En un clima de protestas, el primer evento en Estados Unidos de la serie LIV Golf, financiada por Arabia Saudita, se puso en marcha el jueves en las afueras de Portland (Oregón) con el liderato del mexicano Carlos Ortiz.
En su estreno en esta nueva competición, Ortiz se lució con una tarjeta de 67 golpes, cinco bajo par, en el campo Pumpkin Ridge Golf Club de North Plains.
El golfista de Guadalajara, de 31 años y ganador de un título de PGA, es uno de los numerosos jugadores que abandonaron en las últimas semanas el circuito estadounidense para sumarse a la competición rival.
El estadounidense Dustin Johnson, ex número uno de PGA y ganador del Masters de Augusta de 2020, concluyó la primera ronda en segundo lugar, a un golpe de Ortiz.
A pesar del estreno de nuevos miembros como Ortiz y los estadounidenses Brooks Koepka o Bryson DeChambeau, este segundo evento de la temporada de LIV Golf no pudo escapar de la controversia debido a la financiación saudita.
Familiares de víctimas de los ataques del 11 de septiembre de 2001 convocaron a una rueda de prensa cerca del lugar para expresar su indignación por la celebración del torneo en territorio estadounidense.
Andre Aiken, quien tenía tres años cuando su padre, Terrance, murió en el World Trade Center de Nueva York, fue uno de los familiares que insistieron en señalar a Arabia Saudita por complicidad en los atentados, que causaron la muerte de casi 3.000 personas, una responsabilidad que el gobierno de Riad ha negado.
"Debido a las acciones del reino de Arabia Saudita, hubo muchos momentos cruciales en los que mi padre no pudo estar presente. Nunca conoceré el sonido de su voz, la sensación de su abrazo", dijo Aiken.
"Para mí, 20 años después, ver a esas mismas personas responsables creer que pueden venir como si nada hubiera pasado, es muy duro", afirmó.
- Amenaza de acciones legales -
La serie LIV Golf, dirigida por el ex golfista australiano Greg Norman, está financiada por el fondo soberano de Arabia Saudita, lo que ha suscitado duras críticas de grupos de defensa de los derechos humanos que la consideran un intento del reino de mejorar su imagen a través del deporte.
El circuito ofrece una bolsa récord de premios de 25 millones de dólares por cada uno de sus eventos, lo que ha atraído a numerosos ganadores de títulos de Grand Slam, los últimos de ellos Brooks Koepka, Bryson DeChambeau y Patrick Reed.
Todos ellos, al igual que otros grandes nombres como Phil Mickelson o Sergio García, quedaron impedidos de participar en los torneos del circuito PGA, que ha fortalecido su alianza con el circuito europeo (DP World Tour) para enfrentar a la nueva competencia.
Al mismo tiempo, la pugna entre las organizaciones tradicionales y los golfistas 'disidentes' sigue recrudeciéndose.
El DP World Tour recibió una carta de más de una docena de jugadores que amenazan con emprender acciones legales a menos que se anulen las sanciones impuestas contra ellos por competir en el primer evento de LIV Golf, celebrado este mes en Inglaterra.
Entre los firmantes se encuentran los ingleses Ian Poulter y Lee Westwood, miembros del DP World Tour, que fueron multados cada uno con 100.000 libras (123.000 dólares) y expulsados del Abierto de Escocia de la próxima semana y de otros dos eventos.
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