El depuesto presidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa, regresó a su país la noche del viernes entre pedidos de la sociedad civil de que comparezca ante la justicia por la mala situación económica de la isla.
Rajapaksa, de 73 años, había sido elegido en 2019 con la promesa de ofrecer "un horizonte de prosperidad y esplendor". Pero su popularidad se derrumbó al calor de una crisis que en los últimos meses se tradujo en una penuria de alimentos, combustibles y medicamentos, a falta de divisas para poder importar estos productos básicos.
El dirigente huyó de la isla el 13 de julio, cuatro días después de que decenas de miles de manifestantes tomaran su residencia oficial. Desde entonces vivió exiliado sucesivamente en Maldivas, Singapur -desde allí anunció su dimisión- y Tailandia, de donde regresó el viernes a Sri Lanka.
"Gotabaya regresó porque ningún país lo quiere, no tiene donde esconderse", declaró a AFP Joseph Stalin, líder de un sindicato de profesores que participó en las movilizaciones contra el exdirigente.
"Debería ser detenido de inmediato por haber infligido semejante miseria a los 22 millones de habitantes de Sri Lanka. Debería ser procesado por sus crímenes", añadió.
"Ahora podremos llevarlo ante la justicia", abundó Tharindu Jayawardhana, portavoz de la asociación de jóvenes periodistas de Sri Lanka.
A su llegada a Colombo el viernes, Rajapaksa fue recibido por varios ministros ataviados con guirnaldas de flores, y luego fue llevado bajo escolta a su nueva residencia oficial, que el gobierno puso a su disposición.
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