El jefe de la junta de Burkina Faso, Paul-Henri Sandaogo Damiba, aceptó dimitir el domingo, dos días después de que oficiales militares anunciaran su retirada del poder, provocando disturbios en este país de África occidental.
El propio Damiba "ofreció su dimisión para evitar enfrentamientos con graves consecuencias humanas y materiales", dijeron líderes religiosos y comunitarios en un comunicado.
Su retirada se produjo tras la mediación, llevada a cabo por líderes religiosos y comunitarios, entre el jefe de la junta y el nuevo líder autoproclamado, Ibrahim Traore.
Entre las condiciones de Damiba para dimitir había obtener garantías de seguridad y que los que asuman el poder respeten la promesa de volver a un gobierno civil en un plazo de dos años, hecha ante la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO).
Los líderes religiosos y comunitarios, muy influyentes en Burkina Faso, dijeron que Traore aceptó las condiciones e "invita a la población a la calma, la contención y la oración".
La agitación comenzó el viernes, cuando oficiales militares de menor rango anunciaron que habían derrocado a Damiba en el segundo golpe de estado este año en el país.
Damiba, que encabezó un golpe de Estado en enero, había declarado a última hora del sábado que no tenía intención de abandonar el poder e instó a los oficiales a "entrar en razón".
La tensión fue alta en las últimas horas en el país, donde el domingo las fuerzas de seguridad dispararon gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes frente a la embajada francesa en la capital.
Un comunicado el domingo de los militares pro-Traore indica que seguirá en el cargo "hasta la toma de posesión del presidente de Burkina Faso designado por las fuerzas vivas de la nación", en una fecha no especificada.
Los oficiales detrás del golpe acusaron a Damiba de haberse escondido en una base militar de la antigua potencia colonial, Francia, para planear una "contraofensiva", acusaciones que él y Francia negaron.
El domingo, decenas de partidarios de Traore se reunieron en la embajada francesa de la capital, Uagadugú.
Las fuerzas de seguridad dispararon gases lacrimógenos desde el interior del recinto para dispersar a los manifestantes después de que prendieran fuego a las barreras del exterior y lanzaran piedras contra la estructura, y algunos intentaran escalar la valla, según un reportero de AFP en el lugar.
El Ministerio de Relaciones Exteriores francés condenó "la violencia contra nuestra embajada en los términos más enérgicos" por parte de "manifestantes hostiles manipulados por una campaña de desinformación contra nosotros".
Damiba llegó al poder en este país de 16 millones de habitantes mediante un golpe de Estado, acusando al presidente electo, Roch Marc Christian Kabore, de no haber conseguido vencer a los yihadistas.
Pero la insurgencia continúa y más del 40% de Burkina Faso sigue fuera del control del gobierno.
Miles de personas han muerto y cerca de dos millones han sido desplazadas por los combates desde 2015, cuando la insurgencia se extendió a Burkina Faso desde el vecino Malí.
Los hechos ocurridos el viernes desataron una ola de críticas internacionales, entre ellas las de Estados Unidos, la Unión Africana, la Unión Europea y la agrupación regional CEDEAO.
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