“Todo en mí cambió como la medianoche” confiesa Taylor Swift a la mitad de su más reciente álbum, que muy a propósito y emotivamente se titula “Midnights” (Mediasnoches). La frase (“All of me changed like midnight”) llega en la canción electrónica “Midnight Rain” en la que Swift alcanza su punto alto como compositora, recordándonos de su capacidad sin igual para hacer que las emociones se sientan universales.
La canción también dice: “He was sunshine, I was midnight rain” (Él era el brillo del sol, yo era la lluvia de la medianoche). Y continúa: “He wanted it comfortable, I wanted that pain. He wanted a bride, I was making my own name. Chasing that fame. He stayed the same” (Él quería algo cómodo, yo quería ese dolor. Él quería una esposa, yo estaba creando mi propio nombre. Persiguiendo esa fama. Él se quedó igual). Entonces agrega: “Todo en mí cambió como la medianoche”.
El sonido de la canción se siente experimental para Swift, comienza con su voz modificada artificialmente para hacerla más grave casi hasta hacerla irreconocible. En el álbum es el tema con el sonido más interesante, un beat indie-pop que recuerda el trabajo de su productor Jack Antonoff en “Melodrama” de Lorde, pero también da una sensación fresca y cautivadora.
La letra, compuesta por Swift y Antonoff, es firme y detallada, pero no distractora, lo que permite adentrarse en el ritmo, el flujo y el sentimiento con ella.
En las 13 canciones de “Midnights” (“Republic Records”), una Swift autoconsciente muestra su habilidad para evolucionar una vez más. Y de una manera típica en Swift, llegó con sorpresas bajo la manga, al estrenar siete canciones adicionales y el video musical de “Anti-Hero” horas después del debut de “Midnights”.
En su 10mo álbum original, la estrella pop de 32 años se aproxima a los temas con los que creció escribiendo: amor, pérdida, infancia, fama, pero con una madurez que se deja ver en una interpretación vocal refinada y letras más enfocadas en su vida interior que en su personaje externo.
“Midnight Rain” puede ser el resumen el proyecto que ella ha descrito como canciones compuestas durante “13 noches sin dormir”, un enfoque apropiado para el concepto del álbum para alguien que ha apreciado a lo largo de sus composiciones las altas horas de la noche, como en “Style”. Previamente, Swift ha centrado su trabajo alrededor de temas antes, en “Red”, una oda a ese color y a las emociones que representa, “reputation” una reconfiguraicón vengativa de sí misma y más reciente en los álbumes de cuarentena “folklore” y “evermore”, que expresaron vulnerabilidad de maneras que sólo el aislamiento podría.
Pero Swift presenta “Midnights” como algo diferente: Una colección de canciones que no necesariamente tienen que ir juntas, pero que se acoplan porque las ha declarado productos de la inspiración nocturna. Al posicionar al escucha en una situación, en la tranquila pero reflexiva oscuridad de la noche, en vez de temáticamente, se siente como un experimento creativo natural para una compositora tan prolífica que sus álbumes se han convertido en sinónimos del momento en la cultura pop.
Y con ello viene un tono que es un poco más oscuro, un poco más experimental, y electrónico.
La primera canción, “Lavender Haze”, mezcla un poco de beat de club distorsionado y la voz aguda de Antonoff, con una melodía incitadora de Swift. “Maroon” es una versión más adulta y curtida de “Red”, una mirada a un amor perdido con descripciones de óxido, vino derramado y labial rojo — imágenes que Swift vuelve a conjurar, pero con más sabor en esta ocasión.
“Labyrinth” deja en claro que ella trae consigo los mejor de sus experimentos pop previos, los sintetizadores de “1989” y los sonidos alternativos más suaves de “folklore”, con una letra que sólo un compositor podría expresar sobre el desamor: “It only feels this raw right now, lost in the labyrinth of my mind” (“Se siente tan crudo ahora, perdida en el laberinto de mi mente”) sobre una pista que tiene toques electrónicos al estilo Bon Iver.
Swift brilla cuando es capaz de unir sus cavilaciones líricas típicas con este nuevo campo de beats electrónicos. Y a pesar de que este no es otro álbum de sonidos acústicos indie como “folklore”, está claro que Swift ha dado un paso más adelante en el género indie-pop — incluso si este es hacia una dirección diferente.
Los momentos más endebles del álbum son aquellos en los que parece desequilibrado. “Bejeweled” es un poco demasiado dulce, con letras que se sienten como una versión actualizada y más brillante de “ME!”. La muy anticipada “Snow On The Beach”, con Lana Del Rey, es poética, linda y un poco irreverente, pero no tan profunda emocionalmente como el poder combinado de estas compositoras sugeriría.
Pero incluso en esos puntos de “Midnights”, Swift está cómoda en su piel musical, revelando la fortaleza de una artista aguda y en evolución constante que puede hacer guiños a través de alusiones siempre crípticas sobre a su vida muy pública y otros comentarios más sutiles sobre momentos penosos dispersos en medio de confesiones líricas (como en “Anti-Hero” y “Mastermind”), y enganchar incluso a un escucha casual con un sorpresivo beat atractivo.
Al igual que el romático “Lover” y los íntimos “folklore” y “evermore”, “Midnights” se siente como una confesión y un parque de juegos, creado por todas las versiones de Taylor Swift que hemos conocido hasta ahora para que una nueva Taylor Swift brille. Y como siempre, estamos dispuestos a acompañarla en ese paseo a la medianoche.