Un joven presidente pregonó símbolos de estatus millennial como el café, la aventura al aire libre y el bitcoin durante la Asamblea General de la ONU. Otro admitió ante el famoso mármol verde que era más difícil gobernar un país que protestar en sus calles. Y un ministro de Asuntos Exteriores, que en su día fue rechazado por tener sólo una licenciatura, hizo advertencias sobre ser indiferente.
Formada por el internet, la creciente desigualdad económica y una crisis climática cada vez más grave, la cohorte de presidentes, primeros ministros, cancilleres y otras “excelencias” de la Generación Y, también conocidos como millennials, está dejando su huella en la mayor reunión de líderes mundiales.
Esta semana en las Naciones Unidas permite echar un vistazo a la nueva generación de líderes en el poder, ya que una masa crítica de ellos —nacidos generalmente entre 1981 y 1996— viene a representar a países de América, Europa, Asia y África.
Algunos líderes millennials debutaban en esta institución diplomática de 77 años de antigüedad, creada tras la Segunda Guerra Mundial, mientras que había otros notables que no estaban presentes, pero que ya son conocidos en la escena mundial. Entre ellos, Kim Jong Un, que asumió el mando de la reservada Corea del Norte a los 20 años, y la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, de 36 años, que se enfrentó recientemente a la polémica por un video de ella bailando en una fiesta privada que se hizo viral.
Jennifer Sciubba, autora y demógrafa política afiliada al Wilson Center, un centro de estudios con sede en Washington, D.C., dijo que muchos llegaron al poder animados por el descontento de su generación con el statu quo, y en ese sentido los millennials y los baby boomers son ecos unos de otros. Hay una gran diferencia: La vida, según la mayoría de los indicadores, mejoró después de la Segunda Guerra Mundial, pero muchos jóvenes de hoy no albergan la misma esperanza.
“Un error sería decir: ‘Las generaciones más jóvenes son más liberales’ y, por tanto, veremos un giro a la izquierda a medida que estas personas lleguen a la edad de influencia”, dijo Sciubba “No son monolíticos. La insatisfacción con el statu quo puede aparecer en cualquier extremo del espectro político”.
Sciubba también señaló que era sólo cuestión de tiempo que los millennials ocuparan su lugar en el orden mundial. Dijo que la definición de generaciones es “arbitraria, una forma abreviada de entender a las personas”.
Esa es una verdad evidente en el escenario de la ONU, donde las diferentes ideologías de la misma Generación Y estaban en plena exhibición.
El martes, durante la primera jornada de la Asamblea General, dos jóvenes presidentes echaron por tierra el mito del monolito millennial cuando hablaron de sus contrastes.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, de 36 años, utilizó su tiempo de palabra para lamerse las heridas después de que los ciudadanos rechazaran por abrumadora mayoría una nueva Constitución progresista que él había defendido.
“Como joven que hace pocos años estaba en la calle, en las protestas... representar el malestar es mucho más sencillo que producir las soluciones para esto”, señaló Boric.
La fallida propuesta pretendía sustituir una Constitución de la época de la dictadura por una nueva que habría cambiado fundamentalmente el país para incluir la igualdad de género, la protección del medio ambiente y los derechos de los indígenas. La derrota no fue inesperada, y sus partidarios culparon a la desinformación en internet de haber mermado el apoyo a la propuesta.
El presidente más joven de la historia de Chile dijo que la lección que aprendió fue que la democracia requiere humildad.
“Y con toda humildad quiero hoy día decirles a estas Naciones Unidas que nunca un gobierno puede sentirse derrotado cuando el pueblo se pronuncia”, manifestó Boric. “A diferencia del pasado, en que las diferencias en Chile fueron resueltas a sangre y fuego, hoy las chilenas y los chilenos acordamos enfrentar de manera democrática nuestros desafíos”.
Por su parte, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, acompañado de su glamorosa esposa y su joven hija, afirmó que los países ricos no deberían interferir con las naciones en desarrollo que intentan trazar sus propios caminos. Su discurso se produjo apenas unos días después de que este hombre de 41 años amante de las selfies fuera acusado de inclinarse hacia el autoritarismo cuando anunció que buscaría la reelección a pesar de que su Constitución lo prohíbe.
Con un lenguaje y una metáfora apenas velados, Bukele respondió a las críticas que su gobierno ha recibido de Estados Unidos y la Unión Europea por amasar el poder y, más recientemente, por suspender algunos derechos constitucionales en el marco de un estado de excepción que lleva seis meses de duración.
“Porque si bien somos libres y soberanos e independientes en papel, no lo seremos de verdad hasta que los poderosos entiendan que queremos ser sus amigos” y que nuestras puertas están abiertas para construir las mejores relaciones, dijo Bukele, cuyo mandato termina en 2024. “Piensan correctamente que son dueños de sus países, pero piensan incorrectamente que también son dueños del nuestro”.
“Necesitamos que se nos reconozca el derecho a ser libres”, puntualizó el mandatario.
Bukele, que goza de gran popularidad en su país y en las redes sociales, tuiteó más tarde un video de su entrevista en el canal de cable conservador estadounidense Fox News. El joven presidente habló de su ofensiva contra las poderosas pandillas callejeras, en la que se ha detenido a más de 50.000 personas. Las últimas encuestas muestran que sus acciones cuentan con un amplio apoyo de la opinión pública, aunque las organizaciones de derechos humanos de El Salvador y del extranjero afirman que se está deteniendo y encarcelando a personas sin pruebas.
Rosario Díaz Garavito, fundadora de The Millennials Movement, una organización no gubernamental que trabaja para involucrar a los jóvenes de América Latina en los objetivos de la ONU, dijo que estos mandatarios tan divergentes desbarataron hábilmente la política partidista habitual en el país y han demostrado estar entre los líderes más polarizantes de la región en un momento en el que se debería acoger el multilateralismo.
“Tendemos a ir de la derecha a la izquierda, todo el tiempo. Y esto nos está separando”, comentó Díaz Garavito. “Han demostrado que pueden pensar de forma diferente, de modo diferente, pero ahora tenemos que ser capaces de encontrar un terreno común como región”.
Como primera generación de nativos digitales, un tema constante en sus intervenciones fue el peligro de internet y las redes sociales.
El miércoles, el ministro de Asuntos Exteriores de República Checa, Jan Lipavsky, habló largo y tendido sobre la guerra en Ucrania, y también lamentó cómo la desinformación en internet estaba asolando a la sociedad, al tiempo que instó a un “humanismo digital” y a soluciones para preservar los derechos humanos en internet.
“Una mentira no es una opinión. Durante demasiado tiempo, hemos pasado por alto la propagación de desinformación dirigida contra nuestros valores comunes”, dijo Lipavsky. “No olvidemos la desinformación relacionada con el COVID. Tuvimos que aprender por las malas cuando la desinformación empezó a costar vidas humanas”.
El año pasado, este joven de 37 años se enfrentó a la oposición del presidente del país, que declaró que no quería nombrar a Lipavsky por su actitud reservada hacia Israel.
Además, señaló que el millennial sólo tenía una licenciatura.