador mundial de fresas.

DIVISIÓN ENTRE AGRICULTORES

Los agricultores están divididos sobre el plan regional.

Un grupo a favor dice que solo quiere permiso para regar con agua superficial, sin poner en peligro las reservas subterráneas.

"Hay agua superficial suficiente para regar todas las hectáreas de la zona, algunas de las cuales utilizan agua subterránea", dijo a Reuters su portavoz, Julio Díaz.

Sin embargo, el Gobierno central dice que eso no es cierto, y los científicos afirman que la extracción de agua, tanto legal como ilegal, está afectando a la biodiversidad del parque.

La reserva también cuenta con marismas, bosques de matorral y playas, y es el hogar de ciervos, tejones y especies en peligro de extinción como el águila imperial española y el lince ibérico.

"Las lagunas dependen directamente del acuífero. Si las lagunas están desapareciendo es porque el acuífero está disminuyendo", afirma Eloy Revilla, responsable de la Estación Biológica de Doñana, que reclama medidas para reducir la dependencia del agua en estas zonas porque no van a ser sostenibles.

El año pasado, Europa sufrió su verano más caluroso jamás registrado, agravado por varios fenómenos extremos como olas de calor intensas, condiciones de sequía y grandes incendios, según el Servicio de Cambio Climático del programa Copernicus, y muchos científicos afirman que las sequías son cada vez más frecuentes y el agua más escasa.

Como la sequía prolongada ha dejado los embalses de la cuenca del Guadalquivir a una cuarta parte de su capacidad, las autoridades responsables de la gestión del agua redujeron el mes pasado la cantidad de agua disponible para el riego legal.

Eso obligó a los agricultores de Doñana que utilizan agua extraída legalmente a matar parte de sus cultivos para salvar el resto, y no están muy contentos con el plan regional de amnistiar cientos de hectáreas regadas ilegalmente. Los ecologistas de WWF calculan que podrían legalizarse 1.900 hectáreas de cultivos ilegales en Doñana.

"Los que llevan 15 años cultivando ilegalmente se van a ver premiados con agua superficial para poder regar a demanda", dice Manuel Delgado, portavoz de la asociación de agricultores Puerta Doñana, en uno de los invernaderos que cultiva 50 toneladas de frutos por hectárea.

(Reporte adicional de Emma Pinedo; edición de Andrei Khalip y John Stonestreet; editado en español por Flora Gómez)

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