FILADELFIA (AP) — Con la ayuda de Twitter, Pariss Chandler creó una comunidad de personas de raza negra que tienen trabajos en el sector tecnológico y que al final se convirtió en la base para su propia compañía de reclutamientos.
Ahora, ella teme que todo ese se desplome si Twitter se vuelve un refugio para retórica racista y tóxica bajo el control de Elon Musk, un provocador en serie que ha indicado que pudiera relajar las reglas de contenido de la plataforma.
Con Twitter siendo el motor de casi todo su negocio, Chandler no ve buenas alternativas en medio de la incertidumbre.
“Antes de que Elon asumiera el control, sentí que el equipo estaba trabajando para hacer de Twitter una plataforma más segura, pero ahora parece que ellos no están ahí. No sé qué está sucediendo internamente. He perdido esperanzas en eso”, declaró Chandler, de 31 años y fundadora de Black Tech Pipeline, un sitio web de reclutamientos y anuncios de empleos. “Estoy triste y aterrada por Twitter, tanto por los empleados como por los usuarios”.
Esas aprensiones están pesando sobre muchos que han llegado a confiar en Twitter, una plataforma relativamente pequeña pero poderosa, que se ha convertido en una especie de plaza pública digital para influencers, responsables políticos, periodistas y otros líderes de opinión.
Musk, director general de Tesla y Space X, tomó el control de Twitter la semana pasada tras un acuerdo de 44.000 millones de dólares, haciendo sentir de inmediato su estilo impredecible.
Apenas días después, tuiteó un enlace a un reporte de un medio noticioso poco conocido que hizo una afirmación dudosa sobre el violento ataque contra el esposo de la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi en la casa de la pareja en California. Musk borró el enlace poco después, pero fue un indicio preocupante para aquellos preocupados por la diseminación de la desinformación en internet.
Musk ha expresado además sus intenciones de relajar las protecciones contra el discurso de odio y de permitirle quizás al expresidente Donald Trump y otros comentaristas prohibidos regresar a la plataforma. Sin embargo, Musk ha atemperado la idea tras concluir la adquisición, prometiendo formar un “consejo de moderación de contenido” y no permitir el regreso de nadie que haya sido expulsado de la red hasta que se establezcan procedimientos sobre cómo hacerlo.
No obstante, estalló el uso de epítetos raciales, en una aparente prueba de su nivel de tolerancia.
“Señores, la cosa se está poniendo fea aquí. No estoy realmente segura de mis planes ¿Me quedo o me voy?”, preguntó el domingo pasado Jennifer Taub, profesora de Derecho y escritora que tiene un cuarto de millón de seguidores, tuiteando un enlace a su página en Facebook en caso de que abandone Twitter.
Por ahora, Taub planea quedarse, dada la oportunidad que provee la plataforma de “reír, aprender y compadecernos” con personas de todo el mundo, pero se irá si Twitter se vuelve “una cloaca de racismo y antisemitismo”, dijo en una conversación telefónica.
“Los números están bajando y bajando y bajando”, agregó Taub, que ha perdido 5.000 seguidores desde que Musk asumió oficialmente las riendas de la red social. “El punto de inflexión pudiera ser si no me siento contenta aquí. Hay demasiada gente a la que se debe bloquear”.
El debate es especialmente cargado para las personas no blancas que han usado Twitter para establecer conexiones y alzar sus voces, al tiempo que confrontan toxicidad en la plataforma.
“Como usuaria de Twitter —de muchas maneras una usuaria importante—, la plataforma tiene gran utilidad y me preocupa mucho a dónde va a ir ahora la gente con esta conversación”, expresó Tanzina Vega, una periodista hispana en Nueva York que recibió una vez amenazas de muerte en Twitter, pero que también construyó una comunidad de amigos y fuentes ahí.
Chandler, que es ingeniera de software, esperaba poder contrarrestar el aislamiento que sentía en un sector dominado por blancos cuando tuiteó una pregunta y una selfie hace cuatro años: “¿Cómo se ve un Twitter Negro en el sector de la tecnología? Aquí lo tienen, voy primero”. La respuesta que recibió fue abrumadora. Ahora ella tiene más de 60.000 seguidores y su propia compañía, que conecta a trabajadores negros del sector tecnológico con compañías grandes y pequeñas.
Chandler ha recibido mensajes de odio y algunas amenazas de muerte de personas que la acusan de racismo por concentrarse en los especialistas negros en tecnología, pero también tiene contacto con empleados de Twitter que escucharon sus preocupaciones. Dijo que esos empleados han dejado la compañía o ya no están activos en la plataforma.
La compañía de Chandler también emplea Facebook, Instagram y LinkedIn, pero ninguna puede replicar el tipo de comunidad vibrante que ella encabeza en Twitter, donde la gente mezcla redes profesionales con charlas ligeras.
Instagram y TikTok tienen contenidos enfocados más en las imágenes que en los intercambios de escritos. Facebook ya no es tan popular con los usuarios más jóvenes. LinkedIn es más formal. Y aunque algunos están tratando de crear sitios alternativos, toma tiempo desarrollar un sitio web estable y de uso fácil que pueda manejar millones de cuentas.
Joan Donovan, una experta en internet que explora la amenaza que representa la desinformación para la democracia en su nuevo libro “Meme Wars” dice que no está claro si Twitter va a seguir siendo un sitio seguro para el discurso cívico, pero dijo que las redes que han construido allí las personas son invaluables, tanto para usuarios, comunidades y Musk.
“Esa es la razón precisa por la que Musk compró Twitter y no construyó su propia red social”, agregó Donovan. “Si controlas el territorio, puedes controlar las políticas y puedes controlar la cultura de muchas maneras”.
En sus primeras horas a cargo, Musk despidió a varios altos ejecutivos de Twitter, incluso a la asesora legal Vijaya Gadde, que había supervisado los esfuerzos de moderación de contenido y de seguridad de Twitter en todo el mundo. Disolvió la junta de directores, lo que lo dejó rindiendo cuentas solamente a sí mismo, al menos oficialmente. El viernes, Twitter inició despidos generalizados.
Los reguladores europeos advirtieron inmediatamente a Musk de sus deberes bajo las leyes de privacidad digital, de monitorear el discurso ilegal y la desinformación. Estados Unidos ha sido mucho más tolerante en su regulación de Twitter y sus 238 millones de usuarios, pero los anunciantes, los usuarios y quizás los acreedores lo refrenarán si el Congreso no aprieta primero las reglas.
“Si los anunciadores publicitarios se van y los usuarios se van, pudiera ser que el mercado de ideas resuelva las cosas por sí mismo”, comentó Cary Coglianese, experto en políticas regulatorias en la Facultad de Derecho de la Universidad de Pensilvania.
Eso pudiera dejar a Twitter como otro imán para extremistas y promotores de las teorías de la conspiración, un temor que está haciendo que algunos llamen a sus redes de amigos a quedarse, para poder contrarrestar esas narrativas.
Chandler dice que ella solamente puede “andar de puntitas” y esperar.
“Personalmente, voy a quedarme en Twitter hasta que no haya más razón para quedarse. No sé lo que depara el futuro, pero estoy esperando una especie de milagro”, afirmó. “Por ahora, no me voy a ninguna parte”.
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Maryclaire Dale está en: https://twitter.com/Maryclairedale.