Un hombre parece perdido, agitado y mueve los brazos preguntando a los soldados ucranianos si puede atravesar sin riesgos los restos del puente destruido del pueblo de Ruska Lozova, al norte de Jarkiv, a 18 kilómetros a vuelo de pájaro de la frontera rusa y retomado el 29 de abril por las fuerzas de Kiev.
Rostislav Stepanenko tiembla. Balbucea palabras. Acepta nerviosamente un cigarillo que luego tiene dificultades para encender.
Luego cuenta que escapó a un intenso tiroteo de obuses en su pueblo de Progody, a menos de 10 kilómetros de la frontera y probablemente a menos de cinco de las primeras posiciones rusas, y frente a las ucranianas.
Fue allí para tratar de recuperar sus cosas. Regresa con las manos vacías, sorprendido por disparos incesantes. Dice que un obus cayó en la casa vecina destruyendo todas las ventanas de su propia vivienda.
"Que muera en mi casa o en el camino (de regreso) es la misma cosa, entonces decidí tratar" de huir, afirma.
¿Su profesión?. "Tratar de seguir vivo", responde con una sonrisa nerviosa y añade: "Tengo 53 años, espero festejar los 54, pero hoy ya no creía mucho".
Los tiroteos de artillería entre rusos y ucranianos se escuchan desde Rouska Lozova y se perciben en el cuerpo. A veces un obús cae a unos centenares de metros del pueblo, ya muy afectado, con árboles arrasados y muchas casas destruidas por las bombas.
Un vehículo fue destruido por una explosión hace unos días. Detrás del vehículo, Nikolai, de 69 años, boina negra en la cabeza, rostro curtido y dientes de oro, parece surgir de la nada.
"Estaba tratando de cortar la hierba del jardín cuando el obus cayó sobre el auto y la casa. Tuve suerte", recuerda.
Su madre de 90 años no quiso dejar el pueblo y él decidió quedarse con ella.
"Lo que quiero es un cielo tranquilo sobre mi cabeza y que mis hijos puedan vivir en un mundo libre", dijo aludiendo a los obuses que llueven desde hace 15 días.
Recibe suministros de vez en cuando a través de un vecino, pero afirma tener suficientes papas y ofrece incluso regalarle a quien esté necesitado.
- Los ucranianos en la frontera -
Un auto verde lleno de militares pasa a toda velocidad sobre una de las vías de terracería. Minutos más tarde, un auto civil precede a un camión de transporte de tropas en dirección de la "zona de contacto" situada a unas centenas de metros.
Los ucranianos parecen beneficiarse del poco involucramiento de los rusos y las autoridades se congratularon por haber retomado el control de una parte de la frontera.
"El 227º batallón de la 127º brigada de la defensa territorial de las fuerzas armadas de Jarkiv expulsó a los rusos y se instaló en la frontera", indicó el lunes el Ministerio de la Defensa en Facebook, y publicó un video de soldados armados frente a un punto fronterizo con los colores amarillo y azul de Ukrania.
Cerca de Ruska Lozova, en la carretera, en el sentido sur-norte, un aviso indica "Belgorod", ciudad de Rusia, a unos 50 km de ese punto.
Al preguntarle al joven soldado Sergui, miembro de las fuerzas especiales (ndlr, nombre cambiado por seguridad), si le gustaría llevar la contraofensiva hasta allá, responde: "con placer".
Por esta carretera muchos vacacionistas moscovitas iban antes hacia las playas de Crimea.
"Da miedo ver al pueblo así. Era bello y ahora todo está destruido. La alcaldía, la escuela... Mucha gente murió", se lamenta Semion, de 70 años.
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