LIMA (AP) — Perú inició el jueves la construcción de un importante santuario en los Andes junto a un cuartel para honrar a civiles detenidos y ejecutados extrajudicialmente en ese terreno durante el conflicto armado interno que enfrentó al grupo maoísta Sendero Luminoso y a las fuerzas de seguridad.
El viceministro de Justicia, Guillermo Vargas, dijo a la asociación de familiares de los secuestrados, detenidos y desaparecidos, a funcionarios locales y a representantes de la Unión Europea que el lugar de unas cuatro hectáreas recordará hechos trágicos que “no deben volver a repetirse”.
El terreno donde se construye el "Santuario de Memoria de La Hoyada" está ubicado al lado de un cuartel del Ejército conocido con el nombre de “Los Cabitos”. En su interior la justicia ha probado que se ingresaba a los detenidos, se los torturaba y ejecutaba.
Según la organización defensora de los derechos humanos Aprodeh, que ha defendido por décadas los abusos cometidos durante el conflicto, muchos detenidos eran “menores de edad, profesores, campesinos, hombres y mujeres jóvenes a quienes se les detuvo en sus casas, trabajos o puestos de control bajo sospecha de terrorismo”. El equipo forense especializado de la fiscalía desenterró 109 restos óseos en el terreno donde se construye el santuario entre 2005 y 2011.
Las investigaciones forenses en medio de un juicio por los desaparecidos dentro del cuartel "Los Cabitos" también hallaron en 2005 un tanque de combustible con el que se alimentaba 4 hornos. Se halló algunas osamentas semicalcinadas, otras intactas y otros restos incompletos.
The Associated Press visitó el lugar en varias oportunidades. En la zona destaca una elevada cruz blanca de cemento que tiene inscrita con letras negras la frase: "Cientos de personas fueron asesinadas, enterradas e incineradas clandestinamente en este lugar”.
Entre 1980 y 2000 Perú vivió un conflicto armado que enfrentó de un lado a las fuerzas de seguridad y los comités campesinos de autodefensa y del otro a Sendero Luminoso. Una Comisión de la Verdad estimó que los muertos podrían haber alcanzado los 70.000 en todo el país, la mayoría era población de lengua quechua o lengua asháninka que vivían en los Andes y la Amazonía.