BUENOS AIRES (AP) — Militantes políticos y sociales despidieron el jueves en Buenos Aires a Hebe de Bonafini, la fallecida titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, en un concurrido acto de homenaje en el que fueron depositadas sus cenizas en la misma plaza donde pervive el reclamo de justicia por los crímenes de la última dictadura militar argentina (1976-1983).
La combativa mujer referente de derechos humanos, quien falleció el domingo a los 93 años, había pedido expresamente que sus cenizas descansaran en la Plaza de Mayo, escenario de las rondas que encabezaba todas las semanas junto a otras madres en reclamo de la aparición con vida de sus hijos desaparecidos.
“El día que me muera no tienen que llorar, tienen que bailar, tienen que cantar, hacer una fiesta en la plaza, porque hice lo que quise, dije lo que quise y peleé con todo”, dijo aún en vida De Bonafini, cofundadora de la asociación humanitaria en 1977, acerca de cómo le gustaría su despedida final.
Sus seguidores eligieron un jueves, el día en el que las mujeres que cubren sus cabezas con pañuelos blancos siguen realizando sus caminatas por las 30.000 personas que desaparecieron en manos de los militares, alrededor de la pirámide que se alza en la plaza.
Las cenizas de Bonafini fueron enterradas junto a las de otras integrantes de la asociación humanitaria en la zona ajardinada que rodea a la pirámide, momento que fue acompañado por varias de quienes fueron sus compañeras.
La verja que rodea el monumento lucía a su vez con numerosas imágenes de la dirigente y mensajes dirigidos a ella, algunos escritos en grandes pañuelos.
La nonagenaria Visitación de Loyola -con un hijo desaparecido- dijo desde un escenario que las madres “van a seguir su ejemplo, lucha, consejos y su bondad tan hermosa”. Recordó a su compañera: “No se fue, está con nosotros. La tengo siempre presente, aunque me hizo una jugadita un poco fea, porque yo era la que me tenía que ir”.
En el homenaje participaron funcionarios que pertenecen al kirchnerismo, el movimiento que encabeza la vicepresidenta y exmandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) dentro del peronismo, militantes de organizaciones sociales de izquierda y sindicalistas.
De Bonafini es elogiada por esos sectores por su valentía durante la dictadura -cuyos máximos jerarcas terminaron siendo enjuiciados y encarcelados- y su posicionamiento político en contra de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
De Bonafini también fue muy crítica en los últimos tiempos con el presidente argentino Alberto Fernández, por considerar que con la renegociación de la deuda con el FMI profundizó la pobreza. Sin embargo, la dirigente humanitaria permaneció siempre leal a la vicepresidenta Fernández de Kirchner.
Símbolo mundial de la lucha por los Derechos Humanos, la mujer era una figura controvertida que despertaba adhesiones y odios en el país sudamericano.
Su estrecha cercanía con el kirchnerismo le valió duros cuestionamientos de otras fuerzas políticas y disputas con otros organismos defensores de los derechos humanos.
En una sesión previa de homenaje en la Cámara de Diputados, José Luis Espert, de la fuerza opositora Avanza Libertad, recordó unas de las declaraciones más polémicas que realizó la dirigente cuando en ocasión de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos dijo que sintió “alegría” y que no le dolió “para nada”.
Espert afeó la trayectoria de Bonafini cuestionando en tono irónico su papel “como una suerte de prócer de los derechos humanos”. Fue abucheado por los legisladores oficialistas cuando añadió: "¿Vamos a honrar el fraude? ¿Vamos a homenajear a una persona que ha sido una verdadera deshonra para la Nación?”.
Al final de su vida, De Bonafini fue salpicada por un escándalo de corrupción al ser imputada de presuntas irregularidades en el manejo de fondos públicos destinados a un programa de construcción de viviendas sociales de la fundación de Madres de Plaza de Mayo. El caso todavía no se ha resuelto en los tribunales.