WASHINGTON (AP) — El presidente Joe Biden dijo el jueves que el pueblo estadounidense está “muy, muy decaído” luego de dos turbulentos años de coronavirus, de volatilidad en la economía y ahora por el aumento en los precios de la gasolina que castigan el presupuesto de las familias.
Pero subrayó que una recesión “no es inevitable” y mantuvo la esperanza de darle más confianza al país.
Durante una entrevista de 30 minutos con The Associated Press en la Oficina Oval, el presidente enfatizó la castigada economía que heredó y las persistentes cicatrices psicológicas causadas por la pandemia, que alteraron el sentido de identidad de las personas.
Reprochó las afirmaciones de los legisladores republicanos de que el plan de ayuda por COVID-19 del año pasado es el único responsable de que la inflación se encuentre en su punto más alto en los últimos 40 años, asegurando que dicho argumento es “descabellado”.
En cuanto a la mentalidad de los estadounidenses, Biden dijo que “la gente esta muy, muy decaída”.
“La necesidad de salud mental en Estados Unidos se ha disparado, porque las personas han visto cómo todo da un vuelco. Todo con lo que contaban se ha trastornado. Pero la mayoría de ello es consecuencia de lo que ha sucedido, de lo que sucedió como resultado de la crisis del COVID”.
Ese pesimismo ha llegado hasta la economía, y los precios históricamente altos de la gasolina y la persistente inflación han puesto en juego la capacidad de los demócratas de retener el control de la Cámara de Representantes y el Senado en las elecciones de fin de año. Biden habló sobre las advertencias de los economistas de que combatir la inflación podría llevar al país a una recesión.
“Primero que nada, no es inevitable”, sentenció. “Segundo, estamos en una mejor posición que cualquier otra nación del mundo para superar esta inflación”.
En cuanto a las causas de la inflación, el presidente se mostró un tanto a la defensiva: “Si es mi culpa, ¿por qué es que en todos los demás países industrializados del mundo la inflación es más alta? ¿Se han preguntado eso? No es por ser insolente”.
El mandatario dijo que veía motivos para ser optimistas, como la tasa de desempleo del 3,6% y la relativa fortaleza de Estados Unidos en el mundo.
Pero Biden ha sido incapaz hasta el momento de restaurar la confianza, y sus índices de popularidad han ido en declive dado que ha perdido apoyo entre los demócratas y existe poca evidencia de que pueda brindar cierta normalidad bipartidista a Washington.
Su oficina está repleta de retratos de presidentes que enfrentaron crisis que pusieron en peligro al país, y Biden reconoció que existen comparaciones con su propia situación. Sobre su chimenea cuelga una imagen de Franklin Delano Roosevelt, un lugar destacado porque el historiador Jon Meacham le dijo a Biden que ningún presidente llegó al cargo con la economía en tan mal estado. También hay un retrato de Abraham Lincoln, quien se convirtió en presidente de una nación sumamente dividida y al borde de la Guerra Civil.
Sin embargo, el remedio de Biden no es muy distinto al diagnóstico del expresidente Jimmy Carter en 1979, cuando la economía estadounidense quedó paralizada por la estanflación. Carter dijo en aquel entonces que Estados Unidos sufría una “crisis de confianza”, y que “el deterioro de nuestra confianza en el futuro amenaza con destruir el tejido social y político de Estados Unidos”.
El presidente dijo que quiere darle a Estados Unidos más brío, entereza y valor.
“Tengan confianza, porque yo confío en que estamos en mejor posición que cualquier otro país del mundo para adueñarnos del segundo cuarto del siglo XXI”, comentó Biden.
La desoladora evaluación de Biden sobre la mentalidad nacional se produce en momentos en que los votantes han criticado su desempeño y el rumbo que lleva el país. Únicamente el 39% de los adultos estadounidenses aprueban la labor de Biden como presidente, según una encuesta realizada en mayo por The Associated Press-NORC Center for Public Research, lo que significó un descenso respecto a sus ya negativos índices del mes previo.
En general, únicamente cerca del 20% de los adultos dijeron que Estados Unidos avanza en la dirección correcta o que la economía va bien, un descenso en comparación con el 30% de abril. Los declives se concentraron entre los demócratas, y apenas el 33% de los miembros de su partido dijeron que el país va por buen camino, mientras que en abril la cifra era del 49%.
