MANILA (AP) —
Soldados de Filipinas se enfrentaron a rebeldes musulmanes en una aldea en el sur, situación que dejó al menos tres efectivos y cuatro insurgentes muertos y suscitó temores de una escalada que pudiera poner en peligro al pacto de paz de 2014, el cual disminuyó considerablemente los otrora años de fuerte lucha.
Los combates esporádicos tuvieron lugar el martes y miércoles en una aldea en la localidad de Ungkaya Pukan, en la provincia isleña de Basilan, donde los jefes del ejército y del Frente Moro de Liberación Islámica ordenaron por separado el jueves a sus fuerzas que suspendieran la lucha y permitieran conversaciones tendientes a reducir la intensidad del conflicto.
Los comandantes militares y rebeldes en el lugar de los enfrentamientos intercambiaron acusaciones de haber violado el acuerdo de paz de 2014, que disminuyo los años de cruenta y extendida lucha entre las fuerzas del gobierno y el grupo insurgente separatista más grande en el sur de la nación, que es principalmente católica.
Los enfrentamientos dejaron tres soldados muertos y siete heridos, dijo el ejército, mientras los rebeldes informaron de al menos cuatro fallecidos y varios heridos. El conflicto pone de relieve la fragilidad del orden público en la región del sur, que enfrenta una plétora de armas de fuego, ejércitos privados, asfixiante pobreza y una larga historia de violencia.
Con el pacto de paz de 2014, el Frente Moro de Liberación Nacional abandonó sus exigencias secesionistas a cambio de una región autónoma más poderosa y mejor financiada llamada Bangsamoro.
La región islámica de cinco provincias esta ahora bajo exlíderes guerrilleros en conformidad con un periodo de transición que concluye en 2025.
Casi la mitad de los 40.000 insurgentes aceptaron deponer las armas y regresar a la vida normal a cambio de paquetes de ayuda previstos en el acuerdo de paz. Miles de rebeldes más continúan conservando sus armas mientras esperan someterse a “proceso de desmovilización” que durará años.