Por Joan Faus y Vincent West
LOGROÑO, España, 3 nov (Reuters) - Cuando el investigador español de genética Pablo Carbonell ve un rectángulo verde entre las interminables filas grises de la pantalla de su ordenador, podría ser una buena noticia para los viticultores que luchan contra el impacto de un clima más cálido.
El verde revela un cambio en el arquetipo del genoma de la vid local que indica un ciclo de maduración más largo, cada vez más codiciado por los viticultores de España y del resto del mundo.
El aumento de las temperaturas hace que la maduración de las uvas sea más rápida que antes, lo que provoca un mayor contenido de alcohol y colores y aromas más débiles que pueden poner en peligro el carácter de los vinos.
Esto significa que los viñedos, que durante siglos han trasplantado esquejes para garantizar un fruto robusto y sabroso, buscan ahora tipos de uva más resistentes al cambio climático.
Pocos laboratorios de análisis son tan sistemáticos a la hora de perseguir ese objetivo como el de La Rioja, donde trabaja Carbonell, pero sus resultados apuntan a un futuro en el que la investigación científica podría convertirse en un aspecto clave de la producción de vino.
El Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV), financiado con fondos públicos, estudia los genomas de las variedades de uva más utilizadas en la región española, donde se elabora vino desde la Edad Media.
Ha determinado que las vides de 35 años o más parecen soportar mejor el cambio climático porque son más diversas genéticamente.
El objetivo final del laboratorio es conseguir que los viticultores planten vides específicas que hayan demostrado ser "más adaptables a las condiciones del cambio climático", dijo Carbonell.
Es mucho lo que está en juego para España, tercer productor mundial de vino tras Italia y Francia y líder en exportaciones y superficie de viñedo. Su industria está valorada en más de 5.000 millones de euros (4.940 millones de dólares).
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas advirtió recientemente del riesgo de que Europa sufra "pérdidas en la producción de cultivos debido al calor compuesto, las condiciones de sequedad y el clima extremo".
Su informe será uno de los temas de debate en la cumbre del clima COP27 que se celebrará del 6 al 18 de noviembre en Egipto.
Este verano ha sido el más caluroso en España desde que se iniciaron los registros en 1961, con temperaturas 2,2 grados por encima de la media.
En La Rioja, las temperaturas mínimas subieron una media de 0,9ºC, y las máximas 0,7ºC, entre 1950 y 2018, según un estudio de la geógrafa Raquel Aransay. La vendimia se adelantó 2,4 días por década y la graduación alcohólica de los vinos aumentó 1,3 grados por década en el periodo 1992-2019, según la experta.
La región norteña representa sólo el 0,7% de la población de España, pero produce el 21% de su vino. Sus más de 500 bodegas producen 350 millones de botellas al año, con algunas cosechas valoradas en hasta 5.000 euros por botella.
El sector mueve unos 1.500 millones de euros al año y representa el 20% de la economía de la región.
"El cambio climático nos preocupa mucho", dijo Íñigo Torres, director del Grupo Rioja, una asociación que representa a 60 bodegas que en conjunto representan el 80% de las ventas.
Torres señaló que la vendimia de este año comenzó más de dos semanas antes de la media histórica, lo que alteró el equilibrio ideal de la uva para la elaboración del vino.
La producción ha estado por debajo de la media en los últimos cuatro años debido a la disminución de las lluvias y al aumento de las temperaturas, disminuyendo entre un 5% y un 10% al reducirse el número de uvas adecuadas, dijo.
NUEVO VINO VIEJO
Una mañana reciente, en el ICVV, situado a las afueras de Logroño, la capital riojana, las centrifugadoras pitaban y el vapor del nitrógeno líquido salía de un cubo mientras un investigador se preparaba para extraer el ADN de hojas de vid trituradas.
Es el único laboratorio de España y uno de los pocos del mundo que realiza análisis moleculares completos de las vides, dijo el director del ICVV, José Miguel Martínez Zapater.
Sus muestras proceden de un viñedo cercano, utilizado como banco científico, en el que se han plantado esquejes de vides viejas de hasta 100 años desde la década de 1980.
"La técnica de la resecuenciación de genomas permite identificar mutaciones específicas responsables de enfermedades en poblaciones humanas", dijo. "La misma tecnología se aplica a las vides, pero buscamos rasgos que puedan hacer que las vides se adapten mejor a las condiciones ambientales".
Las temperaturas abrasadoras podrían llegar a provocar el cese de la producción de vino en algunas zonas de España, advirtió Zapater.
El ICVV, que cuenta con un presupuesto anual de 6 millones de euros y un centenar de trabajadores, ha comenzado este año a utilizar su viñedo para producir vino de forma experimental, concluyendo hasta ahora que las vides resistentes al clima siguen dando un buen vino con las características de La Rioja.
Otros equipos de investigación tratan igualmente de recuperar variedades de uva antiguas con ciclos de maduración largos y de estudiar el resultado del cruce de variedades.
A unos 60 kilómetros al norte del laboratorio, la bodega local RODA también mira al pasado en busca de futuras soluciones climáticas.
Con la esperanza de proteger sus vides del aumento de las temperaturas, RODA plantó el año pasado un nuevo viñedo con hileras curvas para retener mejor el agua de las precipitaciones en la montañosa Cellorigo, que se encuentra entre las localidades más frías de La Rioja.
Las vides se trasplantaron tras ser cuidadosamente seleccionadas de otro viñedo donde RODA estudia el comportamiento de las vides viejas, algunas de hasta 110 años.
"Nuestra mayor preocupación es qué pasará dentro de 20 o 30 años. Seguramente tendremos que cambiar de varietal, pero no sabemos muy bien cómo saldrán las cosas", comenta la ingeniera agrónoma María Santolaya, del equipo técnico de RODA, mientras reflexiona sobre el reciente y sofocante verano.
"Esperamos no tener muchos años como éste, porque ha sido muy problemático".
(1 dólar estadounidense = 1,0120 euros)
(Información de Joan Faus y Vincent West; escrito por Joan Faus; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)