Biden dijo que las políticas sociales de los republicanos están contribuyendo a la ansiedad del público. Insinuó que los legisladores de ese partido podrían enfrentar consecuencias en las elecciones de mitad de periodo si la Corte Suprema revoca el fallo del caso Roe contra Wade, posiblemente retirando las garantías a nivel nacional para tener acceso a un aborto. Los electores tomarán en cuenta el “fracaso de este Partido Republicano para estar dispuesto” a responder a “las preocupaciones sociales básicas del país”, afirmó Biden.
El mandatario enumeró algunas de las decisiones complicadas que ha enfrentado, asegurando que Estados Unidos necesitaba plantar cara al presidente ruso Vladimir Putin por invadir a Ucrania en febrero pasado, a pesar de que las duras sanciones que ha impuesto han provocado un alza en los precios de la gasolina, creando un riesgo político para Biden en un año electoral. Hizo un llamado a las compañías petroleras para que piensen en las necesidades del mundo a corto plazo e incrementen su producción.
Cuestionado sobre por qué ordenó las sanciones financieras contra Moscú que han trastocado los mercados de alimentos y energéticos a nivel mundial, Biden dijo que hizo sus cálculos como comandante en jefe y no como político que piensa en las elecciones.
“Soy el presidente de Estados Unidos”, dijo. “Es lo mejor para el país. En verdad. En serio. ¿Entonces qué sucede? ¿Qué pasa si la principal potencia de la OTAN, la estructura organizacional que conformamos, se hace de la vista gorda ante la agresión rusa?”
Biden planteó la posibilidad de un caos en Europa si una Rusia sin restricciones seguía adentrándose en el continente, si China se envalentonaba para tomar Taiwán y si Corea del Norte se volvía más agresiva en sus ambiciones de desarrollar armas nucleares.
Biden reiteró sus afirmaciones de que las grandes compañías petroleras se han beneficiado del aumento de precios sin incrementar la producción tanto como deberían. Aseguró que las empresas necesitan pensar en el mundo a corto plazo, y no sólo en sus inversionistas.
“No simplemente se recompensen a ustedes mismos”, puntualizó.
Los precios al consumidor se han disparado 8,6% durante el último año, el aumento más pronunciado en más de cuatro décadas. Los legisladores republicanos han dicho que el paquete de Biden de 1,9 billones de dólares en ayuda por el coronavirus que se aprobó el año pasado dio inicio a la espiral inflacionaria.
El mandatario dijo que no había evidencia para sustentar esa afirmación, y resaltó que otros países han sufrido de precios más altos mientras se reactivaban sus economías y se vacunaba a su población. De cualquier forma, Biden reconoció la afirmación de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, de que el gasto ha tenido un efecto inflacionario limitado.
“Se puede argumentar sobre si tuvo un impacto menor en la inflación”, comentó. “No pienso que lo haya tenido. Al igual que la mayoría de los economistas. Pero la idea de que eso provocó la inflación es descabellada”.
De cualquier forma, la alta inflación ha creado un problema para Biden.
Dio prioridad a recuperar millones de empleos, por lo que la tasa de desempleo se ha colocado cerca de los niveles previos a la llegada de la pandemia. La Reserva Federal incrementó el miércoles su tasa de interés de referencia, con la esperanza de desacelerar la economía y reducir la inflación a su tasa objetivo del 2%.
La medida de la Fed ha provocado que los mercados financieros caigan en un bache y desatado advertencias de los economistas sobre una posible recesión el próximo año. El presidente alentó a los estadounidenses a ser pacientes.
“No deberían creer una advertencia”, dijo. “Simplemente deberían decir: 'vamos a ver quién está en lo correcto’”.
El presidente aún intenta impulsar su agenda doméstica a través del Congreso, después de que un intento el año pasado no fue aprobado en el Senado. Biden dijo que “creo que tengo los votos” para bajar los precios de los medicamentos de receta, reducir los recibos de servicios públicos con incentivos fiscales y cobrar un impuesto mínimo a las corporaciones.
Aseguró que sus planes reducirían los gastos de muchos estadounidenses, aunque la medida sería menos ambiciosa que sus intenciones previas de implementar una expansión al crédito fiscal por hijos, guarderías universales y otros programas.
“Podré obtener, Dios mediante, la capacidad para pagar medicamentos de receta”, dijo Biden. “Hay más de una manera de reducir los precios para los trabajadores".
Y luego, en una admisión de las restricciones políticas que enfrenta, Biden añadió: “No puedo lograr todo".