Pablo Duer
Jerusalén, 2 abr. La creación de una Guardia Nacional a cargo de un ministro ultraderechista, que obtuvo hoy la aprobación preliminar del Gobierno, genera preocupación en Israel y ha desencadenado advertencias desde la Justicia, la Policía y miembros de la minoría árabe.
Cuando el lunes de la semana pasada, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, anunció que había alcanzado un acuerdo con el primer ministro para frenar la polémica reforma judicial a cambio de la creación de una Guardia Nacional a su cargo, todos las miradas se posaron sobre Benjamín Netanyahu y la reforma.
Pasada la tormenta y con los tramites legislativos aplazados hasta mayo, los focos -y parte del movimiento de protesta en las calles- han virado hacia Ben Gvir y su Guardia Nacional.
Este ministro encabeza el partido más derechista del actual Gobierno y en el pasado ha sido acusado más de 50 veces y condenado en ocho oportunidades por disturbios, vandalismo, incitación al racismo y apoyo a una organización terrorista.
Según sus propias palabras, esta nueva Guardia Nacional se ocuparía, entre otras cosas, de prevenir "el terrorismo y crímenes nacionalistas", de garantizar la seguridad en ciudades donde residen tanto judíos como árabes y de combatir el crimen organizado en las ciudades árabes.
"La Guardia Nacional alcanzará aquellos sitios que en los últimos años se han convertido en el patio trasero de Israel. Este es un proyecto sionista que busca fortalecer la seguridad y la gobernanza de Israel", explicó el ministro.
Este domingo, esta nueva fuerza recibió el primer guiño del Ejecutivo, que aprobó su creación de forma preliminar.
Ahora, según un portavoz gubernamental, el proyecto pasará a un comité compuesto por miembros del aparato de seguridad previo a su aprobación definitiva.
Entre los elementos aprobados hoy se incluye un recorte presupuestario a todos los ministerios para poder así asignar los fondos necesarios -en torno a 250.000 euros anuales- para la creación de la Guardia Nacional.
Esta decisión llega a pesar de las advertencias por parte de la fiscal general del Estado, el comisionado de la Policía y el director del servicio de inteligencia interior, el Shin Bet.
La fiscal general, Gali Baharav-Miara, dijo hoy que existe un "obstáculo legal" para la creación de esta nueva fuerza dado que su trabajo se solaparía con el de la Policía, organismo que remarcó puede hacer frente a los desafíos que enfrenta sin necesidad de una fuerza paralela.
Por su parte, Kobi Shabtai, comisionado de la Policía, envió la semana pasada una carta a Ben Gvir y a Netanyahu en la que describió la iniciativa como "innecesaria" y advirtió que podría "causar un gran daño al aparato de seguridad".
"Es una pérdida de tiempo y de dinero", opinó en diálogo con EFE Alon Levavi, que sirvió durante 34 años en la Policía de Israel hasta su retiro como vicecomisionado en 2019.
"No podemos tener a dos fuerzas operando en paralelo en el mismo territorio, sería un caos y acarrearía un gasto inmenso de dinero tan solo en materia de coordinación", explicó, aunque destacó que el principal problema con esta Guardia Nacional a cargo del Ministerio de Seguridad sería la potencial intromisión de la política en cuestiones operativas.
En base a esto, Levavi propone la creación de una Guardia Nacional bajo la órbita de la Policía, que se encargue de cuestiones específicas y claramente identificadas, distribuyendo así responsabilidades con otras fuerzas en lugar de competir por recursos y personal.
La cuestión del personal que compondría este nuevo cuerpo ha sido también fruto de controversia, dado que además de unos 2.000 agentes de la Policía, incluiría también a un grupo importante de voluntarios.
"Estos voluntarios van a venir de organizaciones de extrema derecha, de las colonias en Cisjordania ocupada y de grupos racistas antiárabes", mencionó a EFE Thabet Abu Rass, codirector de la organización Iniciativas Abraham, que lucha por la igualdad de los ciudadanos árabes de Israel.
En base a esto, opinó, esta minoría -que representa en torno a un 20% de la población israelí- será quien pague el precio más alto por la creación de lo que describe como "una milicia" a cargo del ministro ultraderechista.
Abu Rass anticipó que, más que calmar las tensiones entre judíos y árabes en las ciudades mixtas, esta nueva fuerza incrementaría la tensión y permitiría que "extremistas judíos operen bajo el auspicio de la ley y sin supervisión policial".
Para evitar ese escenario, y advirtiendo que este cuerpo podría también actuar contra ciudadanos judíos de izquierda, insta a una respuesta popular conjunta entre ambos sectores que defienda que "Israel es el hogar de todos sus ciudadanos y no solo de unos pocos". EFE
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