Trabada por las altas tasas de interés, una dura inflación y la guerra de Rusia contra Ucrania, se espera que la economía global apenas logre un pequeño crecimiento este año y se expanda incluso menos en 2023.
Esa fue la sombría previsión publicada el martes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. La economía global crecerá apenas un 3,1% este año tras el sólido crecimiento del 5,9% en 2021, según las estimaciones de la OCDE.
El año que viene será aún peor, según la institución, que espera que la economía global apenas crezca un 2,2% en 2023.
“Es cierto que no predecimos una recesión global”, dijo el secretario general del grupo, Mathias Cormann, en una conferencia de prensa. “Pero esta es una previsión muy, muy complicada, y no creo que nadie encuentre un gran consuelo en la previsión de un crecimiento global del 2,2%”.
La OCDE, formada por 38 estados miembros, trabaja para fomentar la prosperidad y el comercio internacional y publica reportes y análisis periódicos. En su última previsión, la organización predijo que la agresiva campaña de la Reserva Federal estadounidense para contener la inflación con altas tasas de interés -la institución subió su tasa de referencia seis veces este año, en incrementos considerables- prácticamente paralizará la economía de Estados Unidos. Se espera que la economía más grande del mundo crezca apenas un 1,8% este año -una reducción drástica respecto al 5,9% del año pasado-, un 0,5% en 2023 y un 1% en 2024, indicó la OCDE.
Esas sombrías expectativas son generalizadas. La mayoría de los economistas esperan que Estados Unidos entre el año que viene en una recesión al menos moderada, aunque la OCDE no predijo una de forma específica.
El reporte espera que la inflación, aunque se desacelere, se mantenga muy por encima del objetivo del 2% el año que viene y hasta 2024.
La previsión del OCDE para los 19 países que emplean el euro, que sufren un desabastecimiento de energía por la guerra en Rusia, no es mucho más halagüeña. La organización espera que la eurozona en su conjunto logre un crecimiento de tan sólo el 0,5% el año que viene, antes de acelerar ligeramente al 1,4% en 2024.
Y espera que la inflación siga presionando al continente. La OCDE estima que los precios al consumo, que subieron un 2,6% en 2021, se disparen un 8,3% en 2022 y un 6,8% en 2023.
Cualquier crecimiento que produzca la economía global el año que viene vendrá probablemente de países emergentes en Asia, apuntó la OCDE. La institución calculaba que esos países supondrían tres cuartos del crecimiento global el año próximo, ante los pobres datos de Estados Unidos y Europa. Por ejemplo, se esperaba que la economía de India creciera un 6,6% este año y un 5,7% el próximo.
La economía china, que hace no tanto tenía cifras de crecimiento anual de dos dígitos, apenas aumentará un 3,3% este año y un 4,6% en 2023. La segunda economía global ha sufrido por su vulnerabilidad en el mercado de bienes raíces, las grandes deudas y las draconianas medidas contra el COVID-19, que han golpeado al comercio.
Impulsada por un importante gasto del gobierno y tasas de deuda en mínimos récord, la economía global se disparó tras la recesión de la pandemia de principios de 2020. La recuperación fue tan alta que sobrepasó a fábricas, puertos y almacenes, lo que provocó desabastecimiento y precios más altos. La invasión rusa en Ucrania de febrero trastocó el mercado de la energía y los alimentos y aceleró la subida de precios.
Tras décadas de precios bajos y tasas de interés mínimas, las consecuencias de una inflación alta continuada y tasas de interés mayores son impredecibles.
“Las estrategias financieras desplegadas durante el largo periodo de tasas de interés superbajas podrían verse expuestas por las crecientes tasas y ejercer presión en formas inesperadas”, señaló la OCDE en su reporte del martes.
Las tasas más altas fijadas por la Fed y otros bancos centrales harán más difíciles que consumidores, negocios y gobiernos muy endeudados paguen sus facturas. En particular, la fortaleza del dólar, debida en parte a las tasas más altas en Estados Unidos, supondrá un riesgo para compañías que pidieron préstamos en la moneda estadounidense y podrían no tener los medios de devolver una deuda ahora más costosa.