La líder conservadora Liz Truss se declaró determinada a encontrar una "solución" a la conflictiva situación surgida tras el Brexit en la región británica de Irlanda del Norte, el miércoles en su primera intervención como primera ministra en el parlamento.
Londres y Bruselas negociaron el denominado protocolo norirlandés para proteger el mercado único europeo sin reestablecer una frontera física con la vecina República de Irlanda, que amenazaría la frágil paz establecida en 1998 entre republicanos católicos y unionistas protestantes tras tres décadas de sangriento conflicto.
Sin embargo, este creó una frontera administrativa entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, que indigna a los unionistas hasta el punto de originar violentos disturbios a principios de año y un bloqueo del gobierno y el parlamento autónomo regionales desde hace meses.
"Debemos solucionar los problemas del protocolo norirlandés, que dañó el equilibrio entre las comunidades de Irlanda del Norte. Estoy determinada a hacerlo y determinada a trabajar con todos los partidos para encontrar una solución", respondió Truss a la pregunta de un diputado norirlandés.
Frente al bloqueo de las instituciones políticas norirlandesas, el gobierno británico introdujo un proyecto de ley que modifica unilateralmente el protocolo, lo que la UE denunció como la violación de un tratado internacional, amenazando con una guerra comercial como represalia.
"Prefiero una solución negociada, pero esta debería retomar los elementos de nuestra legislación sobre el protocolo", afirmó Truss, presagiando un nuevo pulso diplomático con Bruselas.
Este diferendo provoca también tensiones con el ejecutivo de Estados Unidos, garante del Acuerdo de Paz del Viernes Santo de 1998. El tema fue tratado el martes en la primera conversación telefónica entre Truss y el presidente Joe Biden, muy orgulloso de sus raíces irlandesas.
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