ESTOCOLMO (AP) — El partido de los Demócratas Suecos fue fundado por neonazis y skinheads en los años 80. Hoy, reformado y con nuevo nombre, está al borde de adquirir una influencia sin precedentes.
Tras una elección realizada en medio de un aumento de la delincuencia, este partido antiinmigrante es el segundo más votado en el país escandinavo.
Este es el ejemplo global más reciente de cómo una fuerza antes considerada socialmente inaceptable se introduce en la corriente principal de la política.
Las consignas “Suecia primero” y “Volver a Suecia nuevamente buena” del líder partidario Jimmie Akesson recuerdan a las que entusiasmaban a los seguidores del presidente Donald Trump en Estados Unidos.
Su auge ha dado aliento a las fuerzas de derecha en Europa que anticipan nuevos triunfos contra la izquierda.
“Que esto sea un anticipo y un modelo para el resto de Europa”, tuiteó el partido Conservadores y Reformistas Europeos, cuya presidenta es Giorgia Meloni, líder del partido ultraderechista Hermanos de Italia.
Dentro de 10 días, los italianos elegirán un nuevo Parlamento, y si las encuestas de opinión son certeras, Meloni podría ganar como parte de una alianza de centroderecha e incluso ser la próxima premier.
Steve Bannon, el aliado de años de Trump, dijo en su podcast “War Room” que el auge de los Demócratas Suecos y el giro a la derecha en Suecia, tradicionalmente progresista, es nada menos que un “terremoto político”. Elogió a los Demócratas Suecos porque “quieren sus fronteras, quieren su soberanía”.
Bannon dijo que Suecia es una sociedad destruida, una imagen habitual de la derecha que exagera los problemas del país.
Suecia es en general un miembro próspero y floreciente de la Unión Europea, aunque los tiroteos y la violencia provocada por las pandillas han provocado grave inquietud. Parte, no toda, la violencia se ha producido en barrios poblados mayoritariamente por inmigrantes.
La votación fue tan estrecha que el resultado fue confirmado el miércoles, ya que se debió esperar el recuento de los votos por correo y otros.
Finalizado el escrutinio, el bloque de partidos de derecha tiene 176 bancas en el Parlamento, mientras que el de centroizquierda de la primera ministra Magdalena Andersson tiene 173. El jueves, Andersson presentó su renuncia al presidente del Parlamento.
A pesar de que obtuvo el 20,5% de los votos, más que cualquier otro partido de su bloque, Demócratas Suecos porta un estigma del que no puede deshacerse. Por eso, se prevé que el primer dirigente al que se invitará a formar gobierno es Ulf Kristersson, del partido Moderados, también del bloque derechista.