(Bloomberg) -- Por primera vez en décadas, los banqueros brasileños se enfrentan a unas elecciones divididos y sin un candidato viable al que considerar suyo.
En conversaciones privadas, algunos de los principales ejecutivos y accionistas bancarios del país expresaron una mezcla de resignación y frustración con las elecciones de octubre, que se perfilan como una carrera entre el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva y el actual mandatario de derecha, Jair Bolsonaro. Algunos planean un voto de “cualquiera menos él”, mientras que otros dicen que votarán nulo.
Ambos candidatos son conocidos en los mercados. Pese a ser temido antes de su elección en 2002, Lula protagonizó un masivo repunte impulsado por las materias primas y un fuerte crecimiento durante sus ocho años de mandato. El brillo se desvaneció en medio de lo que los banqueros consideraron un gasto excesivo por parte de su Partido de los Trabajadores y un escándalo de corrupción que llevó a la cárcel a algunos de los principales ejecutivos de la nación, incluido el propio Lula.
Bolsonaro, en cambio, fue respaldado por la comunidad financiera antes de su victoria en 2018. Pero las promesas de grandes reformas y privatizaciones se quedaron cortas, dicen los banqueros, y sus posturas sobre el medio ambiente y el manejo de la pandemia empañaron la reputación de Brasil en el exterior. Sus críticas al sistema de votación electrónica en el que el país ha confiado durante un cuarto de siglo son vistas por algunos como un ataque a la democracia.
Eso ha dejado a los dos candidatos, que juntos suman cerca del 90% del apoyo de los votantes en las primeras encuestas, en un terreno más o menos parejo para los banqueros. Encuestas que en elecciones pasadas hicieron que la divisa se hundiera o se disparara no han conseguido hasta ahora mover la aguja. La relativa calma, dicen los principales banqueros, muestra que es poco probable que Brasil experimente un cambio drástico. Además, el Congreso y los tribunales desempeñarían un papel moderador para cualquier líder que se volviera demasiado radical, dijeron varios de los banqueros entrevistados para este artículo, que pidieron no ser identificados por tratarse de temas políticos delicados.
“A fin de cuentas, ni Lula ni Bolsonaro presentan grandes riesgos”, dijo en una entrevista Christopher Garman, director gerente de la consultora política Eurasia Group.
Gala en Nueva York
Algunos aún esperan un resultado diferente. La campaña a favor de una alternativa moderada estaba en pleno apogeo cuando los financistas se reunieron en el Glasshouse de Nueva York para la cena de gala de los Premios a la Persona del Año a principios de mayo, promovida por la Cámara de Comercio Brasileño-Americana.
Sin embargo, a cuatro meses de las elecciones, ninguno de los otros doce candidatos ha ganado terreno entre los votantes, sin superar el 5% en las encuestas. Varios de los nombres más conocidos, como el exgobernador de São Paulo Joao Doria, y el exjuez del caso Lava Jato Sergio Moro se retiraron.
La senadora Simone Tebet, que contó con el apoyo de algunos banqueros en la cena de gala de mayo, sigue en pie. Teresa Bracher, esposa del expresidente ejecutivo de Itaú Unibanco Holding SA Candido Bracher, celebró una cena para el aspirante a la presidencia en abril. Marisa Moreira Salles, la esposa de Pedro Moreira Salles, que junto con Bracher es miembro del directorio del banco, se encontraba entre los asistentes, junto con Fabio Barbosa, expresidente ejecutivo de la unidad de Brasil del Banco Santander SA. El grupo incluso envió a la prensa una declaración de apoyo a Tebet.
Sin embargo, Tebet solo obtuvo un 2% de apoyo de los votantes en la última encuesta de Datafolha. Luiz Felipe D’Avila, a quien otros dijeron que apoyarían, ni siquiera se registró en la encuesta.
“Tebet podría desempeñar el papel de favorita del mercado, pero sus posibilidades son muy escasas”, dijo Garman, de Eurasia Group. Aunque su apoyo podría acercarse al 10%, es poco probable que logre llegar a una segunda vuelta, señaló.
A diferencia del pasado —desde Fernando Collor en 1989 hasta Aecio Neves en 2014 y Bolsonaro en 2018—, esta vez, la élite financiera del país probablemente votará por el candidato que considere menos malo.
Pros y contras
Uno de los propietarios de bancos más influyentes de Brasil explicó que, dado que es poco probable que ambos candidatos den una sorpresa, las decisiones se reducen a las prioridades. Considera que Bolsonaro tiene un mejor programa económico, uno que probablemente siga dirigido por el ministro de Economía, Paulo Guedes, y que impulse las mismas ideas favorables al mercado: reducir el tamaño del Estado con privatizaciones y reformas.
Pero las políticas medioambientales y de diversidad del presidente le hicieron perder el apoyo de muchos ejecutivos financieros. Su manejo de la pandemia y su encendida retórica tampoco ayudan, aunque algunos de los banqueros restan importancia a la posibilidad de que se niegue a aceptar una derrota electoral.
Por otro lado, se considera que Lula tiene una mejor agenda social y medioambiental, con más protección para la selva amazónica. Pero sus planes económicos son un misterio: ha rechazado la mayoría de las invitaciones para hablar con la élite financiera de Brasil, al menos en público, y ha enviado a media docena de emisarios en su representación, entre ellos el ex presidente ejecutivo de Banco Fator SA, Gabriel Galipolo, el economista del Partido de los Trabajadores Guilherme Mello y el diputado Alexandre Padilha.
En entrevistas con radios locales, Lula ha arremetido contra las privatizaciones, las reformas laborales de 2016 y una norma que limita el crecimiento del gasto público. Aunque eso no le ha valido elogios en los círculos financieros, algunos de los principales banqueros del país creen que el exlíder sindical no hará nada demasiado drástico. Han vivido ocho años de Lula, dicen, y saben con quién están tratando.
Reuniones privadas
Ese ha sido el mensaje de Lula en las pocas reuniones privadas en las que ha participado. En febrero, asistió a una cena con invitados, entre ellos el miembro del directorio de Banco Bradesco SA y expresidente ejecutivo Luiz Trabuco, dijeron personas familiarizadas con el asunto. El año pasado, también fue a la casa del socio de Banco BTG Pactual SA, Nelson Jobim. Y se reunió con Guilherme Benchimol, propietario de XP Inc, la mayor firma de corretaje de Brasil.
En esas reuniones, Lula aseguró a los banqueros que no habría ruptura de las instituciones de la nación y les pidió sugerencias sobre quién sería un buen jefe de economía, dando a entender que elegiría a alguien que pudiera negociar con el notoriamente fragmentado Congreso. De los candidatos que se barajan, los exministros Aloizio Mercadante y Guido Mantega fueron citados por los banqueros como opciones especialmente malas porque se les considera demasiado intervencionistas.
El exbanquero central y socio de BTG, Persio Arida, que se reunió con Mercadante pero negó estar trabajando con Lula, sería una elección de ensueño, dicen. Sería un paso más hacia la moderación, como la elección de Geraldo Alckmin como su compañero de fórmula, un movimiento que, para algunos, fue similar al respaldo de Guedes a Bolsonaro en 2018, que le valió al candidato incendiario el respaldo de los mercados.
“No hay realmente una miríada de soluciones diferentes por delante”, escribieron los analistas de JPMorgan Chase & Co. dirigidos por Emy Shayo en un informe el mes pasado. “Al final, la diferencia entre A y B en términos de gestión macro es probablemente más estrecha de lo que se emite”.
Nota Original:
Bankers Cringe at Both Choices in Brazil’s October Election
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