GRAND RAPIDS, Michigan, EE.UU. (AP) — Un jurado federal estadounidense declaró culpables el martes a dos hombres de conspirar para secuestrar a la gobernadora de Michigan en 2020, un plan que los fiscales describieron como un intento de desatar una guerra civil por parte de extremistas contra el gobierno.
Además, el jurado declaró culpables a Adam Fox y Barry Croft Jr. de conspirar para obtener un arma de destrucción masiva, específicamente una bomba, a fin de destruir un puente y obstaculizar a la policía si podían conseguir secuestrar a la gobernadora, Gretchen Whitmer, en su casa de descanso.
Croft, de 46 años, fue declarado además culpable de un cargo relacionado con explosivos.
La gobernadora Whitmer elogió los veredictos y advirtió que las amenazas violentas “no tienen cabida en nuestra política”. Dijo que las amenazas contra funcionarios son “una extensión perturbadora de un terrorismo nacional radicalizado” y socavan la democracia.
Fue el segundo juicio para los dos, luego de que un jurado en abril no pudo alcanzar un veredicto unánime. Otros dos hombres fueron absueltos y dos más se declararon culpables y atestiguaron para la fiscalía.
El resultado fue una victoria para el gobierno federal luego del sorprendente resultado mixto durante la primavera.
“Uno no puede impunemente agarrar un AR-15 y un chaleco antibalas y secuestrar a la gobernadora”, dijo el fiscal federal Nils Kessler al jurado.
“Pero ése no fue el objetivo principal de los acusados”, agregó. “Ellos querían desatar una segunda guerra civil en Estados Unidos, una segunda Revolución, algo que ellos llamaban boogaloo. Y quisieron hacerlo durante mucho tiempo antes de decidirse por la gobernadora Whitmer”, añadió.
La investigación comenzó cuando el veterano del ejército Dan Chapel se sumó a un grupo paramilitar en Michigan y se alarmó al escuchar conversaciones sobre planes para matar a policías. Chappel acordó convertirse en informante del FBI y se pasó el verano de 2020 acercándose a Fox y otros, grabando en secreto sus conversaciones y participando en prácticas de tiro en Wisconsin y Michigan.
El FBI convirtió la investigación en un caso importante de terrorismo interno, con ayuda de otros dos informantes y dos agentes encubiertos infiltrados en el grupo.
Fox, Croft y otros, acompañados por los operativos del gobierno, viajaron al norte de Michigan para ver la casa de vacaciones de Whitmer por la noche y un puente que podía ser destruido.
Los abogados de la defensa trataron de cuestionar las acciones del FBI, enfatizando reiteradamente en sus contrainterrogatorios de testigos y en sus alegatos finales que agentes federales estuvieron presentes en cada momento del complot y habían engatusado a los hombres.
Fox y Croft, sostuvieron los abogados, eran “grandes habladores” a quienes les gustaba fumar marihuana y que solamente eran culpables de ejercitar su derecho a decir cosas viles sobre Whitmer y el gobierno.
Whitmer ha culpado al entonces presidente Donald Trump por azuzar la desconfianza y fomentar la furia por las restricciones del coronavirus, y por negarse a condenar a los grupos racistas y ultraderechistas como los acusados del complot contra ella.
El fin de semana, la gobernadora dijo que no había estado siguiendo el segundo juicio, pero que seguía estando preocupada por “la retórica violenta en este país”.
Recientemente, Trump calificó el complot como “puro invento”.