Pablo Moraga
Wayu Boru (Kenia), 21 ago. A Amina Hageya Basia, una mujer keniana de 71 años, se le quiebra la voz al recordar cómo la sequía actual, la peor registrada en el Cuerno de África en las últimas cuatro décadas, está golpeando su día a día.
El hambre llegó después de que dos tercios de sus animales -diez de sus cabras, y cinco de sus vacas- se muriesen de sed.
Entonces, Amina, como miles de familias en el condado del Río Tana, en el suroeste de Kenia, perdió su principal medio de subsistencia.
Sin lluvias, sus esfuerzos son inútiles. Todos los huertos se han secado. Y en los mercados locales los precios de los alimentos son cada vez más caros, sacudidos por los efectos de la guerra en Ucrania.
“Vivimos con muchas penurias. El agua es escasa. La comida también es escasa. Y, cuando encontramos algo, es demasiado caro”, dice Amina a Efe, entre titubeos.
Una especie de túnica (“dera”, en suajili) azul oscuro recubre todo el cuerpo de esta mujer, incluidas sus manos. Sólo se ve su rostro, que enseguida recupera un semblante serio, como si intentase esconder sus emociones. De vez en cuando acompaña sus palabras con una sonrisa austera, que resalta todavía más las arrugas en torno a sus ojos.
A su alrededor hay decenas de mujeres vestidas con "deras" de colores vivos, niños, ancianos que se sostienen a duras penas con bastones de madera, curtidos por la dureza de esta esquina semiárida de Kenia, todos ellos arremolinados en las inmediaciones de un hospital pequeño en el pueblo de Wayu Boru, patrocinado por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA).
Estos centros de salud, advierten las autoridades kenianas, están cada vez más abarrotados.
La sequía continúa empeorando en 23 de los 47 condados de Kenia, donde más de 942.000 niños menores de cinco años necesitan atención médica urgente por desnutrición aguda, lamentó el pasado viernes la Autoridad Nacional para la Gestión de las Sequías (NDMA).
La desnutrición aguda es una de los padecimientos vinculados al hambre más peligrosos. Debilita el sistema inmunológico de los que la sufren, poniéndolos en riesgo de contraer otras dolencias y morir. Además, si no es tratada a tiempo, puede alterar gravemente el desarrollo físico y cerebral de los niños.
Tanto el PMA como el NDMA han lanzado la voz de alarma: 23 condados kenianos están en una situación límite.
Y las predicciones de escasez de lluvia señalan que este escenario puede agravarse aún más.
LA AMENAZA DE HAMBRUNA, CADA VEZ MÁS CERCA
La sequía ha dejado en el condado del Río Tana un paisaje de pesadilla: una llanura interminable, recubierta de arbustos espinosos, grises, sobre los que se desploman las enormes nubes de arena marrón que levantan los vehículos.
En ocasiones, el viento desplaza esa arena con tanta violencia que los granos se clavan como alfileres en la piel.
El estanque de Boltu Abarufa, construido en 2016 con fondos de la Unión Europea (UE), que normalmente tenía unos cinco metros de profundidad y proveía de agua a más de 15.000 vacas y 18.000 ovejas, está seco por primera vez.
Ahora, los pastores miran con impotencia el estanque, que se ha convertido en una gran explanada con la tierra agrietada.
Desesperados, algunos de ellos han excavado con sus propias manos pozos de unos diez metros de profundidad y paredes inestables de arena, por las que trepan con agilidad para buscar agua para sus animales.
Los pronósticos del tiempo no son nada alentadores.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), durante la próxima temporada de precipitaciones, de octubre a noviembre, lloverá por debajo de lo habitual, lo que empujará a 50 millones de personas en siete países de Este de África a padecer inseguridad alimentaria aguda (no podrán comer lo que necesitan para mantenerse sanos).
Además, la sequía se ha expandido a países como Etiopía, Somalia, Yibuti y Uganda.
La peor situación afecta a la vecina Somalia, donde la amenaza de una posible hambruna, el estado más grave de inseguridad alimentaria, es cada vez más visible.
Allí ya han muerto centenares de niños, si bien es difícil establecer este número porque la inmensa mayoría de ellos fallecen antes de llegar a los centros sanitarios.
Si las tendencias no cambian, al menos dos regiones somalíes sufrirán una hambruna entre octubre y diciembre de este año, advirtió este mes el PMA.
Entonces, la carencia extrema de alimentos matará a dos de cada 10.000 habitantes cada día.
La OMM culpa a la crisis climática, además de advertir que este tipo de fenómenos meteorológicos extremos continuarán “intensificándose”, una postura que comparte el gobernador del condado del Río Tana, Godhana Dhadho Gaddae.
“Nosotros somos el problema. No tengo dudas. Además de la crisis climática, hemos talado muchos árboles para conseguir carbón para cocinar. Este condado vendía carbón a otras regiones de Kenia. ¿Te lo puedes imaginar? Algunos bosques han desaparecido por completo”, dice a Efe Gaddae.
Amina, que ha vivido en este condado durante siete décadas, no recuerda una sequía tan dura como esta.
“Antes llovía más a menudo. Las familias tenían mucha leche. Pero ahora todos nosotros vivimos muchas dificultades. Cada vez hay menos vacas y cabras, mientras que el precio de los alimentos está creciendo. Todo está cambiando”, deplora la mujer. EFE
pm/pa/pi
(foto) (vídeo)