Quien planea vacaciones en Sudáfrica suele pensar en leones y elefantes, en playas desiertas y buen vino. Sin embargo, pocas personas saben que los alrededores de la turística Ciudad del Cabo son considerados una de las regiones con plantas más inusuales del mundo. El empresario alemán Michael Lutzeyer dio un paso en contra de esta laguna del saber y para difundir la riqueza de la flora de la zona. Lutzeyer creó el primer florilegio de África. En una galería de arte en su reserva natural privada Grootbos presenta 124 ilustraciones botánicas de especies de plantas raras, en peligro de extinción o endémicas. Para ello, Lutzeyer convocó a 44 artistas de renombre de todo el mundo, desde Japón, Corea del Sur, Italia, Holanda, Brasil e Inglaterra hasta dos compatriotas alemanes, Verena Redmann y Andreas Hentrich. Cada artista eligió en el lugar una o varias plantas y las retrató en detalle. Cada ilustración -científicamente exacta- es acompañada de una segunda que muestra a los polinizadores de cada planta. "El florilegio no solo pone de relieve la diversidad única de la flora del Cabo, sino que también llama la atención sobre el delicado equilibrio y la compleja relación entre el medio ambiente, las plantas y sus polinizadores", explica Lutzeyer. Hay apenas una decena de florilegios -es decir, antologías o colecciones de ilustraciones botánicas- en todo el mundo. Muchas de ellas se encuentran en el Reino Unido y Carlos III es uno de sus grandes promotores y amantes. El más famoso es el Highgrove Florilegium, encargado por Carlos III, que documenta las plantas del jardín de su residencia privada en Gloucestershire. Hace cuatro años, el actual rey también encargó decenas de acuarelas botánicas para dejar constancia de la flora de la Transilvania rumana, de la que se enamoró en un viaje realizado hace unos 20 años. A Carlos y Lutzeyer los vincula el amor por la naturaleza. Pero ahí se terminan las coincidencias. Carlos es considerado una persona introvertida. Lutzeyer, en tanto, es un hacedor carismático lleno de alegría de vivir y un entusiasmo contagioso. Un soñador con la cabeza en las nubes, pero a la vez un emprendedor exitoso, con un fuerte arraigo en el comercio. Alguien así es lo que se necesita para promover el fynbos. Esta planta, cuyo nombre significa en afrikaans "arbusto fino", no es la más atractiva, al menos no a primera vista. Se trata principalmente de plantas de hojas duras, a menudo con pequeñas hojas coriáceas. Más de 1.700 de las aproximadamente 8.500 especies de fynbos están en peligro de extinción, en peligro crítico o bajo fuerte riesgo, según el Instituto Sudafricano de Biodiversidad SANBI. Lutzeyer busca llamar la atención sobre esto. Este hombre de 70 años se preguntó: "¿Cómo puedo hacer atractivo el fynbos?". De esta forma llegó a la idea de su galería de arte con acuarelas de nivel mundial, en combinación con un libro de estos retratos artísticos. Este hombre, que fue una vez representante de la empresa cosmética Wella y más tarde de la fábrica de máquinas de encolado Meltex, protege el fynbos desde hace 25 años. Dio con la reserva natural Grootbos por casualidad, durante un viaje de camping. En medio de la nada, entre las pequeñas localidades de Gansbaai y Stanford, vio al costado de una calle un cartel de "en venta" para 3.500 hectáreas de reserva natural cubiertas de fynbos. Lutzeyer apretó el freno y lo supo: ese era el lugar. Desde el extremo superior del terreno se puede ver hasta el Océano Atlántico. Poco antes se vislumbran las dunas de arena cerca de la costa. Cuando hay buen clima, se puede llegar a ver el Cabo de la Buena Esperanza, que se encuentra a muchos kilómetros. Compró la granja junto con su hermano Tertius y su padre Heiner. Lutzeyer se enamoró de la vista, su padre de los geranios. Al principio, Lutzeyer no se interesó demasiado por la protección de la naturaleza. Quería entrar en el turismo sostenible y construyó cinco pequeños bungalows con autoservicio. Su padre Heiner, en cambio, se convirtió en un botánico aficionado y empezó a documentar el fynbos. En las décadas siguientes, y con la ayuda de dos expertos, registró 935 especies de plantas en Grootbos, que se encuentra en el medio del "Cape Floristic Kingdom", una de las regiones con mayor diversidad botánica del mundo. Lo que vuelve esta región tan especial es que más de dos tercios de los más de 9.000 tipos de plantas de este reino florido de apenas 90.000 kilómetros cuadrados existen solo allí y en ningún otro lado del mundo. La región es uno de los 36 "hotspots" (puntos clave) de biodiversidad del mundo, zonas cuya vegetación es irreemplazable. Entre las plantas documentadas por el padre Heiner había siete especies no descubiertas anteriormente. Dos de ellas -Capnophyllum lutzeyeri y Lachenalia lutzeyeri- recibieron su nombre. Lutzeyer también pudo cumplir su sueño de un turismo sostenible: los cinco modestos chalets se convirtieron en un resort de lujo que es regularmente premiado por su turismo responsable. dpa