Redacción Ciencia 30 ene. En una técnica transmitida durante generaciones, humanos y delfines han aprendido a pescar de forma sincronizada en Laguna, sur de Brasil, una extraña asociación que se perpetúa porque reporta beneficios a ambas partes, pero que puede estar en peligro.
Los movimientos sincronizados de las bandadas de aves y los bancos de peces son un comportamiento común que puede ser clave para la supervivencia de los animales, pero esa sincronía para pescar entre los delfines mulares y los pescadores tradicionales de Brasil, es mucho más rara.
Por eso, esta práctica ha sido observada por un grupo de científicos durante quince años y ahora publican sus resultados en PNAS, en los que concluyen que pescadores y delfines sacan un beneficio, pues ambos consiguen más peces.
"Sabíamos que los pescadores observaban el comportamiento de los delfines para determinar cuándo lanzar sus redes, pero no sabíamos si los delfines coordinaban activamente su comportamiento con el de los pescadores", explicó el coordinador del estudio, Mauricio Cantor, de la Universidad Estatal de Oregón (EE.UU.).
Con el uso de drones e imágenes submarinas pudieron observar el comportamiento de ambos con un detalle sin precedentes y descubrieron “que capturan más peces trabajando en sincronía", dijo Canto.
Este beneficio favorece la supervivencia de los delfines que practican la pesca cooperativa en esa zona (un 13 % más) y el bienestar socioeconómico de los pescadores.
La mayoría de las interacciones entre especies, incluidas las que se dan entre humanos y otros animales, son más competitivas que mutuamente beneficiosas, pero no es este caso.
“Esto hace que este sistema sea de gran interés científico, ya que puede ayudarnos a comprender en qué condiciones puede evolucionar la cooperación y -de creciente importancia en nuestro mundo en rápida evolución- en qué condiciones podría extinguirse, o pasar de una interacción cooperativa a una competitiva", destacó Damien Farine, de la Universidad de Zúrich.
Esta práctica se considera una tradición cultural en la ciudad de Laguna, donde se practica desde hace más de 140 años y se ha transmitido a través de generaciones de pescadores y delfines. La relación de pesca cooperativa es específica de esta población de delfines y no es un rasgo genético de los animales, afirmó Cantor.
Existen testimonios históricos y recientes de comportamientos similares en algunos lugares del mundo, pero la práctica está en declive o ha desaparecido por completo en la mayoría de los lugares, y en otros prácticamente no se ha estudiado.
Desde el punto de vista de los pescadores, esta práctica forma parte de la cultura de la comunidad en todos los sentidos, los conocimientos se transmiten de unos a otros a través del aprendizaje social, se sienten vinculados a este lugar y tienen un sentimiento de pertenencia a la comunidad. Los modelos predictivos utilizados en el estudio muestran que el futuro de esta práctica podría verse amenazado si las poblaciones de mújol -el tipo de pez que buscan tanto los delfines como las personas- siguen disminuyendo, o si las generaciones futuras de pescadores pierden el interés por aprender el arte de esta práctica única.
Aunque los investigadores no saben qué pasará en el futuro, estiman, según su datos y modelos, que si las cosas siguen sin cambios llegará un momento en que la interacción dejará de interesar, al menos a uno de los depredadores: los delfines o los pescadores.
Por ello, sugieren, que pueden ser necesarias medidas de conservación para garantizar su futuro, entre ellas tratar de identificar el origen del declive del mújol y tomar medidas para gestionar mejor esa especie, así como reducir el uso de redes ilegales mediante la aplicación de la ley.
Los investigadores recomiendan además trabajar con los pescadores artesanales actuales y futuros, insistiendo en la importancia cultural y económica de la pesca con red. EFE
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