El sonido es tan único como la suavidad de marcha y la entrega de potencia: quien se sube por primera vez al Mazda RX-7 apenas puede creer lo que oye. Porque mientras otros fabricantes de deportivos ofrecían sus coches con sus cuatro, seis u ocho cilindros dispuestos en línea, Mazda apostó en el caso de su coupé por un principio de motorización diferente. Se trata del motor Wankel, que ya no tenía rival cuando el último RX-7 FD3S debutó en Alemania hace casi exactamente 30 años. Inventado en Alemania, el motor con pistones giratorios fue construido primero por el fabricante alemán NSU y posteriormente por la también alemana Audi. Mercedes-Benz también llegó a experimentar con él. Sin embargo, después del NSU Ro80, construido a partir de 1967 y hasta mediados de los años 70, el motor fue utilizado en Alemania solo para prototipos y vehículos de prueba. Desde entonces, solo el fabricante japonés Mazda se mantuvo fiel al principio de los pistones giratorios en lugar de pistones de martillo, apreciado por su suavidad de marcha y su bajo peso, pero temido por su inestable demanda de aceite y su elevado consumo de combustible. El alemán Joachim Frey, que junto con su padre y su hermano dirige en la ciudad bávara de Ausburgo el mayor museo de la marca fuera de la sede principal de Hiroshima, opina que los japoneses hicieron bien. Después de todo, un año antes del debut del RX-7 FD3S, Mazda fue el primer fabricante japonés en ganar las legendarias 24 horas de Le Mans, por primera y hasta ahora única vez con un motor Wankel. Aunque no hay similitudes técnicas entre el exitoso 787B y el último RX-7, al menos los genes del ganador de Le Mans están en el coche de producción. Al fin y al cabo, el desarrollo fue dirigido nada menos que por Takaharu Kobayakawa, que anteriormente había coordinado la participación del Mazda en Le Mans. Para el RX-7, fabricado de 1991 a 2002, Kobayakawa dio un giro al principio de desarrollo de automóviles que era habitual en la época. El componente decisivo era el motor, según cita el portavoz de prensa Jochen Münzinger de los archivos de Mazda: "Al igual que el coche de carreras de Le Mans, el Mazda RX-7 se desarrolló en torno a un nuevo motor de pistón rotativo compacto y ligero". Este concepto provocó un cambio drástico en las exigencias: las primeras generaciones del RX-7, construidas a partir de 1978, habían sido coupés para el deporte de masas. Con unos precios comparativamente bajos, los modelos consiguieron unas cifras de matriculación sin parangón. Según Jochen Münzinger, fue el primer coche Wankel que se fabricó más de 750.000 veces. El nuevo RX-7, con la abreviatura interna FD (el estreno fue en 1991), maduró hasta convertirse en un superdeportivo, y se volvió correspondientemente caro. A su lanzamiento en Alemania en 1992, los concesionarios pedían por él la friolera de 85.000 marcos alemanes (aproximadamente 50.000 dólares estadounidenses al cambio actual). En comparación con los deportivos de doce cilindros de fabricantes alemanes e ingleses, con los que la prensa especializada comparaba al RX-7 en aquel momento, la cifra era casi ridícula. "Sin embargo, este precio limitaba naturalmente el número de potenciales compradores", acota Jochen Münzinger. El RX-7 FD3S ofrecía unos valores que apenas se conocían de la marca Mazda, que, con excepción del roadster MX-5, apostaba por prestaciones más bien conservadoras: a partir de dos cámaras de 654 centímetros cúbicos cada una, el Wankel de doble disco conjuraba, para Europa, 176 kW/240 CV con la ayuda de dos turbocompresores. En el resto del mundo, llegaba incluso a 206 kW/280 CV. Y como los desarrolladores seguían manteniendo una dieta de hierro, al igual que con el coche de carreras de Le Mans, el coche solo pesa 1.240 kilos. De 0 a 100 km/h, el RX-7 FD3S solo necesita 5,3 segundos, y su velocidad máxima asciende a 250 km/h. Aunque Mazda cataloga acertadamente al FD como el tercer RX-7, la historia de los elegantes coupés con motor Wankel se remonta, en rigor, al Cosmo Sport de 1967, que hoy muchos consideran uno de los deportivos más bellos y famosos de Japón, junto al Toyota 2000 GT conocido por la aventura de James Bond "Solo se vive dos veces". Por supuesto que el agente 007 ha ayudado a la competencia. Pero Mazda no tiene nada que envidiarle. El RX-7 también ha hecho carrera en Hollywood, señala el coleccionista de Mazda Joachim Frey, recordando la serie de acción "The Fast and the Furious", con un papel destacado del coupé japonés en la película "Tokyo Drift" de 2006. "Por supuesto, esto contribuyó a la reputación y aumentó la popularidad, pero también hizo subir los precios de los coches usados". Si bien es cierto que el RX-7 tiene una larga línea de ancestros, se ha quedado sin herederos. Toyota sigue fabricando valientemente coches deportivos, al igual que Nissan, Honda y ahora incluso Subaru. Mazda llegó a ofrecer un RX-8 de 2003 a 2012. Con sus singulares puertas de pórtico y un motor Wankel de hasta 170 kW/231 CV, esta fue la despedida de Mazda del segmento de los coupés deportivos. Y un adiós al motor Wankel. Sin embargo ambas ideas están lejos de ser descartadas. Los japoneses quieren recuperar el principio de los pistones giratorios este año con un extensor de autonomía para su coche eléctrico MX-30. Y tanto si se trata de los diseñadores europeos en la delegación alemana de Mazda, de los estadounidenses en la californiana Irvine o de los japoneses en la sede central de Hiroshima: cada uno de ellos sigue teniendo un cajón o un disco duro lleno de bocetos de cómo podría ser un nuevo deportivo con motor Wankel. dpa