KINSHASA, Congo (AP) — El gobierno de la República Democrática del Congo solicitó que el vocero de la misión de las Naciones Unidas deje el país, debido a que ha hecho comentarios inapropiados en medio de las protestas contra la presencia de las fuerzas de paz de la ONU.
El ministro de Relaciones Exteriores Christophe Lutunda le escribió a la misión de la ONU, conocida como MONUSCO, para decir que considera que las tensiones actuales entre la organización y la población se deben a declaraciones inoportunas y carentes de delicadeza del portavoz Mathias Gillman.
“El gobierno congoleño considera que es improbable que la presencia de ese funcionario en el territorio nacional promueva un clima de confianza mutua y serenidad tan esencial entre las instituciones congoleñas y MONUSCO”, dice la declaración.
“El gobierno congoleño apreciaría grandemente si se hacen arreglos para que el señor Gillman deje el territorio lo más pronto posible”.
No hubo respuesta inmediata de la ONU al pedido.
El gobierno no señaló declaraciones específicas de Gillman, pero en una conferencia de prensa en julio, el vocero mencionó que MONUSCO y el ejército congoleño tenían recursos limitados para lidiar con varios frentes de ataques, particularmente del grupo rebelde M23, que ha conseguido más armamento y están lanzando fuertes ataques contra civiles.
El gobierno realizó una reunión de emergencia esta semana para reevaluar la presencia de las fuerzas de paz de la ONU luego que protestas contra la misión de la ONU en el oriente del país dejaron por lo menos 36 personas muertas e hirieron a más de 170.
El gobierno se reunió además con la misión de la ONU para discutir posibilidades para su retirada.
La fuerza de la ONU ya se ha retirado de dos provincias, Kasai y Tanganyika.
MONUSCO tiene unos 16.000 miembros uniformados, pero no ha conseguido estabilizar el volátil este del país.
La región, rica en minerales, es la base de varios grupos rebeldes. La seguridad ha empeorado allí pese a un año de operaciones de los ejércitos nacional y de Uganda. Los civiles enfrentan además violencia de combatientes vinculados al grupo Estado Islámico. También han escalado los combates entre las tropas congoleñas y el M23, que han forzado a 200.000 personas a dejar sus hogares.