SHARM EL SHEIJ, Egipto (AP) — En países marcados por la violencia como Yemen y Somalia, inundaciones y sequías devastadoras matan a cientos de personas y expulsan a miles de sus hogares.
Estos y muchos otros países en Oriente Medio y África llevan años sumidos en la inestabilidad y la guerra. Ahora, el cambio climático es un desastre añadido para los que ya luchaban por sobrevivir.
La conferencia climática de Naciones Unidas, que terminó el pasado fin de semana en Egipto, creó un nuevo fondo para ayudar a países pobres y vulnerables muy afectados por el cambio climático. Países como Yemen y Somalia están entre los más pobres y vulnerables del mundo al impacto del cambio climático, ya que tienen menos capacidad de adaptación a fenómenos meteorológicos extremos.
Pero tienen poco o ningún acceso al financiamiento climático.
Es improbable que países afectados por conflictos reciban porque carecen de gobiernos estables, señaló Nisreen el-Saim, presidenta del Grupo Consultivo Juvenil del secretario general de Naciones Unidas.
“No tienen instituciones para tener financiamiento climático”, explicó. “Hay que tener instituciones fuertes, que en muchos países no existen”.
Robert Mardini, director general del Comité Internacional de Cruz Roja, dijo que los países afectados por conflictos reciben “cerca de cero financiamiento climático”, ya que “los que deciden asignar esos fondos consideran que es demasiado arriesgado invertir” allí.
Mardini advirtió que para los yemeníes y somalíes, lo peor está por venir porque la escasez de comida va a peor.
Los que deciden “tienen que reconsiderar las ganas de riesgo, porque también hay grandes riesgos en no invertir en estos países y enormes costes (humanos) que deberían evitarse”, afirmó.
Un tercio de la población yemení -19 millones de personas- no consigue suficiente comida este año, en comparación con los 15 millones del año pasado. Entre ellos hay 161.000 personas que viven en condiciones de hambruna, según la agencia alimentaria de Naciones Unidas.
Las mujeres y los niños son los más afectados, con 1,3 millones de mujeres embarazadas o lactantes y 2,2 millones de niños menores de cinco años con malnutrición severa. De ellos, 538.000 niños sufrieron de malnutrición severa, indicó la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
Yemen sufre una brutal guerra civil desde 2014, cuando los rebeldes hutíes con apoyo iraní tomaron la capital, Saná, y obligaron al gobierno a exiliarse. Una coalición de liderazgo saudí intervino en la guerra a principios de 2015 para tratar de reinstaurar en el poder al gobierno con reconocimiento internacional.
El conflicto devastó el país, abrió una de las peores crisis humanitarias del mundo y, a lo largo de los años, se convirtió en una guerra indirecta entre Arabia Saudí e Irán. Más de 150.000 personas han muerto, incluidos más de 14.500 civiles.
El país también ha sufrido por sequías, erosión del suelo e inundaciones que empeoran cada año. Las precipitaciones de este año fueron un 45% más altas que en 2021, según la agencia de Naciones Unidas para la agricultura.
Al menos 72 personas murieron en inundaciones este año y unas 74.000 familias en 19 de las 22 provincias del país resultaron afectadas, especialmente en campos de desplazados. Hay 4,3 millones de personas desplazadas en el país, la mayoría de las cuales perdieron sus hogares por el conflicto, según cifras de Naciones Unidas.
El Programa Mundial de Alimentos señala que necesita más de 1.000 millones de dólares hasta marzo de 2023 para cubrir las crecientes necesidades humanitarias.
La situación es peor en Somalia. El país se desliza hacia una hambruna, según la ONU. Una prolongada sequía ha llevado hambre y muerte a cientos de miles.
El país experimentó su quinta temporada fallida de lluvias este año, lo que obligó a al menos 700.000 personas a abandonar sus casas, explicó Mohamed Osman, asesor económico del presidente de Somalia.
El país necesita 55.500 millones de dólares en inversiones y asistencia durante los próximos 10 años para poder recuperarse del impacto del clima, señaló.
“Somalia ya está pagando el precio", dijo. ”Por ahora no hemos recibido nada, y en total, África ha recibido menos".
Sólo en los últimos dos meses, más de 55.000 somalíes huyeron de la sequía y el conflicto a la vecina Kenia, y se espera que la cifra alcance las 120.000 personas en los próximos meses, según el Comité Internacional de Rescate.
“Cientos de miles de refugiados somalíes tendrán problemas para conseguir asistencia que salve sus vidas en su huida a Kenia este año a menos que se tomen medidas urgentes”, dijo el director del CIR en Kenia, Mohamed El Montassir Hussein.
Somalia se sumió en el caos tras la expulsión en 1991 del veterano dictator Siad Barre, destituido por líderes militares que después se enfrentaron entre sí. Los milicianos de Al Shabab, afiliada a Al Qaeda, también operan en el país, ubicado en una zona estratégica en el Cuerno de África.
En Nigeria, las lluvias e inundaciones estacionales dejaron más de 55 muertos en fenómenos meteorológicos extremos que según los científicos eran un 80% más probables debido al cambio climático. Se estima que unos 20 millones de personas en el país enfrentan una grave inseguridad alimentaria debido a la pérdida de cosechas o un descenso de la producción, según cifras oficiales.
El Comité Internacional de Cruz Roja ha advertido de un brote de cólera y otras enfermedades transmitidas por el agua ante la falta de recursos de ayuda como cobijo, agua, alcantarillado, alimento y atención médica de urgencia.
Las regiones en el nordeste del país, donde se han centrado los combates contra insurgentes islámicos durante años, eran las más afectadas.
“Con más de 440.000 hectáreas de tierra ya afectada por esta inundación, la magnitud de su efecto sobre la seguridad alimentaria sólo puede imaginarse”, dijo Benson Agbro, responsable de respuesta a desastres de la Sociedad Nigeriana de Cruz Roja.
Agbro añadió que necesitan urgentemente más de 13,5 millones de dólares para corregir las lamentables condiciones humanitarias en las zonas más afectadas.
“Pero en el largo plazo, también necesitamos construir resiliencia a los choques climáticos porque sabemos que las comunidades afectadas por el conflicto están entre las más vulnerables al cambio climático”, dijo.
La guerra de Rusia en Ucrania también ha aumentado las complicaciones y el coste de la vida para personas en países en conflicto, señaló Mardini, de Cruz Roja.
“Hay un efecto colateral del conflicto armado internacional de Ucrania”, dijo, en alusión a los precios disparados de la comida, la energía y los fertilizantes, así como a las presiones sobre la cadena de suministro.
“De modo que hacer lo mismo en un lugar como Somalia o Mali nos resulta más costoso, y tenemos que movilizar más fondos de nuestros donantes para hacer la misma clase de proyecto que hacíamos hace un año”, dijo.
Osman, el funcionario somalí, dijo que también hacen falta más esfuerzos para que países en conflicto puedan acceder al nuevo acuerdo de compensación propuesto. El paquete forma parte de un “mosaico de acuerdos de financiamiento” planteado para países vulnerables al clima.
También pidió “formas innovadoras” de entrega de los fondos, como iniciativas de alivio de deuda y ayuda para construir instituciones de gobierno.
“Ningún país debería dejarse atrás”, añadió.