Agua del manantial de Zamzam, divinidad en litros

En la ciudad de La Meca, en Arabia Saudí, acaba de finalizar la gran peregrinación, o hach, uno de los cinco pilares del islam. Las temperaturas volvieron a superar los 40 grados, y el agua de Zamzam, un pozo de agua dulce ubicado en el patio de la Gran Mezquita, proporcionó nuevamente refresco. Esta agua se considera sagrada y es parte de los rituales de peregrinación.

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El peregrino iraquí Adam Mohammed
El peregrino iraquí Adam Mohammed toma agua del pozo sagrado de Zamzam, fuente de agua dulce en el patio de la Gran Mezquita de La Meca. Foto: Ashraf Amra/APA Images via ZUMA Press Wire/dpa

En la ciudad de La Meca, en Arabia Saudí, acaba de finalizar la gran peregrinación, o hach, uno de los cinco pilares del islam. Las temperaturas volvieron a superar los 40 grados, y el agua de Zamzam, un pozo de agua dulce ubicado en el patio de la Gran Mezquita, proporcionó nuevamente refresco. Esta agua se considera sagrada y es parte de los rituales de peregrinación.

Los musulmanes afirman que la "mejor agua del mundo", como la llama el Gobierno saudí, tiene propiedades curativas. A pesar de la prohibición de exportación, el agua también se comercializa fuera del país, incluso en países como Alemania.

El hach, una de las mayores concentraciones de musulmanes del mundo, y muchas veces bajo un calor abrasador, sería difícil de imaginar sin el manantial de Zamzam. Su antigüedad se estima en 4.000 años, las caravanas de entonces ya se detenían para beber de sus aguas. 

Según la tradición islámica, Hayar, la esposa de Abraham, descubrió el manantial mientras buscaba agua para su hijo Ismael en un valle desértico. Junto a este manantial, los profetas construyeron el cubo negro llamado Kaaba, el mayor santuario para los musulmanes, en torno al cual acabó creciendo la ciudad de La Meca.

Solo hay 20 metros entre la Kaaba y el manantial subterráneo, del que dos bombas extraen hasta 18,5 litros de agua por segundo. Lo que antes salía a la luz con cubos y cuerdas, ahora llega por tuberías a una moderna estación de llenado y distribución que lleva el nombre del difunto rey Abdullah. 

Según cifras oficiales, antes de la pandemia de coronavirus, unos dos millones de litros diarios de agua fluían durante la temporada de peregrinación para los peregrinos. El líquido elemento proviene de fuentes, dispensadores de agua y botellas de plástico, que hoy también son servidas por robots. 

El agua es un símbolo místico en todas las religiones del mundo: da vida y purifica, se considera una conexión con lo divino. Los cristianos son bautizados con agua; en el hinduismo, el agua lava la culpa y permite un nuevo comienzo. Según la Biblia, el pueblo judío fue protegido de sus perseguidores egipcios por las aguas del mar Rojo. Según el profeta islámico Mahoma, el agua del pozo de Zamzam es "bendita", "sacia como la comida" y "cura las enfermedades".

No es de extrañar que los musulmanes que visitan La Meca llenen el agua bendita en bidones y que, a pesar de la prohibición de exportarla, haya surgido un nicho de mercado en el extranjero. En el sur de Asia, Estados Unidos o Europa, algunos minoristas en línea ofrecen agua del pozo de Zamzam "con autenticidad garantizada", pero muchos guardan silencio sobre la ruta exacta de transporte. "En los países árabes, siempre se encuentra un camino", señala el propietario de una tienda de Berlín, que afirma que obtiene el agua de Bélgica.

Al parecer, el agua se suministra legalmente a países musulmanes como los Emiratos, Jordania o Egipto. Un comerciante alemán informa que él la compra en estos países, con certificado de importación y registro ante las autoridades sanitarias. Además, explica que los centros islámicos de Europa reciben el agua como regalo de Arabia Saudí. Luego la distribuyen entre los fieles y venden el excedente, de lo que se benefician todos aquellos musulmanes que no pueden permitirse la costosa peregrinación o que no están en condiciones de emprender el largo viaje.

Sin embargo, los bienes codiciados siempre dan lugar a imitaciones. Un vendedor informa de falsificaciones con "agua pura del grifo", y cree en la autenticidad de su propia mercancía, a pesar de que "nunca se sabe al cien por cien". Solo se puede reconocer el agua de Zamsam auténtica por su sabor, afirma otro comerciante en línea. "Para el profano, esto es difícil y una cuestión de confianza”, señala. 

Hace unas semanas aparecieron falsificaciones en el Reino Unido en un envío de contenedores desde Turquía. Según informó el periódico Telegraph & Argus, las botellas de cinco litros se ofrecieron en las tiendas por el equivalente a unos 30 euros (aproximadamente 30 dólares estadounidenses). 

En Malasia, por otra parte, la Policía descubrió en 2019 botellas de agua de Zamzam importadas ilegalmente de Arabia Saudí por un valor de mercado equivalente a 550.000 euros. Es así como el agua que fluye gratuitamente en La Meca se convierte en mercancía de contrabando.

De la "Mafia de Zamzam", que hace años fue noticia por sus negocios ilegales en La Meca con trucos de embotellamiento, no se ha escuchado nada durante esta última peregrinación. 

Para uso personal, el agua también se puede comprar ahora en muchos supermercados saudíes y en el aeropuerto, cinco litros cuestan el equivalente a unos 1,45 euros. Incluso se permite a los viajeros llevar en el avión una botella grande de plástico en el equipaje de mano, por así decirlo, como una especie de recuerdo divino para la familia en casa.

dpa

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