Lydia Hernández Téllez
Madrid, 15 jun. "La paz es muy difícil de conseguir en nuestro país, parece que cada avance que hacemos se queda en nada", afirma Yvette Mushigo, jurista de la República Democrática del Congo en una entrevista con EFE, donde denuncia que en las guerras, las mujeres viven en la inseguridad, pero no quieren "quedarse de brazos cruzados".
La experta en Justicia de Género y Secretaria General de la organización Synérgye des Femmes pour la Paix et la Réconciliation (Sinergia de las Mujeres por la Paz y la Reconciliación) visita Madrid esta semana para participar en una conferencia sobre mujeres y niñas en conflictos armados.
En este contexto, afirma que "aparecen formas de violencia que están ligadas a los conflictos: la violación se ha convertido en un arma de guerra" dice, y añade: "la mujer vive en la inseguridad", pero "no queremos quedarnos de brazos cruzados".
Según la jurista, "la gente piensa que las mujeres sufren violencia porque estamos en un conflicto y que en cuanto se termine estarán seguras, pero no es así. Las mujeres viven un tipo distinto de violencia, un tipo distinto de conflicto".
Durante los últimos años, la tensión intercomunitaria en la República Democrática del Congo ha causado estallidos de violencia y muertes, en un país donde hay más de 120 grupos armados activos, según un informe de 2021 publicado por la herramienta de seguimiento Kivu Security Tracker.
En respuesta a la violencia, se han creado múltiples proyectos que buscan proteger a las mujeres. Entre ellos se encuentra "Femme au Fone" (Mujeres al teléfono), en el que participa Mushigo junto con múltiples entidades internacionales.
"Femme au Fone" recoge testimonios de mujeres que han sufrido algún tipo de agresión a través de mensajes SMS. Esa información se verifica, se documenta y posteriormente se difunde a través de un programa de radio semanal, de una hora de duración, con el que pretenden concienciar de la situación de las mujeres.
Mushigo destaca que el programa no solo sirve como punto de información, sino "como barómetro de seguridad de las mujeres", así como un impulso "para acciones de ayuda".
La jurista relata la discriminación que viven las mujeres a lo largo de su vida, como la exclusión de la escuela por dar prioridad a los varones o el relego a las tareas del hogar.
"Hay tantas violencias que vive la mujer de forma normal que necesitamos que la comunidad capte y comprenda que la mujer vive en la inseguridad", declara.
En cuestiones de derechos, afirma que "hay un avance muy fuerte desde el punto de vista jurídico" que se ve reflejado en cambios legislativos como el la Constitución, que obliga a un 50% de presencia femenina en las instituciones o el derecho a trabajar sin necesidad de permiso del marido (obtenido en el año 2002).
"Pero lo que supone un problema es la aplicación de esos cambios legales. Tenemos un problema de justicia, donde las tendencias políticas priman sobre la aplicación de la ley", explica.
Mushigo habla de un "tejido social desgarrado" por la guerra, que se mantiene desde 1998. "Tenemos familias separadas, escuelas destruidas, cultivos quemados y todo eso también impacta en la vida social de las mujeres", denuncia.
Afirma que en su país hay "un conflicto entre las mujeres y las autoridades" puesto que no reciben la protección necesaria del Estado, y esa tarea se delega en las organizaciones humanitarias, que se concentran en las grandes aglomeraciones y muchas veces no llegan a las poblaciones locales.
Para cambiar esa situación, explica que han desarrollado "estructuras comunitarias" a nivel local, que se organizan para dar respuesta a la inseguridad, con mecanismos de acompañamiento, defensa y ayuda económica, a través de pequeños préstamos, en un trabajo de sinergias femeninas.
"Es necesario que la vida continúe y provocar el cambio", afirma, para lo cual se debe "armar a la mujer de información sobre sus propios derechos" e incluirla en la toma de decisiones. "Si no estamos ahí, ¿quién va a presentar nuestros propios problemas?", concluye.
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