El califato autoproclamado de la organización Estado Islámico (EI) en Siria e Irak ha quedado atrás y el grupo yihadista sobrevive en Oriente Medio, pero en cambio su influencia se extiende en África, donde sus filiales ganan visibilidad con una "marca" mortífera y floreciente.
En marzo se establecieron dos nuevas provincias oficiales del Estado Islámico en el Sahel, y en mayo en Mozambique.
Poco después, un editorial en el semanario oficial del EI, Al Naba, animó a los musulmanes a llegar al continente, antes de que videos en Siria e Irak feliciten a los hermanos combatientes en África.
"El hecho de que estén llamando a unirse al EI en África es muy significativo", explica Damien Ferré, fundador de la empresa Jihad Analytics, que analiza la yihad global y cibernética.
"Reconocen que hoy no existe la capacidad de continuar con el proyecto del califato, pero realmente hay una voluntad de penetrar en África", detalla.
En 2021, Al Naba dedicó 28 de sus 52 primeras planas a África.
En la actualidad, la mayoría de las provincias del Estado Islámico, es decir 7 de las 13, están basadas en ese continente. Pero los expertos son unánimes respecto a que la yihad africana no es similar a la del Levante.
"La yihad africana está teñida de algo más que el radicalismo", resume Hasane Kone, investigador del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS) de Dakar.
"Muchas personas ingresan por razones no necesariamente religiosas", añade a la AFP citando la exclusión, la pobreza y las abusos de los militares.
Sin embargo, "el EI aprovecha la yihad africana para seguir existiendo", destaca.
- "Marca mundial" -
Djallil Lounnas, investigador de la universidad marroquí de Al Akhawayn, confirma una estrategia deliberada del EI desde 2017 "ante la certeza de la caída" del califato.
Las lealtades africanas al grupo son "mutuamente beneficiosas. El EI continua existiendo y dando una impresión de poder, mientras que sus seguidores africanos se benefician de la marca EI", subraya.
En términos de propaganda, la base del EI en el Levante impone la señalización, los temas en sus textos y los videos.
En la República Democrática del Congo (RDC), las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) -oficialmente vinculadas al EI desde 2017- siguen desde entonces sus métodos, según la revista Combating Terrorism Center (CTC) de la academia militar estadounidense West Point.
"Las ADF comenzaron a emitir videos de decapitación en el verano de 2021", demostrando su voluntad de "alinearse" con la "marca mundial del EI", según la revista, que analiza de la misma manera el recurso a los atentados suicidas.
Según el CTC, las ADF también experimentaron una afluencia de combatientes procedentes de Tanzania, Burundi, Kenia y Sudáfrica, y establecieron vínculos con miembros árabes del EI.
El ejército congoleño anunció hace algunos meses la detención de un keniano de origen omaní, un egipcio y un jordano.
En un video de propaganda, el primero supervisa la ejecución con machete de un militar congoleño. El segundo parece haber sido enviado "para ayudar al grupo a mejorar su capacidad tecnológica", afirma el CTC.
- Fronteras como "coladores" -
Alrededor del lago Chad se habla de "asesores y expertos que vienen a ayudar en momentos difíciles de toma de decisiones o de reorganización", explica Vincent Foucher, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica francés (CNRS). "Hay una circulación de personas entre la yihad árabe y el lago", sostiene.
Más al oeste, residentes informaron sobre ruidos de motocicletas entre el noroeste de Nigeria y Níger. Pero nada pudo confirmarse en esta zona desértica donde las fronteras son coladores.
En el este, "hay ugandeses que circulan por todo África meridional. Pasan por Malaui y pueden ir muy al sur. Son lugares de paso mal controlados", precisa Elie Tenenbaum, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI). También evoca "antiguos puntos de paso de contrabando" e individuos que actúan "a veces como electrones libres".
Pero, por poco estructurado que esté, el crecimiento de EI se beneficia de la debilidad de la lucha antiterrorista.
Son pocas las acciones conjuntas entre Estados, como por ejemplo entre los ejércitos congoleños y ugandeses respecto a las ADF.
En el Sahel, Francia abandona Malí tras nueve años de lucha antiterrorista y la misión de las Naciones Unidas, Minusma, está en suspenso.
"La coordinación no funciona", resume Hans Jakob Schindler, director de la ONG Counter Extremism Project (CEP), que lamenta la partida de los franceses ya que los Estados africanos parecen impotentes frente al flagelo yihadista.
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