LAGUNA NIGUEL, California, EE.UU (AP) — La medalla de plata que ganó en la prueba de salto de longitud el alemán Luz Long, quien se hizo amigo de Jesse Owens durante los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, fue vendida en una subasta por 488.000 dólares, un récord para la casa de subastas para una medalla de plata vendida públicamente.
Long recorrió junto a Owens el estadio celebrando sus resultados mientras Adolf Hitler observaba desde las gradas. La familia del atleta, quien falleció en la Segunda Guerra Mundial, decidió subastar la medalla y otros coleccionables. La casa de subastas denominó a la colección de Luz como “Referente de Esperanza”.
“Estos resultados de récord mundial destacan la increíble historia de Luz Long, el olímpico más valiente”, indicó David Kohler, presidente de SCP Auctions.
Hace un año, la medalla de oro que ganó Bill Russell en los Juegos Olímpicos de 1956 se vendió por 587.000 dólares. Uno de los oros de Owens fue adquirido en 2013 por 1,46 millones. El precio exacto de la medalla de Luz fue de 488.435.
Long se consolidó en la historia olímpica durante los Juegos de Berlín debido a que fue el primero que felicitó a Owens tras ganar la prueba de salto de longitud. Más tarde recorrieron el estadio juntos y posaron para las fotografías.
Owens contó además que Long se le acercó tras cometer una falta en sus primeros dos intentos en la ronda preliminar. Tenía un intento más para llegar a la final y Owens recordó que Long le sugirió que saltará un pie detrás de la línea para asegurar que no cometiera una falta en su último intento. Owens tomó el consejo y terminó ganando el título —uno de los cuatro que se llevó en Berlín— con un récord olímpico en aquel momento de 8,06 metros.
Owens, quien era de raza negra, hizo enojar a Hitler con su éxito olímpico al acabar con el mito de la superioridad de la raza aria.
“Requirió mucho valor para hacerse amigo mío”, recordó Owens años después. “Puedes fundir todas las medallas y copas que tengo y no cubrirían la amistad de 24 kilates que sentí por Luz Long en ese momento. Hitler debió volverse loco viéndonos abrazados”.