CLEVELAND (AP) — A Michelle Krause le cuesta decir que es una masajista cuando conoce a alguien, temerosa de la reacción que ello puede generar y de los comentarios desubicados a los que está acostumbrada tras trabajar 18 años en esta profesión.
“Terminas absteniéndote de decir lo que haces”, dijo Krause, de 52 años, quien fue bombera antes de cambiar de profesión debido a una lesión en el cuello. El tratamiento que recibió de una masajista la convenció para que tomase esa ocupación.
“Le digo a la gente que soy nutricionista o que trabajo en finanzas para no tener que hablar de mi oficio”, agregó.
Krause es una de cientos de masajistas de todo el país que participan en la convención nacional de la Asociación Americana de Masoterapeutas (cuyas siglas en inglés son AMTA), que comenzó el jueves. El encuentro permite hablar de un trabajo que en Estados Unidos se hizo más difícil por la pandemia, un ataque a tres salones de masajes de Atlanta en el que fallecieron ocho personas en el 2021 y las secuelas del escándalo en torno al quarterback de la NFL Deshaun Watson, que amenaza con perpetuar un cierto estigma que hay en torno a esta profesión.
Irónicamente, la convención tiene lugar en Cleveland, donde juega el quarterback, con los Browns, equipo cuya sede está a una cuadra del centro de convenciones. Y frente al hotel donde se hospedan los participantes.
La convención fue programada hace tres años, mucho antes de que surgiesen las denuncias de que Watson se había propasado con muchas masajistas y de que el quarterback exigiese a los Texans de Houston que lo transfiriesen. La NFL suspendió por 11 partidos a Watson este mes y lo multó con 5 millones de dólares.
Las masajistas piensan que ese castigo no es lo suficientemente duro.
“No puedo creer que pasen cosas como esta”, dijo Amber Rasmussen, una masajista de 21 años que está trabajando en Rapid City (Dakota del Sur).
Circulan versiones de que muchas masajistas dejaron la profesión debido a los acontecimientos de los últimos tiempos, aunque no hay estadísticas que reflejen un éxodo masivo.
Michaele Colizza, presidenta de la asociación nacional, dice que resta mucho por hacer para educar al público acerca del importante papel que desempeñan las y los masajistas en el cuidado de la salud, el manejo de los dolores y el estado físico de los deportistas.
“AMTA considera que cualquier cliente que se pasa de la raya y toca (a una masajista) de manera inapropiada debe sufrir consecuencias legales”, expresó Colizza en un comunicado. “Además, los comentarios irresponsables de abogados y de la prensa representan un riesgo para los masajistas profesionales, con licencia, porque justifican una conducta inapropiada durante los masajes”.
El fenomenal nadador Michael Phelps fue el principal disertante del jueves. Phelps, quien ganó 23 medallas olímpicas de oro, dijo que los masajistas habían sido vitales en su carrera y aportó mucha publicidad positiva a la profesión.
Pero las matanzas perpetradas en Atlanta por un individuo blanco que la emprendió contra salones de masajes manejados por asiáticas y el caso de Watson volvieron a empañar la imagen de las masajistas.
“Es irritante”, declaró Krause, quien tuvo que bloquear a un viejo amigo bombero por sus comentarios inapropiados en su página profesional. “Es una falta de respeto”, se lamentó.
Mary Czech, de Whitmore Lake (Michigan), dijo que el escándalo más reciente no es nada nuevo para ella.
Tiene un título universitario y es especialista en masajes oncológicos. Dice que a lo largo de 20 años se ha asegurado de que sabe cómo manejar una situación en la que un cliente se comporta en forma inapropiada. Siempre sabe dónde hay un teléfono a mano y la ubicación de la comisaría más cercana.
“Llevo tiempo lidiando con esto”, manifestó la masajista de 55 años. “Siempre tengo un plan para salir de atolladeros. Y eso no debería ser así”.
El caso de Watson sacó a la luz el contraste entre lo que hacen las masajistas y lo que mucha gente piensa que hacen.
Krause dice que ahora solo toma clientes recomendados. Recordó un incidente ocurrido hace 16 años, cuando un individuo le tomó un brazo y elogió sus bíceps. “Le torcí el brazo y le dije, ‘yo te toco a ti, tú no me tocas a mí’”, relató Krause, de Severna Park (Maryland). “Al finalizar la sesión trató de abrazarme. Por suerte estaba en un sitio público”.
Dawn Menning, de Aberdeen (Dakota del Sur), dijo que usa un delantal para acentuar su condición de profesional. “La idea es dar la impresión de que estás aquí para un tratamiento terapéutico y nada más”.
Tonia McGeorge, de 36 años, de Ipswich (Dakota del Sur), dice que les recuerda a las masajistas jóvenes que tienen derecho a negarse a ofrecer servicios si algo no funciona. Ella hace visitas a domicilio, tiene un estudio móvil y trabaja en un spa de Aberdeen.
“Puede tocarte alguien que tiene un millón de dólares”, comentó. “Pero, ¿se justifica sacrificar tu carrera, tu reputación? Tu reputación es tu integridad”.
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Tom Withers colaboró en este despacho.