VESTAVIA HILLS, Alabama, EE.UU. (AP) — El sujeto de 70 años que mató a tiros a tres personas en una iglesia en Alabama se encontraba solo, sentado y bebiendo licor. Rechazó cuando le dijeron que se sumara a los demás que iban a compartir la cena y después los disparos quebraron la tranquilidad de la noche, recordó una sobreviviente.
“Me pareció que él estaba desconectado”, dijo Susan Sallin, de 73 años. Sallin se encontraba sentada en la misma mesa con las tres personas asesinadas durante el ataque a tiros del jueves en la noche en la iglesia episcopal St. Stephen, en Vestavia Hills, Alabama.
Antes, el agresor había asistido a servicios y a algunas reuniones en la iglesia para personas de la generación Baby Boomer y de mayor edad, pero no parecía interactuar mucho con los demás, agregó.
Esa noche, el hombre se sentó en una mesa solo. Aunque había vino disponible para la cena, el bebía de lo que parecía una pequeña botella de whisky y rechazaba las invitaciones de que se integrara con los demás.
“Yo lo invité personalmente dos veces para que viniera y se sentara en nuestra mesa porque quería que se sintiera incluido, pero no vino”, según Sallin. Dijo que una mujer, cuyo esposo fue asesinado después durante el ataque a tiros, “advirtió que él no había tomado un plato, se levantó y le ofreció servírselo”.
El hombre también dijo que no.
Robert Findlay Smith, de 70 años, está acusado de homicidio con posible pena de muerte por el asesinato a tiros de tres personas.
Walter Bartlett Rainey, de 84 años, Sarah Yeager, de 75, de Pelham, y otra mujer fueron las víctimas fatales del ataque. La policía no facilitó el nombre de la tercera víctima pero amigos la identificaron como Jane.
La reunión estaba alegre. Los amigos, que no se habían reunido durante la pandemia, conversaban sobre la comida que tendrían, sus coches favoritos y otros temas menudos.
Sallin dijo que no recuerda que hubiera escuchado alguna discusión o conversación acalorada antes de que se oyeran los balazos.
“Escuché un fuerte sonido metálico, y pensé que una silla de metal se había caído. Hubo otro sonido y otro más, hasta entonces me di cuenta de que se trataba de disparos"; afirmó.
“La gente se tiró al piso. Yo hice lo mismo. Cuando me tiré al suelo, me di cuenta que dos de mis amigas que estuvieron sentadas en la mesa conmigo fueron alcanzadas por las balas”.