WASHINGTON (AP) — Hay dos imágenes muy intensas en las que se ve a Nancy Pelosi enfrentarse al extremismo violento que salió a la luz en los últimos años de su carrera política. En una de ellas, la presidenta de la Cámara de Representantes se muestra inusualmente conmocionada en una entrevista televisiva al relatar un ataque brutal contra su marido.
En la otra, la presidenta de la cámara baja abre un paquete de carne seca con los dientes durante el asalto del 6 de enero de 2021 al Capitolio, mientras habla por teléfono con Mike Pence, instruyendo al vicepresidente republicano sobre cómo mantenerse a salvo de la turba que venía por ambos. “No dejes que nadie sepa dónde estás”, le advirtió.
Esa Pelosi, serena y al mando en un momento de caos, áspera, pero correcta en todo momento, es con quien los legisladores se han engatusado durante dos décadas, además de haberla obedecido, respetado y temido.
Ella es la mujer más poderosa de la política estadounidense y una de las líderes legislativas más importantes del país. Ahora, a los 82 años, ante las pérdidas políticas y un trauma personal, está poniendo fin a su era.
Pelosi anunció el jueves que no buscará un puesto de liderazgo demócrata en el nuevo Congreso, cuando comience el nuevo período de sesiones en enero, cuando los republicanos tomen el control. Pelosi, sin embargo, permanecerá en el legislativo como representante de San Francisco, una banca que ocupa desde hace 35 años.
“Nunca hubiera pensado que yo pasaría de ama de casa a presidenta de la Cámara de Representantes”, admitió. Sobre su futuro, dijo a los periodistas: “Me gusta bailar y me gusta cantar. Hay vida ahí fuera, ¿verdad?”.
Sin embargo, pese a ser polarizadora y combativa, Pelosi forjó compromisos con los republicanos en materia legislativa histórica, atención médica, carreteras, alivio de la deuda estudiantil, cambio climático y más.
Incluso el expresidente republicano de la cámara baja Newt Gingrich, que se describe a sí mismo como un “conservador partidista que piensa que la mayoría de sus posiciones son una locura”, dijo que Pelosi tuvo una carrera “notable”.
“Totalmente dominante”, agregó Gingrich sobre la demócrata. “Ella es claramente una de las presidentas más fuertes de la historia. Ha demostrado una enorme perseverancia y disciplina”.
Bono, quien durante años trabajó con Pelosi en la lucha contra el sida, dijo en un comunicado a la AP después de una actuación el jueves por la noche en Escocia: “Cuando se escriba la historia del fin del sida, el nombre de Nancy Pelosi se destacará en negrita”.
“Me siento honrado de haber aprendido tanto de su valor y gracia, y de llamarla amiga”, agregó.
Muchos compañeros demócratas, en un momento u otro, se ganaron su mirada de gélida desaprobación, no sólo los del otro lado del espectro político.
“La política es dura”, dijo en 2015, “¿pero dentro del partido? Ay, hermano”.
Pelosi prevaleció durante casi 20 años como la dirigente demócrata en la Cámara de Representantes, incluidos casi ocho como presidenta de ese cuerpo legislativo en dos mandatos, con expresiones duras como esta: “Quien vote en contra de la presidenta pagará un precio”, dirigida a los demócratas que se resistieron, al principio de su presidencia, a su impulso por crear una comisión selecta sobre el cambio climático.
“Nadie saldrá de aquí diciendo nada, si quiere mantener el cuello intacto”, dijo Pelosi a los negociadores que intentaban llegar a un acuerdo entre la cámara baja y el Senado en 2007 a fin de restringir la carne de cerdo, según las notas de John A. Lawrence, su entonces jefe de despacho y autor de un nuevo libro interno sobre su presidencia, “Arc of Power”.
A veces, ella fue capaz de obligar a los legisladores a alinearse sin decir siquiera una palabra.
Un simple movimiento de su mano silenció a los demócratas que vitorearon cuando la cámara baja aprobó por primera vez los artículos para el juicio político contra Donald Trump, ya que Pelosi era muy estricta con el decoro, aunque no siempre.
Rompió su copia del texto del discurso del Estado de la Unión de Trump en 2020, justo en el estrado detrás de él y ante las cámaras. Tal protesta teatral planteó dudas sobre si Pelosi, en ese momento, se había convertido en lo que despreciaba de Trump.
“Él ha hecho trizas la verdad en su discurso y ha hecho trizas la Constitución con su conducta, así que yo he hecho trizas el discurso”, declaró secamente. “Muchas gracias a todos”, agregó.
Los republicanos la ridiculizaron como “Darth Nancy” en 2006 y a medida que pasaban los años la tacharon de villana más todavía, con todo e imágenes caricaturizadas en la que ella aparecía con armas.
“Ella era, y es, la personificación del progresista de San Francisco”, afirmó Lawrence. “Fue hecha a pedido para ellos”.
Pero “había una perversidad. El hecho de que encajara perfectamente en ese perfil: una mujer inteligente, atractiva y eficaz... sabían que podían caricaturizar y estigmatizar cosas sobre ella, su apariencia y su estilo, de una manera que fuera un silbato muy efectivo para los perros de la misoginia”.
Ella nunca atribuiría públicamente los ataques al hecho de que es mujer, recalcó Lawrence. “Ella decía: ‘Lo hicieron porque soy eficaz’”. Luego “pretendía sacudirse el polvo” de su saco inmaculado.
“Darth Nancy” era un insulto pintoresco y remoto cuando la turba simpatizante de Trump vino a buscarla el 6 de enero. Un letrero que portaban los manifestantes en el Capitolio decía “Pelosi es Satanás”.
Ellos hurgaron en su escritorio y encontraron un par de guantes de boxeo: rosas.
Pelosi perfeccionó el arte de apuntar alto y luego decepcionar a una u otra facción de su partido sin perder el apoyo básico. Raro es el gran logro que fue tan izquierdista como quería el ala izquierda del partido.
Pero Pelosi tuvo muchos logros. Por ejemplo, se conformó con un proyecto de ley Obamacare —que reformó el sistema de salud pública durante la presidencia de Barack Obama— que al principio no les dio a todos la opción de un seguro médico del gobierno, pero, con el tiempo, amplió el acceso a la atención médica.
Pisó los dedos de muchos pies en el camino.
“Su instinto es encontrar un camino y si te encuentras atascado en un hoyo, ella te pasará por encima”, comentó el politólogo Cal Jillson, de la Universidad Metodista del Sur. “Si ella puede pasar gracias a ti, bien. Si no, irás a la carpa médica”.
Pelosi no ha enfrentado ninguna de las dudas sobre su agilidad como adulta mayor que han perseguido a Biden, quien cumple 80 años el domingo. Ella todavía corre alrededor del Congreso, con tacones altos, a un ritmo que la gente de la mitad de su edad puede encontrar difícil de igualar.
Sin embargo, ha crecido la preocupación en las filas demócratas por la multitud de líderes mayores que aún están a cargo.
Leon Panetta, exjefe de despacho del presidente Bill Clinton, expresó que Pelosi “probablemente podría haber pasado más tiempo construyendo una banca más fuerte en términos de liderazgo en la Cámara de Representantes y tratando de asegurarse de que otros pudieran seguir su camino”.
Su destreza para la recaudación de fondos fue una de las claves del éxito.
“Es por eso que los demócratas tenían más dinero que Dios”, afirmó el republicano Fred Upton, representante por Michigan. “Ella era mágica y no creo que haya perdido una votación”.
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La corresponsal de The Associated Press en el Congreso Lisa Mascaro contribuyó para este reportaje