Barranquismo en Córcega, la magia de saltar en piscinas naturales

Cuando hace calor en Córcega en verano, mucha gente se dirige a las montañas para bañarse. El macizo de la Bavella, en particular, es perfecto para practicar barranquismo. Sin embargo, en la temporada alta, la afluencia se convierte en un problema.

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ARCHIVO - ¡A deslizarse sobre
ARCHIVO - ¡A deslizarse sobre la roca pulida hacia las frescas aguas! Foto: Florian Sanktjohanser/dpa

Cuando hace calor en Córcega en verano, mucha gente se dirige a las montañas para bañarse. El macizo de la Bavella, en particular, es perfecto para practicar barranquismo. Sin embargo, en la temporada alta, la afluencia se convierte en un problema.

Elise Courtois está parada como una ninja sobre el peñasco, con su estrecho traje de neopreno, una capucha y una máscara sobre la nariz. Y como una superheroína salta por la cascada de nueve metros de altura, elegante como un gato, dando una voltereta de costado. 

La mujer de 41 años es oriunda de la región francesa de Chamonix, y durante doce años trabajó en la isla de Reunión como guía de barranquismo, el deporte de aventura que consiste en descender barrancos en el curso de un río combinando natación y escalada para superar los obstáculos naturales.

Pero ningún otro lugar es mejor que Córcega para este deporte aventura, asegura Courtois. "Aquí el agua es cálida y excepcionalmente clara. Para mí, Bavella es el paraíso", afirma. 

El macizo de Bavella, ubicado en el sureste de la isla, es también llamado los "Dolomitas de Córcega" y es famoso entre los escaladores por sus agujas de granito. 

Pero la mayoría de los turistas llegan hasta allí para visitar los arroyos que se forman en las profundas quebradas y que son como un parque de juegos para los amantes del senderismo fluvial. 

Los visitantes descubren las primeras piscinas naturales ya en el viaje desde la costa hacia el paso de Bavella. Al lado del camino, el Solenzara, un pequeño río, fue formando bellas piscinas. El agua es turquesa y cálida, no es necesario usar ningún tipo de equipo especial para bañarse. 

Y desde el camping U Rosumarinu solo es necesario caminar un par de minutos para llegar a los peñascos rosados desde donde saltar a las piscinas naturales.

El idilio puede llevar a la imprudencia. Muchos emprenden la aventura sin estar preparados, señala Courtois, sin provisiones ni calzado adecuado.  

La guía relata que luego, a la noche, se acercan mujeres llorando a la oficina de su agencia de barranquismo y dicen que su marido no ha regresado y que no se le puede localizar por el teléfono móvil. "Entonces tenemos que enviar otra vez el helicóptero", señala.

Aquí se aprende rápido lo fácil que es perderse. En la guía de senderismo se puede leer que el de Fiumicelli es el recorrido ideal para probar. Es acogedor y hermoso.

La entrada en el puente de piedra es fácil de encontrar, pero pronto el camino se bifurca y de repente se comienza a vagar sin dirección por encima del desfiladero en el bosque de pinos. Querer subir por un arroyo de montaña es un error de principiante.

"Cuando se practica barranquismo siempre vamos río abajo", enseña Courtois. Algo que sin duda tiene sentido en términos de salto en piscinas, al igual que el traje de neopreno, los zapatos especiales para barranquismo y la mochila perforada de la que pueda drenar el agua.

Cascada tras cascada, los visitantes se deslizan o saltan, entre vadeos y nados por piscinas y cauces. "El Polischellu es fácil, lo hacen muchas familias", dice Courtois, porque el acceso es corto y los huéspedes no tienen que descender en rapel en ningún sitio. Esto hace que el recorrido sea muy popular.

En temporada alta, Courtois suele llevar a menudo tres grupos al día a ese recorrido. "A veces debo esperar una hora ya en la primera cascada porque hay quince grupos delante mío", dice. 

Más de 1.000 personas ansiosas por hallar el paraíso se reúnen algunos días de verano en las piscinas naturales más famosas de Bavella, como en las cascadas de Polischellu o de Fiumicelli. Pero ninguna atrae tanto a los veraneantes como las de Purcaraccia. 

"¡Ahora ataquemos la montaña!", grita Sauveur Grisoni mientras desciende con el grupo por la garganta. "Vaya, ¡qué genial!", le responden los dos niños de nuestro grupo, de nueve y diez años.

Grisoni, de 58 años, ha sido guía en su isla natal durante toda su vida adulta. "En Córcega hay 120 ríos en los que se puede hacer barranquismo", dice el presidente de la Asociación de Guías de Actividades al Aire Libre.

El turismo de aventura es un gran negocio en Córcega. Hay 14 empresas de barranquismo, apunta, y mucha gente viene por su cuenta.

El guía muestra una foto del verano de 2021 en su teléfono móvil. En ella, las piscinas de roca están tan llenas de gente como una piscina al aire libre de la ciudad durante las vacaciones.

"La naturaleza de los ríos de montaña es muy sensible", dice Grisoni, y añade que las cremas de protección solar de los numerosos bañistas es principalmente el problema. Se desprende en las piscinas y contamina el agua clara.

El año pasado, Purcaraccia se cerró por primera vez a los visitantes sin guía del 15 de agosto al 15 de septiembre. "Simplemente hubo demasiados accidentes", explica Grisoni.

"Llevamos diez años pidiendo restricciones a los guías. Pero tuvo que haber muertos". Señala un tobogán doble de agua. "Allí, en el borde del acantilado, la gente se hace selfies, gira... y se cae".

Después de una hora y media, el ascenso termina en una pequeña meseta rocosa. Los excursionistas se enfundan en trajes de neopreno de cinco milímetros de grosor, se colocan arneses de escalada y protectores de plástico en el trasero.

Grisoni comprueba el equipo de cada uno para asegurarse de que se colocó correctamente. "Aquí estamos en la naturaleza salvaje", advierte.

Les espera un total de siete toboganes de roca y agua, dos tramos en rapel y tres saltos. No sentirán frío con todo el movimiento. Sin embargo, el agua también está a unos agradables 15 grados. Al principio de la temporada, en abril, en cambio, suele estar a una temperatura de solo ocho grados.

El mayor reto es descender en rapel junto a una cascada de 40 metros de altura. A mitad de camino, el agua cae sobre los pies, por lo que se deben tomar todas las precauciones para no resbalar. "A la izquierda", dicen los escaladores desde abajo, y efectivamente, un metro al costado hay un barranco más fácil.

Desde abajo todo parece sencillo, especialmente para Grisoni, que baja la pared en pocos segundos. Durante el siguiente vuelo de cinco metros, que requiere un valiente salto sobre el borde de la roca, el fornido guía da otra voltereta, ya no como un ninja, pero siempre más elegante que el salto cual conejos que suelen dar los inexpertos.

Informaciones sobre Córcega:

Para viajar a Córcega se pueden tomar naves desde las ciudades de Livorno, Savona, Niza y Toulon. Y desde la terminal Gare Routière en Bastia parten a diario ómnibus a Solenzara. Más información en www.rapides-bleus.com/bastia-porto-vecchio.  

La mejor época para practicar barranquismo, según recomiendan las agencias especializadas en este deporte aventura, suele ser desde abril hasta octubre. 

En junio, las condiciones suelen ser óptimas porque los ríos tienen mucha agua y aún no están desbordados.

Información: Agence du Tourisme de la Corse, 17 Boulevard du Roi Jérôme 20181 Ajaccio Cedex 01, Córcega (sitio web: www.visit-corsica.com/).

dpa 

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