En Camerún, el rugby femenino se enfrenta a los prejuicios

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Alvine Kuekam Maché no solo se enfrenta a las rivales en el campo, sino también a los prejuicios. Esta camerunesa de 26 años juega desde hace cuatro años al rugby, un deporte que practican muy pocas mujeres en este país africano.

La joven de 1,82 metros de altura y largas trenzas entrena varias veces por semana con hombres en un pequeño terreno de tierra y lleno de agujeros en Nkol Anga, un barrio humilde de la capital Yaundé.

No duda en entrar al choque, resistiendo con tanta fuerza como motivación.

"Eso me permite trabajar un poco más el aspecto físico", sonríe Alvine, seleccionada este año con el equipo nacional femenino de Camerún.

La rugbier es también jugadora del Nfon Dreams Academy, uno de los cuatro clubes de rugby femenino de Camerún.

Pero en un país donde el fútbol reina, que ha dado ídolos internacionales como Samuel Eto'o, el deporte del balón ovalado es muy minoritario y todavía más en categoría femenina. Según la Federación Camerunesa de Rugby, únicamente 120 mujeres tienen licencia de jugadora en el país.

"Las mujeres jóvenes que vienen a entrenarse están muy motivadas, pero nos faltan medios", lamenta en declaraciones a la AFP Landry Bissou Boaz, entrenador del Nfon Dreams Academy.

"Hemos optado por poner el acento en el rugby femenino para promover a las mujeres en un actividad considerada masculina, pero es muy difícil", señala.

- "Es mi pasión" -

"Incluso mi propia familia me dice que jugar al rugby no me aporta nada, pero yo les respondo que es mi pasión. Amo el rugby, amo este deporte, amo lo que hago", sentencia Alvine Kuekam Maché, que se alterna en los puestos en primera, segunda y tercera línea.

Pero evidentemente, no puede vivir de su pasión. A pesar de ser internacional, no recibe ningún salario, solamente algunas primas.

Vive en casa de su madre, una vendedora de maíz al grill en los mercados, con tres hermanos y hermanas en una pequeña vivienda de terracota en Nkomo, un barrio popular de Yaundé.

La jugadora ha tenido que enfrentarse a las reticencias de su madre sobre el rugby.

"Tengo miedo cuando juega. Si se lesionara, nadie le ayudará para cuidarse", afirma Marie-Claire Nyondzo. "Pero me gusta verla jugar", puntualiza.

"Mi familia consideraba al principio que era un deporte muy rudo, pero con el tiempo han aceptado que yo lo practique", cuenta por su parte Marlyse Endalle, capitana del Red Dragon Rugby Club de Duala, la capital económica del país.

"Algunos padres consideran que es un deporte violento, que expone a sus hijas a graves lesiones", dice Joseph Ndé, entrenador del equipo nacional de rugby femenino de Camerún.

- Ideas preconcebidas -

Las jugadoras tienen que hacer frente a las ideas preconcebidas.

"No cuento directamente a un hombre el deporte que practico, esto sigue estando mal visto en la sociedad y somos víctimas de prejuicios", afirma Alvine Kuekam Maché, mientras sostiene en sus manos un viejo balón ovalado cubierto de tierra.

En 2019, Camerún, un país de unos 30 millones de habitantes, figuraba en un informe de Naciones Unidos en el puesto 141 entre 189 países en matería de igualdad entre hombres y mujeres. Las mujeres son apenas el 6% del gobierno del presidente Paul Biya (89 años), en el poder desde 1982.

Las jugadoras esperan que el próximo campeonato de África de rugby, que se celebrará en Camerún, sirva para dar impulso a su disciplina. Según World Rugby, órgano dirigente de este deporte mundialmente, las camerunesas son vigesimosextas entre 61 naciones.

La selección masculina de Camerún figura en el puesto 104 entre 109.

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