CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Cientos de vendedores de artesanías del sur de México bloquearon el tránsito el miércoles en las carreteras de acceso a las ruinas mayas de Chichén Itzá por tercer día seguido.
La mayoría de los vendedores son mayas de localidades cercanas que desde hace tiempo han vendido artículos en las entradas y estacionamientos del sitio arqueológico. Acusaron a los vigilantes de las ruinas de discriminación y de violar sus derechos en su calidad de descendientes del pueblo maya que construyó los templos hace más de 1.200 años.
“Prohíbe a los artesanos allá que hablen maya”, dijo Arturo Ciau Puc, activista de un grupo agrícola local conocido como CIOAC. “El hecho de que seamos indígenas no quiere decir que nos traten de una forma de ciudadanos de segunda”.
En algunos de los bloqueos, manifestantes sostenían letreros con la frase: “No más acoso a los artesanos”.
Los vendedores montaron las líneas de protesta el lunes por la noche con el fin de exigir un mayor acceso al complejo para vender sus productos, luego de que los guardias de seguridad aparentemente echaron a algunos de ellos del sitio.
El sitio arqueológico es manejado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), y sus límites no están bien definidos, ante lo cual algunas comunidades locales han reclamado una parte del terreno. En ocasiones, vendedores y guías ingresan a Chichén Itzá en busca de clientes, lo que, según algunas personas, arruina la experiencia.
Diego Prieto, el director del INAH, dijo el miércoles que los vendedores son “invasivos” y “quieren vender mercancía china frente a las pirámides”. Se refería a la pirámide de Kukulcán, también conocida como El Castillo, que a menudo es considerada la pieza central del complejo arqueológico.
Ciau Puc comentó que los manifestantes exigían que se reemplazara al director de la zona arqueológica, acusándolo de ser arrogante. Los locales también están molestos por reportes de que turistas extranjeros adinerados pueden ingresar a las ruinas en la noche, o incluso les permiten subir a la pirámide, algo que se supone está prohibido con el fin de protegerla.
En un comunicado, el INAH dijo que había tratado de poner bajo control a los vendedores “para asegurar el buen funcionamiento de la zona en beneficio del público visitante, particularmente en lo que respecta a la regulación del comercio informal que ha invadido el área”.
El instituto señaló que el sitio seguía abierto al turismo y añadió que los funcionarios estaban dispuestos a dialogar con los manifestantes.
Chichén Itzá es reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad y es el sitio arqueológico más visitado de México, con unas 2,5 millones de personas al año.
La disputa puso de manifiesto los problemas que enfrentan los mayas de hoy en día, la mayoría de los cuales viven en situación de pobreza, en una región donde el turismo celebra el trabajo de sus antepasados, pero a ellos los ignora.
“Al fin y al cabo, es gracias a nosotros o a nuestros antepasados que existen estas zonas arqueológicas”, señaló Ciau Puc.