COCHABAMBA, Bolivia (AP) — La ciudad de Cochabamba era llamada el granero de Bolivia por su fértil valle, pero la escasez de lluvias particularmente este año en la zona andina está convirtiendo a dos lagunas que eran atractivos de esta urbe en un páramo de tierra estéril y agrietada al evaporarse aceleradamente el agua.
El verano asoma con temperaturas inusualmente altas mientras la temporada lluviosa demora. El déficit de precipitaciones está mermando las reservas de agua a niveles críticos en varias ciudades, entre ellas La Paz, mientras en el altiplano, una meseta en medio de la cordillera de los Andes, los agricultores organizan romerías a los cerros para lanzar plegarias y pedir lluvia.
Coña Coña era una laguna al oeste de Cochabamba donde anidaban aves y se podía pasear en bote. En los últimos tres años el espejo de agua se evaporó por completo, ya no llegan las vertientes de los cerros y solo queda una costra de tierra rajada y juncos amarillentos, según testimonios de lugareños. “La laguna está muerta, no creo que se recupere”, dice un parroquiano que salió a trotar por las orillas.
Más al centro de la ciudad la laguna Alalay que en otros tiempos abarcaba 175 hectáreas, se descompone en un caldo de aguas verdosas y fétidas. Algas que crecen como plaga van ganando al escaso manto de agua que resiste. Fernando Huanca, un vecino recuerda que esta laguna era un sitio de reposo de flamencos y otras aves migratorias. “Yo venía a observar flamencos”, dice. Hoy no se ven aves. La laguna agoniza también porque muchas aguas servidas de barrios circundantes la contaminan.
“El peligro es que se convierta en una alcantarilla a cielo abierto”, reconoce el secretario de Medio Ambiente del gobierno municipal de la ciudad Elvis Gutiérrez. “Las lluvias nutren la laguna y antes la gente se bañaba y lavaba ropa en las orillas. El cambio climático afecta, pero también el caótico crecimiento urbano de la ciudad y la mano del hombre”, dice este funcionario. El municipio ha programado una inversión equivalente a 5,8 millones de dólares para dragar los sedimentos en los siguientes meses.
Según el biólogo Eduardo A. Morales una de las “múltiples causas” para el retroceso de la Alalay es la evaporación que está aumentando su incidencia en la región de los valles andinos. “A ello se suma que la laguna está perdiendo su capacidad de recarga por problemas en las laderas de los cerros donde se pierde espacios verdes por expansión urbana”, dice.
Bolivia es uno de los países que sufre las consecuencias del cambio climático a pesar de sus bajas emisiones contaminantes, lo que se traduce en sequías, heladas, inundaciones y deshielo de glaciares. A ello se suman la deforestación y la contaminación urbana y minera, de acuerdo con estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Según esa organización, el país es uno de los más vulnerables al cambio climático debido a su deficiente capacidad de adaptación y alta dependencia económica de la extracción de materias primas como la minería.
El 70% de la población vive en centros urbanos, la pobreza alimenta la migración y las ciudades están bajo fuerte presión, según el estatal Instituto Nacional de Estadística (INE).
En lo que va del año 47.176 familias perdieron cultivos por efectos climáticos de ellos 11.618 lo han perdido todo, según un reciente informe del Viceministerio de Defensa Civil.